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        Con el cuerpo en  un estuche de violín: la poesía de Tomas Tranströmer.
        Por Martín Camps
         
         
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        Estaba lloviendo a cántaros cuando llegué a  la biblioteca Bancroft en Berkeley, California. Era la mañana cuando anuncian  al afortunado que recibe el premio Nobel de literatura. Las agencias de  apuestas hacen su agosto hasta con estos galardones otoñales, entre los que  empezaban a cotizar para recibirlo estaba, curiosamente, Bob Dylan, que hubiera  sido extraño, pero también, tal vez, hubiera sido un reconocimiento a la  cultura popular y a la música que no tiene acceso a esa presea. Aunque, a decir  verdad, ¿por qué han de requerir más los músicos que ya de por sí gozan de una  holgada vida, repleta de honores y dineros, cuando el Nobel puede refrescar el  trabajo de un autor que se mueve en los túneles del olvido?
        Decía  que llegué hecho una sopa a la biblioteca y en una de las salas, la biblioteca  Morrison para ser exactos, había movimiento de gente para un evento, me acerqué  a este recinto que es un verdadero oasis de paz y tranquilidad, con estantes de  madera, sillones cómodos, lámparas bien situadas para acoger la lectura y ese  silencio de cuerpos presentes que se esfuerzan por no hacer ruido, un sigilo de  carraspeos aislados, de crujido de sillas, de aleteo de hojas y pasos  cuidadosos. Esa biblioteca estaba ahora llena de estudiantes y algunos  profesores encanecidos. Una mujer presentaba al poeta Robert Hass, premio  Pulitzer, para hacer una lectura de poemas de Czeslaw Milosz (1911-2004), el  poeta polaco que fue profesor de lenguas eslavas en Berkeley de 1961 a 1998 y  ganador del Nobel de literatura en 1980. El poeta norteamericano Robert Hass  nos anunció que acababan de anunciar el premio Nobel para Tomas Tranströmer, el  poeta sueco. Hass había hecho una traducción de sus poemas en 1987 y nos leyó  algunos poemas para celebrar el galardón. Nos compartió un poco sobre su  biografía, de cómo la esposa de Tranströmer, después de que su esposo tuvo una  embolia que dejó paralizada la mitad de su cuerpo, le compró una serie de libros  de piano para una sola mano y le dijo: anda, ponte a trabajar. Algunos músicos  le han compuesto piezas para su mano izquierda. Después Hass continuó con la  lectura de Milosz y un anecdotario generoso, pero eso será tema para otra  ocasión.
          Como  suele suceder cuando la academia sueca suelta un tirabuzón entregando el premio  Nobel de literatura a un autor que no tengo el honor de conocer, porque de nada  sirve decir, “sí lo he leído”, cuando unas horas antes estaba en el mismo  armario de los fantasmas, me fui a la biblioteca a sacar algunos libros en  traducción al inglés porque no pude encontrar más y demoraría bastante en  romper el código del sueco (Tack es gracias en sueco, sé esto gracias a una  familia de amabilísimos suecos que conocí alguna vez en Los Angeles), tampoco  tenía a la mano las traducciones que ha hecho al español el poeta uruguayo  Roberto Mascaró, quien me platicó en un correo electrónico, que las obras  completas saldrán en España en ediciones nórdicas, la única traducción  autorizada. Mascaró ha traducido a Tranströmer desde hace treinta años, período  en el que ha compartido la amistad de este poeta sueco, al que dice finalmente  se le ha hecho justicia. Ayuda hacer traducciones cuando tienes al alcance el  teléfono del traducido y juntos pueden resolver el rompecabezas que es la  traducción, así sea la más mínima. Según él los pocos ejemplares que llegaron a  México se agotaron de inmediato.
         Me  senté en la biblioteca por las horas necesarias para conocer su poesía y desde  hace una semana he estado leyendo sólo sus versos, reflexionando en este gran  poeta sueco. El resultado de estas lecturas, cuya bibliografía pongo abajo, es  lo que viene a continuación. Después de cada poema pongo el año de la  publicación de la versión en inglés y el número de página. Aclaro que las  traducciones son mías, así como sus errores y posibles aciertos.
         No  insistiré demasiado en los datos biográficos, pues los periódicos son por lo  general buenos para rellenar esta información, pero la ficha más breve indica  que Tomas Tranströmer nació en Estocolmo en 1931. Es de profesión psicólogo y  trabajó de 1960 a 1966 en la prisión juvenil Roxtuna. Desde 1967 ha trabajado  con los discapacitados ocupacionales en Västerås. Es uno de los poetas más  respetados de Suecia y ha recibido el premio Bonnier y el Petrarca. Vive en  Estocolmo, con su esposa Mónica.
         El  primer libro que leí se llama “The Sorrow Gondola” [Góndola fúnebre] traducido  por Robin Fulton, que ha sido uno de sus traductores al inglés más  consistentes, ha estado trabajando con los poemas de Tranströmer por lo menos  35 años. Tranströmer es un poeta que tiene una facilidad para la metáfora  exacta, esas metáforas que de tan bien construidas afectan la realidad del  objeto y esos objetos ya no pueden ser los mismos. De este libro, traduzco el  poema “Two cities” porque me recuerda a mis ciudades de El Paso y Ciudad  Juárez, una región partida en dos por un río. Porque los poemas hablan de  muchas maneras distintas a quien los lee, este poema tiene que ver posiblemente  con dos ciudades suecas, pero para mí, son estas ciudades fronterizas entre  México y Estados Unidos.
        
          
            Dos ciudades
            Cada una en su lado, dos ciudades
              una ensombrecida, ocupada por el enemigo.
              En la otra las lámparas brillan.
              La rivera con luz hipnotiza a la oscura.
            Nado en un trance
              en las refulgentes aguas oscuras.
              El tañido de una tuba aburrida penetra.
              Es la voz de un amigo, toma tu tumba y  camina.
            Del libro “For  the Living and the Dead” (1995)
          
        
        Como vemos, las imágenes de Tranströmer son  contundentes, por ejemplo, en el poema “The Nightingale in Badeluna” [El  ruiseñor en Badeluna] dice: “El tiempo desciende del sol a la luna y de allí a  todos los tic-tacs de los relojes agradecidos” o en el poema “Arcos romanescos”  habla del vasto universo interno de lo humano que se abre como una catedral  interminable donde se expanden bóvedas y cámaras, como una arquitectura que se  expande año con año: 
        
          
            “No te avergüences de ser humano,  enorgullécete! 
              Dentro de ti bóvedas tras bóvedas se abren  sin fin.
              Nunca estarás completo, y así es como debe  ser”
          
        
        En su biografía poetizada “Las memorias me  miran” aprendemos que su más antigua memoria es un sentimiento, el sentimiento  de extraviarse de sus padres, de estar solo, “su primera experiencia de muerte”  como dice. También habla de su estrategia contra un niño maligno que le  agredía, dice: “Hasse era un niño grande y medio oscuro que era cinco veces más  fuerte que yo y tenía la costumbre de luchar conmigo durante cada descanso en  nuestro primer año de escuela. Al principio me resistía violentamente, pero eso  no me llevó a ningún lado pues me tiraba en el suelo y triunfaba sobre mí. Al  final pensé sobre una manera de defraudarlo: relajación total. Cuando se me  acercaba pretendía que mi ser real había volado fuera de mí dejando atrás sólo  un cuerpo, una piltrafa sin vida que él podía aplastar cuanto quisiera. Muy  pronto se cansó de eso” (1995: 33). Esta biografía es uno de los relatos  poetizados que evidencian que lo más importante y rescatable de las biografías  es lo que sucede en la infancia, esas memorias de pequeñas derrotas que por lo  general se dejan fuera de los recuentos vanagloriosos de constantes victorias  sobre la ignominia.
         En  una línea de su poema “Para Mats y Laila” dice algo que podría ser usado para  describir la claridad de sus imágenes poéticas: “Nunca me ha sucedido a mí que  el diamante de cierto instante haga una cicatriz permanente en mi imagen del  mundo” (2001: 68). En su poesía, al contrario, parece que los instantes dejan  marcadas cicatrices en quien lo lee, sus poemas dejan marcado al lector con su  exactitud de diamante.
         En  el siguiente poema tenemos un logado ejemplo del difícil arte de un poema de  amor, “pero el cuerpo tomó el camino más cercano a ti” dice o el verso cósmico  que cierra el poema como un candado.
        
          
            Escritura de fuego
            Durante los meses pesados, mi vida sólo  prendió fuego cuando
                          hice  el amor contigo.
              La luciérnaga también se enciende y apaga, se  prende y apaga
                          -En  rápidos vislumbres seguimos su ruta
              Entre los olivos en la oscuridad de la noche.
            Durante los meses pesados el alma se sentó
                          indolente  y aplastada,
              Pero el cuerpo tomó el camino más cercano a  ti.
                          Los  cielos nocturnos dieron mugidos
              Le robamos leche al cosmos y sobrevivimos.
            (2001: 82)
          
        
        En “Postales negras” tenemos la versión sueca  de un vallejiano “heraldo negro”. El tema del paso del tiempo, de la confianza  en nuestras ocupaciones, agendas llenas, el tiempo sin tiempo. Lo importante es  reconocer cuándo nos ha visitado ya la muerte para tomarnos las medidas de  nuestro entierro y pacientemente nos espera para llegar a ese destino  irremediable. Cuando nos afanamos en todo, alguien ya está trabajando en  nuestra mortaja.
        
          
            Postales negras
            I.
            La agenda llena, el futuro incierto.
              El cable zumba silenciosamente una canción  tradicional
              Pero carece de país. Nieve cae en el mar  gris. Sombras
              pelean en el muelle.
            II.
            A la mitad de tu vida, la muerte aparece
              y te toma las medidas pertinentes. Olvidamos  la visita.
              La vida continúa. Pero alguien cose 
              el traje silenciosamente.
            (2001: 83)
          
        
        En “Abril y silencio” continúa el tema de la  muerte, pero el poeta nos recuerda que nuestra sombra es ya la zanja permanente  que repta a nuestro lado y las palabras para describirlo se alejan de nosotros  como piedras preciosas que brillan a través de una cristal, ya ha dicho en otro  poema “qué maravillosa invención es el cristal, estar cercano, pero sin  tocarnos” (2006: 168).
        
          
            Abril y silencio
            La primavera yace desierta.
              La aterciopelada zanja oscura
              se arrastra a mi lado 
              sin reflejar nada.
            Todo lo que brilla
              son flores amarillas.
            Soy llevado en mi sombra
              como un violín
              en su estuche negro.
            Todo lo que quiero decir
              destella fuera de mi alcance
              como la plata
              en una casa de empeños.
            (2006: 199)
          
        
        Algunas de las reacciones al Nobel referían  que el poeta no tenía realmente una “línea política” es decir que no escribía  desde una posición para defender cierta causa. Creo que en Tranströmer sólo se  defiende el uso de una poesía depurada. Porque esa es la labor del poeta, no  sólo hermanar su arte con una causa social. Sin embargo, en el poema “Panfleto”  habla del levantamiento de los clavos, de los que juntan la sociedad; olvidados  instrumentos que pocos reconocen, son como los silenciosos trabajadores que  construyen la sociedad pero que ahora “sienten el viento de muerte bajo sus  alas”. Este podría ser uno de los poemas más justos para tiempos de  levantamientos sociales, ocupaciones de Wall Street y plazas, un momento de  concientización y defensa de los desheredados, los que unen todas las cosas,  los trabajadores que deciden levantarse con las armas de la conciencia y  deshacer el mundo que gracias a ellos se mantiene junto. 
        
          
            “¡Nosotros los clavos vivientes amartillados  en la sociedad!
              Un día nos soltaremos de todo.
              Sentiremos el viento de muerte bajo nuestras  alas
              Y nos tornaremos más suaves y más salvajes  que nunca.
            (2006: 187)
          
        
        En otro poema habla sobre las leyes  gravitacionales que ejercen una tiranía sobre nosotros hasta empujarnos al  hoyo: “Las leyes de la gravedad nos presionan / contra nuestros trabajos de día  y contra nuestras camas de noche” (2006: 121). En este sentido nuestra vida es  sólo sucumbir ante la dictadura de la gravedad que nos reclama de nuevo a la  tierra.
         La  fuerza de las imágenes de Tranströmer se compone como una reflexión profunda,  no sólo de la belleza de la postal, del colorido y exactitud logrado con el  lenguaje, sino la lección que esconde, por ejemplo en el poema “Syros” dice:  “Como juguetes de nuestra infancia que han crecido como gigantes/ y nos acusan  / de lo que nunca fuimos” (2007: 61). O en este verso: “En mi camino a casa veo  hongos crecer sobre el pasto. / Son dedos que se alzan por ayuda, de alguien /  que ha estado sufriendo solo en la oscuridad profunda” (2006: 114). Tranströmer  es atento también al ruido de las hojas de pasto al crecer “el rugido de  millones de pequeñas flamas de gas” (2006:133). Sabe además de cómo el poeta se  levanta en la noche a escribir unas palabras en un papel cercano, en el margen  de un periódico, palabras que “irradian sentido” pero que en la mañana esas palabras  no parecen decir nada.
         Hay  en Tranströmer un renovado sentido de la sorpresa y del misterio. Para hablar  por ejemplo de los amores irresueltos, dice: “Los crímenes más serios  permanecerán sin resolver a pesar de los esfuerzos de muchos policías. De la  misma manera en que hay un gran amor sin resolverse en algún lugar en nuestras  vidas” (2006: 194). O la sabiduría que esconde el siguiente haikú, un estilo  que se le facilita al poeta como lo demuestra el siguiente poema:
        
          
             “Las hojas sepia 
              en otoño únicas cual 
              las del Mar Muerto”
            (2006: 225)
          
        
        Tranströmer  es un poeta que en medio de tupidos bosques, de poetas que se esfuerzan a todo  vapor por encontrar la fama a toda costa (y sobre todo a costa de la poesía)  sus poemas se abren como un despejado en tanto bullicio, como en su poema “El  claro” que dice “En la mitad del bosque hay un claro inesperado que sólo puede  ser encontrado por aquellos que se han perdido” (2001: 75). En Tranströmer no  hay un político que se vale de la poesía para empujar agendas, no hay un  narrador que alguna vez fue poeta, no hay un ogro nacional que usa sus preseas  para defenestrar opositores o crear escuelas de seguidores donde él se erige  como un sumo pontífice, en el Nobel del 2011 sólo hay poesía, e imágenes que  reconstruyen el mundo a fuerza de humildad (cualidad nórdica que se enseña  desde la infancia, donde los niños aprenden que ellos no son más importantes  que otros) y una valiosa escritura.
         
        
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        Bibliografía
        Transtromer,  Tomas. For the Living and the Dead: New  Poems and a Memoir. Edited by Daniel Helpern, translated by Joanna Bankier.  Hopewell, New Jersey: The Ecco Press, 1995.
        ---. The Great Enigma: New Collected Poems. Translated by Robin Fulton. New York: New Directions Book, 2006.
        ---. The Half Finished Heaven. Translated by  Robert Bly. Saint Paul, Minnesota: Graywolf Press, 2001.
        ---. The Sorrow Gondola. Translation Robin  Fulton. Dublin,  Ireland: Dedalus Press, 1997.