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LA
TRADICIÓN DEL POEMA EN PROSA EN LA POESÍA DE MIGUEL ÁNGEL
ZAPATA(1)
Por
Andrés Morales
Universidad de Chile
Universidad Finis Terrae
Hablar del poema en prosa en lengua castellana es adentrarse en una vasta y profunda
y tradición que si bien no es practicada por autores de todas las diversas
literaturas de Hispanoamérica(2),
posee un peso indiscutible en España, México y Perú. Al mismo
tiempo, definir con exactitud lo que es o debe ser un poema en prosa complica
aún más el panorama pues comúnmente se confunde con la llamada
"prosa poética". Atendiendo a la definición de la profesora
española Ana María Platas Tasende, esta forma poética debe
entenderse como "(un texto donde) se mezclan
ritmos diversos, que han de estar muy cuidados, lo mismo que la entonación,
y en general, el discurso entero, siempre en peligro de caer en el prosaísmo(3)
(…)" . Es fundamental agregar entonces que, aunque escrito en prosa, este
tipo de texto habrá de mantener y desarrollar la mayoría de las
figuras y tópicos que cualquier poema escrito en verso habría de
poseer. Aunque esto puede resultar evidente para un lector avezado, los poetas,
la crítica y la academia aún no resuelven en propiedad este pequeño
impasse que ha producido tantas páginas y ha despertado un gran
número de polémicas.
Desde la perspectiva de un lector
que practica también la escritura poética, me parece un tanto estéril
continuar con este tipo de desencuentros en torno a una definición tan
particular o concreta y a las indispensables propiedades que debe poseer un poema
en prosa y que algunos quisieran acotar con una clara inspiración canónica
o inquisitorial. Si bien el poema en prosa, como señalé antes, primero
que nada ha de ser poesía (y con todo lo complejo que esto significa para
cualquiera que quiera acometerla), allí radica esencialmente su definición:
ser poesía, nada más y nada menos… Algo que posee la libertad, la
audacia, la tradición y el deslumbramiento del propio género y que
ningún erudito podrá acotar ni menos restringir.
En el caso
del poeta peruano Miguel Ángel Zapata las normas de la poesía se
despliegan con absoluta e indiscutible claridad. El mismo autor hace referencia
a su condición de "poeta en prosa" y así se define:
"El
poema en prosa es un desierto lleno de dunas: el signo aparece bajo el cielo caliente
y a veces te frota ligeramente el corazón. La planicie de la escritura
se torna más amplia: tu pensamiento puede volar como las aves o como los
cohetes, libre como dos hermosas piernas de mujer en la ciudad. No hay medida
ni metro que te pare.
El mundo está lleno de señales, reglas
y medidas. Estamos en contra de todas esas reglas inútiles, de todo encierro
y control. El poema en prosa derriba muros enormes y abre todas las ventanas de
la poesía. Nosotros nos hallamos más allá de los reinos y
sus reyes, más allá de la opresión y el destierro: remamos
alegremente contra la corriente."(4)
De esta forma, sus poemas en prosa(5)
son, antes que cualquier definición, poemas "que reman contra
la corriente" de forma libre y sin mayores reglas y, más que eso,
rescatando esta forma de poetizar que, insisto, para muchos resulta novedosa,
pero que en estricto honor a la verdad ha sido desarrollada ampliamente por voces
importantísimas de otras tradiciones literarias (inglesa, francesa, alemana,
etc.) y, también en la tradición poética de la literatura
española. En este sentido, siendo Zapata un escritor profundamente nuevo,
con una voz propia, marcadamente hispanoamericano y, por supuesto, peruano, su
voz se inscribe, pienso, como un sucesor de la gran poesía en prosa escrita
en España (o más bien en el exilio español) por Juan Ramón
Jiménez y Luis Cernuda. Más que con un especial "sabor peninsular"
o con los recursos estilísticos propios que exhiben ambos autores, Zapata
desarrolla desde su punto de vista (y desde un "exilio" sino político,
al menos profesional, ya que vive y trabaja en los Estados Unidos) una escritura
del poema en prosa que apunta a dos textos claves de este género. Me refiero
a Espacio de Juan Ramón y a Ocnos de Cernuda.
En
los poemas citados, ambos autores desarrollan ciertas particularidades que Zapata
ha sabido incorporar y ampliar en su obra. Desde esta perspectiva, el poema en
prosa, en general, se plantea como un espacio donde no existe una sobreabundancia
de imágenes, pero donde si aparece la reflexión filosófica
como un elemento esencial. Sobre todo en Espacio, Jiménez revisa
con ojo crítico el paso del hombre sobre la tierra, no desde una perspectiva
histórica, sino desde su relación con la naturaleza, su propio ser
y sus acciones. Critica el desapego a sus orígenes, a la propia condición
de ser natural, el olvido del afecto y del amor como instrumentos fundamentales
para la convivencia y para la paz. Desde luego estas meditaciones son ejercidas
por un hablante poderoso que, en el caso de Zapata, a veces puede revestirse de
una calidad omnisciente y totalizadora, pero que en el caso del peruano se mediatiza
por la experiencia personal, por la "propia historia" haciendo de esa
mirada reflexiva no una exhibición de una teoría filosófica
concreta, sino una consideración atenuada que permite la entrada del recuerdo
como arma para el desarrollo de la idea. Véase, por ejemplo, este fragmento
del poema "Un perro negro en Vallarta":
"(…)
No te diré cuánto he caminado ni cuánta arena tragué
este verano. Tal vez tampoco tú me quieras decir nada del arte de la soledad
o del bronceado desnivelado de tu cuerpo, pero te conozco bien, y sé a
qué vienes a caminar por estas playas donde hay tanta gente que no puedo
distinguir a nadie. Me he convertido en una estatua de sal pero he sentido momentos
increíbles de verdadera felicidad (…)".(6)
Es
justamente en esta particularidad donde la escritura del autor peruano se une
a la de Luis Cernuda. En Ocnos, el poeta español rememora su infancia,
descubre su mundo actual desde la perspectiva de su propio pasado (recurso que
Octavio Paz ha señalado como característica de uno de sus libros
esenciales, La realidad y el deseo). En la obra de Zapata, no es precisamente
el mundo de su infancia el que aparece como herramienta para la mirada
meditativa, aunque sí la infancia de sus hijos, asunto que hace propio
con naturalísima continuidad como en el hermoso poema "Un pino me
habla de la lluvia":
"La bicicleta de mi hijo rueda
con el universo. Es sábado y paseamos por la calle llena de pinos y enebros
delgados que se despliegan por toda la ciudad.
El sol cae en nuestros ojos
por la cuesta mientras volamos con el aire seco del desierto y los piñones
ruedan por las calles con el viento. El sol baja a las seis de la tarde en el
invierno, y se va escondiendo por los cerros que se enrojecen con su sombra (…)."(7)
El recuerdo se presenta como un pasado no pretérito
sino reciente, a veces mezclándose con el presente. La mirada no se remonta
a los años lejanos, sino a experiencias medianamente recientes o, incluso,
a situaciones del inmediato ayer (con la excepción de algunos pocos poemas
como "Ventanas", por ejemplo) en donde el tiempo es siempre, o casi
siempre, un asunto primordial -en este sentido, vallejiano- y de una cercanía
notable:
"La lluvia cae en el lago. Ha llovido toda la
mañana. Mis hijas dan de comer a los patos que se reúnen en la orilla
a la hora del almuerzo. Los cuervos vigilantes acampan al costado de la casa de
Stevenson, el viejo vecino que fumaba e incendiaba cabañas, pero que dejó
algunas maravillas bajo este vasto y estrellado cielo. Los cuervos esperan la
hora del retiro, la oración que calme su casa consternada."(8)
("Saranac
Lake")
Otro asunto que lo "emparenta"
con Jiménez y Cernuda y que, por cierto, es un rasgo propio de un autor
moderno y contemporáneo es la constante alusión a textos, autores,
obras y referencias literarias. Sin caer en la pedantería académica
ni en la exhibición gratuita, Miguel Ángel Zapata se inscribe de
una manera sutil pero a la vez muy clara en el entramado de la literatura de su
patria, de Hispanoamérica y, también, de la lengua inglesa y de
las literaturas europeas. Así, César Vallejo, Jorge Luis Borges,
Juan Gelman, Fernando Pessoa, Francis Ponge, Theodore Roethke (autor traducido
por Zapata) y otros se insertan cuidadosamente, sin estridencias, en las precisiones
y percepciones que el poeta entrega a su lector estableciendo un nexo que hace
cómplice a éste y lo une a las lecturas del autor. Si bien, ésta
no es una característica novedosa en la poesía moderna, Zapata marca
una diferencia muy clara con otras formas de escritura que exageran en su barroquismo
la cita y el peso de la tradición o que, simple y llanamente, obvian cualquier
ligazón con ella cayendo en la aparente originalidad y en ese excesivo
y, a estas horas, absurdo coloquialismo que tanto bien le hizo y tanto daño
le hace a la poesía hispanoamericana.
Precisando este tema, me
parece que la obra de Zapata y preferentemente su poesía en prosa, aunque
en general toda su producción, posee una virtud que varios críticos
han reseñado ya(9) y a los cuales
me uno: la simple claridad de su palabra, su fraseo musical y armónico(10),
la transparencia de un verbo que no ambiciona la altisonancia, sino el ritmo secreto
de una poesía honda, que cala verdaderamente y, en este sentido, que se
entrega generosamente a su lector, sin que éste tenga que enfrentarse o
debatirse en el desconcierto de enmarañadas entelequias o en las boberías
más que evidentes que habitan, profitan y sobreabundan en la poesía
hispanoamericana.
Santiago
de Chile, abril de 2007
NOTAS
(1) Miguel Ángel Zapata (San Miguel de Piura, 1955) es una de las voces más
importantes de la actual poesía peruana e hispanoamericana. Doctor en Literatura
y Profesor Asociado en Literatura Latinoamericana en la Universidad de Hofstra,
Nueva York. Obtuvo su Bachiller en Artes en la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, Lima, Perú y un Segundo Bachillerato en la Universidad de California,
Estados Unidos. Posteriormente alcanzó el grado de Magíster en la
Universidad de California, Santa Bárbara y su Doctorado en Filosofía
y Letras en la Washington University en Saint Louis. Actualmente es el Editor
de la Revista "Hofstra
Hispanic Review", Revista de Literaturas y Culturas Hispánicas.
Ha publicado los siguientes volúmenes de poesía: Un pino me habla
de la lluvia Lima: FIMART Ediciones 2007; Iguana. Lima: F.C.E., 2006;
A Sparrow in the House of Seven Patios. New York: The Latino Press, 2005;
Los muslos sobre la grama. Antología mínima. Buenos Aires:
La Bohemia, 2005; El cielo que me escribe. Lima. Ed. Zignos, 2005 (Segunda
Edición); Cuervos. México: Universidad de Puebla-Lunarena,
2003, El cielo que me escribe. México: Ediciones El Tucán
de Virginia, 2002; Escribir bajo el polvo. Lima: El Santo Oficio, 2000;
Lumbre de la letra. Lima: El Santo Oficio, 1997; Poemas para violín
y orquesta. México: Premiá, 1991 e Imágenes los juegos.
Lima: Instituto Nacional de Cultura, 1987. En su amplísima labor académica
destacan sus publicaciones sobre poesía hispanoamericana y peruana, sus
múltiples antologías y una notable labor ensayística publicada
en las revistas más prestigiosas del ámbito académico.
(2) Pienso, por ejemplo, en el caso de Chile, donde
este tipo de poesía ha sido poco frecuentada, con notables excepciones,
desde los comienzos del siglo veinte hasta las generaciones más actuales.
(3) Platas Tasende, Ana María. Diccionario
de términos literarios. Editorial Espasa Calpe. Madrid, 2000, p. 641
(4) Zapata, Miguel Ángel, Poeta en prosa,
texto enviado al autor de este texto.
(5) En este breve trabajo me referiré a los últimos textos del autor
escritos entre el año 2001 y 2006 en la ciudad de Nueva York y que ha reunido
y publicado este año en Lima bajo el título Un pino me habla
de la lluvia.
(6) Zapata, Miguel Ángel. Un pino me habla de la lluvia. Ediciones El
Nocedal S. A. C. Lima, 2007.
(7) Zapata, Miguel Ángel. Op. Cit., p. 15.
(8) Zapata, Miguel Ángel. Op. Cit., p. 22.
(9) Me refiero a Oscar Hahn, Miguel Gómes,
Víctor Manuel Mendiola, Daniel Freidemberg, Cristián Gómez,
etc.
(10) Siendo muy importantes también
las alusiones a compositores o piezas musicales, en especial a Corelli, por ejemplo,
que aparece en Un pino me habla de la lluvia o, incluso, desde los comienzos
de su obra poética en títulos como Poemas para violín
y orquesta (Premiá Editora, México, 1991).