Por Ángel Rama
Publicado en Acción, 3 de febrero de 1963
En: La querella de realidad y realismo. Ensayos sobre literatura chilena
Editor Hugo Herrera Pardo. (Mímesis, 2018)
—“En definitiva, ¿qué es lo que vas a hacer en Montevideo?
—“¿Yo? Pues, hijito, iré a conversar con ustedes.
Esta respuesta, acompañada de una de sus contagiosas explosiones de risa, es de Marta Brunet, designada “adicta cultural” de la embajada de Chile en Montevideo, y el diálogo lo sostenemos en su apartamento de Santiago, tan lleno de objetos raros, libros y cuadros, tan llenos sobre todo de amistad y simpatía.
Marta tiene hoy 65 años y una obra narrativa extensa, que, iniciada en 1923 con su breve novela de ambiente rural Montaña adentro, ha llegado a la inminente aparición de sus Obras Completas que recoge una veintena de títulos coronados por el Premio Nacional de Literatura.
En un momento de las letras chilenas marcado por la ruptura generacional y cuando los jóvenes se han rebelado contra sus mayores, atacando fieramente la condiciones estéticas de su producción y proponiendo nuevas coordenadas creadoras, Marta Brunet ha conservado una situación especial de atención y respeto, en buena parte debida a su simpatía personal. “¿Sabes? —me dice— me llaman ahora la Pachamama, la madre tierra”. Este respeto enternecido es reflejo de la simpatía nacional que en ella ha descargado su afán mítico, suplantando así la admiración ciega por Gabriela Mistral.
Pero Marta Brunet no es solamente una narradora. Es también una mujer que ha trabajado en el periodismo con capacidad: dirigió la revista Familia de Zig-Zag, desde 1934 hasta 1939, y vivió de su actividad como cronista durante mucho tiempo, antes de que ingresara a la diplomacia al ser designada por Pedro Aguirre Cerda, adscrita al consulado general de Chile en Buenos Aires. Allí vivió la amistad de los escritores argentinos, González Carvalho, Rojas Paz, Silvina Bullrich, Juan Carlos Ghiano, González Lanuza, etc., y vivió el periodo duro del peronismo. En Buenos Aires oí decir de muchos perseguidos del peronismo que encontraron en la casa particular de Marta Brunet un lugar donde esconderse, un asilo para salir del país. En 1952 es destituida por Carlos Ibáñez, y recién ahora reingresa a la diplomacia, primero en el Brasil y después en Montevideo adonde llegará en estos días.
Su tarea cultural parecería innecesaria en una de las embajadas que más y mejor ha hecho por la difusión de la cultura a través de la obra constante de don Ricardo Latcham, quien creó la presencia cultural de Chile en nuestro país, acentuando la fraternidad de dos pueblos sudamericanos bastante parecidos en sus problemas y en sus inquietudes de países libres. Pero no está mal que la cultura, la más auténtica, ocupe el primer plano en la relación internacional, y es un honor para nuestro país que una de las primeras figuras de la narrativa chilena entre a participar de nuestra vida intelectual.
Sobre todo porque, diferenciándose quizás de nuestras costumbres culturales, Marta Brunet es una escritora siempre atenta a las creaciones de su contorno, a la obra de los jóvenes tanto como de los maduros y consagrados. Su amistad larga con Manuel Rojas, con José Santos González Vera, y con tantos otros, nada ha quitado a su estima por la obra más nueva, la de Nicanor Parra, la de José Donoso. Muchas veces, en su actividad de profesora de las Escuelas de Temporada —acaba de dirigir una de ellas en Chillán— ha hablado con conocimiento preciso, de las nuevas corrientes, de los autores más rebeldes y buscadores de nuevas sendas literarias. Y luego América: “Mi último y grandísimo descubrimiento es Alejo Carpentier —me dice—. Sí, ya sé que llego tarde, pero pasé muchos años sin poder leer a causa de mis ojos, y en ese periodo preferí que mi lectora leyese las obras de los autores chilenos que iban apareciendo. Ahora acabo de leer El reino de este mundo y Los pasos perdidos. Es un gran artista americano”. Y de inmediato nos ponemos a descubrir juntos, largándonos nombres como si fueran acertijos, a las grandes figuras de las letras americanas. La agilidad con que se maneja en esa selva inextricable, su presteza y alegría cuando descubre un escrito afín, testimonian de una curiosidad intelectual y una inteligencia crítica que hay que poner en su haber para que no sólo sea una narradora intensa, sino también una destacada personalidad de las letras americanas.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez
Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Charla en Santiago: Marta Brunet entre nosotros
Por Ángel Rama
Publicado en Acción, 3 de febrero de 1963
En: La querella de realidad y realismo. Ensayos sobre literatura chilena
Editor Hugo Herrera Pardo. (Mímesis, 2018)
