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El exitoso regreso de Marta Brunet

Pedro Pablo Guerrero
Revista de Libros de El Mercurio. Domingo 2 de Noviembre de 2014



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Nadie esperaba que hubiera tanta gente. Después de todo, se trataba de una escritora muerta hace 47 años, cuya obra en gran parte dejó de publicarse en la década del 60. Sin embargo, la sala de la Feria Internacional del Libro donde se presentó el volumen se hizo chica. Entre los asistentes, muchos de pie, estaban los escritores Sergio Missana y Andrea Jeftanovic. Los cuatro presentadores —Natalia Cisterna, Lorena Amaro, Ignacio Álvarez y Hugo Bello— copaban la mesa, y eso que se sumarían dos más: Faride Zerán y Fernando Montes, en representación de la Universidad de Chile y Alberto Hurtado, respectivamente, las dos casas de estudios involucradas en la publicación de un libro que tardó demasiado tiempo en materializarse debido a problemas que los panelistas mencionaron con recato (ver abajo).

Obra narrativa es la primera edición crítica y anotada que reúne todas las prosas literarias de Marta Brunet, superando, en rigor, al único volumen que compilaba su trabajo: Obras completas, publicado por Zig-Zag en 1963 y nunca reeditado desde entonces. El libro contenía un prólogo de Alone, muchas veces citado, en el que el crítico recordaba cómo había descubierto a la escritora cuando todavía "era una muchacha". Después de que Marta Brunet le enviara dos cartas desde Chillán, con versos muy malos —primero de un colega y luego suyos—, el crítico la había convencido de remitirle un texto narrativo, donde le auguraba más fortuna. A vuelta de correo le llegó el manuscrito de Montaña adentro, tan bueno que Alone lo revisó junto a Pedro Prado en la torre de Los Diez, cautivados ambos por su "relato tenso, vibrante, impetuoso" y hallazgos de frases que los hacían suspender la lectura.

"En la paz de la noche el reclamo de un toro en el monte se enroscaba frenético y obstinado al silencio", podría ser uno de estos descubrimientos, según conjetura en una nota de página la profesora Natalia Cisterna, a cargo de la edición crítica de la recién publicada Obra narrativa.

En el completo estudio introductorio de Lorena Amaro, la versión de Alone como el Pigmalión descubridor y mentor de la escritora es relativizada partiendo por un hecho en apariencia tan nimio como la edad de la escritora, a la que el crítico resta cuatro de los 26 años que tenía cuando publicó Montaña adentro (1923). De esa manera, se arroga más méritos, al descubrirla visionariamente, cuando todavía era una jovencísima y desconocida mujer de provincia (Chillán).

La crítica feminista, que desde los años 80 viene realizando esfuerzos por recuperar la obra de Brunet a través de estudiosas como Marjorie Agosin (1986), Berta López (1997), Eugenia Brito (2000) y Kemy Oyarzún (2000), advierte que el lugar relevante que llegó a ocupar en el canon de la literatura chilena, alcanzando incluso el Premio Nacional de Literatura en 1961 —la segunda mujer, después de Gabriela Mistral—, se debió a una operación que la desligaba de la literatura escrita por mujeres. O al menos de lo que la crítica masculina entendía por ella.

Cuando reseñó Montaña adentro, Carlos Silva Vildósola llegó a decir: "Este es un escritor; no una escritora, aunque sea una dama". Raúl Silva Castro destacaba la "varonilidad de su talento", mientras que Alone apuntaba que "el hombre la mira extrañado y la encuentra parecida a él". Pero si Brunet fue aceptada como colega por sus libros, no sucedió lo mismo con su vida y quedó excluida de la bohemia y camaradería masculinas.

Otro mito que cae, tras décadas, es el encasillamiento de la obra brunetiana en el criollismo, por parte de una crítica que el uruguayo Ángel Rama trató de "haragana" ya en 1967. Amaro observa que en primer tercio del siglo XX, su adscripción a esta corriente era fundamental en el proceso de construir la nación. De esta manera, se incorporó el análisis de las primeras obras de Marta Brunet —Montaña adentro, Bestia dañina, María Rosa, flor del Quillen— como "una pieza más al engranaje ideológico (nacionalista)", hasta el punto de ser considerada por Alone como "el criollismo personificado".

Cuando en su época madura Marta Brunet emprendió otras búsquedas literarias, alejándose del mundo rural, la oralidad y sus motivos campesinos —como La mampara (1946)—, la crítica vio en este giro una imitación de la escritura bombaliana y hasta se condenaron obras como Amasijo (1962), su última novela, en la que abordó un tema considerado tabú: la homosexualidad. El crítico Carlos Ossa escribió en El Siglo: "El tema ciudadano, borroso, desyuntado, no cuadra a su temperamento, sobre todo como ella lo trata, apoyándose en una temática bastante alejada de la realidad, casi siempre buscando criaturas de excepción, convencionales, demasiado ficticias".

En el acto de presentación de la Obra narrativa de Marta Brunet, el profesor Ignacio Álvarez resumió el problemático lugar que ocupa la autora en la literatura chilena: "Sus obras tardías son citadinas y de alguna manera cercanas al espíritu de la vanguardia, pero ello no nos autoriza a pensarla como una autora ejemplarmente vanguardista, como Juan Emar o María Luisa Bombal. Las dificultades que tenemos para clasificar la obra de Brunet no provienen de una hipotética excepcionalidad suya, sino que, como nos va revelando este libro, de las insuficiencias de nuestra historia literaria. Si no miramos la obra de Brunet desde la historia literaria, sino que miramos la historia de la literatura desde la obra de Brunet, entonces conceptos como 'vanguardia' y 'criollismo' ya no son épocas o definiciones generacionales que el tiempo supera, sino lenguajes o capas de simbolización que un sujeto histórico como lo fue Marta Brunet debe aprender a utilizar si quiere tener alguna posibilidad de expresión".

Pero la crítica no vio así las cosas y practicó un borrado de su última etapa, manteniendo en el canon y los programas escolares aquellas obras iniciales que calzaban con el decir criollista y la mimética oralidad campesina que la autora conservaba en los diálogos ("—Yo le voy a traer un piacito e charqui pa' que l'eche. No será mucho, pero siempre agarra gusto".). Regionalismos que disgustaban profundamente a Gabriela Mistral a pesar de la admiración que sentía por su obra y que, en cambio, valoraron Guillermo de Torre, María Carolina Geel, Luis Merino Reyes y, en nuestros días, Hugo Bello, gestor de la colección Biblioteca Chilena, de las Ediciones Universidad Alberto Hurtado. "Hace visible la denodada lucha por la conquista de una lengua que no se resignará con la mera imitación del habla local sin sentido, como había ocurrido con gran parte de la literatura regionalista dominante en la época", según dijo Bello en la presentación.

Por su parte, Lorena Amaro, siguiendo la línea de investigación que ha trabajado los últimos años, hace en su estudio preliminar una aproximación innovadora al establecer el lugar relevante que ocupa la infancia en la producción brunetiana, soslayada habitualmente por la crítica. La autora cultivó la escritura para niños en Cuentos para Mari-Sol (1938) y la colección de poemas Aleluya para los más chiquitos (1960), ilustrados estos por Roser Bru. Al analizar dos relatos protagonizados por niñas ("La nariz" y "La niña que quiso ser estampa"), Amaro observa que, a través de estas figuras infantiles, en historias de apariencia fantástica o surrealista, se puede escudriñar en la poética de Marta Brunet y su discurso sobre su propia escritura, que oscila entre la idealización romántica asociada a lo femenino y la ley del padre que obliga a la mímesis o imitación de la realidad.


Próximo tomo de "Obra narrativa"

El trabajo de edición a cargo de Natalia Cisterna fue elogiado por todos los que participaron en el proyecto. Junto con aportar el contexto de producción de las obras, al que contribuyen tanto el prólogo como el dossier con la cronología y los artículos monográficos de Kemy Oyarzún y Grínor Rojo, el equipo encabezado por Cisterna revisó y cotejó todas las versiones de los relatos y novelas publicados cuando aún vivía Marta Brunet, en especial las Obras completas (1963), a las que incorporó el conjunto inédito de cuentos Solita sola. En la preparación de aquel volumen recopilatorio la autora aprovechó de revisar sus textos y hacer algunos cambios, razón por la cual los editores de Obra Narrativa lo utilizan como texto base, a falta de los manuscritos, con la sola excepción del original de Montaña adentro, de 1922, el único que se conserva, y que fue comprado por el académico Mario Ferreccio a un vendedor de libros usados. Ferreccio tenía la intención de elaborar una edición crítica filológica, pero murió antes de concluirla. Su nieto, Pablo Concha, facilitó el texto, con todas sus notas, a los editores del nuevo proyecto. De esta manera, la presente versión de Montaña adentro es la más profusamente anotada y la que registra más variantes.

El segundo tomo de la Obra narrativa de Brunet, adelanta Cisterna, reunirá todos sus cuentos en orden cronológico, de acuerdo con la fecha de la primera edición de cada uno de sus libros de relatos. Incluirá además un apartado con aquellas narraciones que no aparecieron en formato de libro. Algunas estaban presentes en la edición de 1963, mientras que otras fueron halladas en distintos medios, como La Discusión de Chillán, y la revista argentina Caras y Caretas. El segundo tomo se publicará en junio del próximo año, con el mismo prólogo del primero, pues abarca la obra completa de Brunet. Natalia Cisterna será la editora del volumen, a cargo nuevamente de la introducción y notas. En el rol de coeditores estarán Osvaldo Carvajal y Ángela Pérez, autora de la cronología. Sobre el dossier, Cisterna adelanta que uno de los ensayos estará a cargo de la profesora Rubí Carreño.


 La difícil negociación con la Universidad de Chile

Marta Brunet dejó todos sus bienes a la Universidad de Chile, así como sus derechos de autor. El año 2009, Ediciones de la Universidad Alberto Hurtado le planteó a la Casa de Bello el proyecto de publicar toda la obra narrativa de la autora. Comenzaron a entenderse con Editorial Universitaria, pero cuando asumió la anterior Vicerrectoría de Extensión, la nueva autoridad argumentó que iban a poner orden en los derechos patrimoniales y tomó a su cargo los de Marta Brunet. De ahí en adelante las negociaciones se entramparon durante cuatro años en cuestiones como el formato del libro, el tipo de colaboración entre ambas universidades, la cantidad de ejemplares, las regalías. Cuando en junio de este año asumió el nuevo rector de la U. de Chile, Faride Zerán ocupó la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones. Su llegada agilizó el proceso.

En la presentación del libro de Marta Brunet realizada en la Filsa, Zerán reconoció que su universidad se demoró en dar los permisos, pero enseguida anunció que después de una conversación con Fernando Montes, rector de la Universidad Alberto Hurtado, establecieron alianzas y proyectos en conjunto.

"Debo señalar que la Universidad de Chile efectivamente tiene los derechos de Marta Brunet no para guardarlos, sino para difundirlos, y en ese sentido asumimos este legado como un mandato. Este libro serio, riguroso, sin duda le hace honor a la obra de Marta Brunet y nos deja muy contentos. Con esta alianza gana la literatura", afirmó la vicerrectora en medio de los aplausos del público.



 


 

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