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Poemas calavernarios: Un Rosario de Huesos
de Jorge Humberto Chávez
Por Martín Camps
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Un Rosario de Huesos (Fondo Editorial Universidad Autónoma de Querétaro, 2020) es el último poemario 
de Jorge Humberto Chávez, oriundo de Ciudad Juárez (1959) y ganador del premio Aguascalientes en el 2013 con el libro: Te diría que fuéramos al río Bravo a llorar, pero debes saber que ya no hay río ni llanto, un poemario que recoge el español fronterizo y norteño para construir su lenguaje propio. La distinción del premio marcó una validación del lenguaje septentrional de México y la poesía esmerilada en el borde (filoso) de América Latina, en el estuario cultural donde Estados Unidos y México mezclan sus aguas y el río Bravo tiene dos caras; para los del otro lado es el Río Grande, para los mexicanos, El Bravo. En sus poemas aparecen calles como la Paseo Triunfo de la República y palabras que, en un angloñol fronterizo: “crashaan” (chocan).
En este poemario continúa (como en su anterior libro) por versos largos y poemas narrativos donde brilla una historia. Por supuesto, el título del libro nos hace pensar en una época de violencia, de la era calavernaria de México donde madres buscadoras rastrean fosas para encontrar a sus seres queridos, como dice el poeta, porque: “debajo están los huesos blancos y pelados esperando tu voz para despertar” (9). En el poema “Texto de San Fernando” habla de los padres que escarban sin descanso en el desierto para encontrar aunque sea una porción de huesos de sus hijos. Pero el autor no únicamente piensa en el osario de los que esperan justicia debajo de la tierra, sino también, amorosamente, en los “huesos que te piensan” (11).
Destaco dos poemas. El primero se titula: “La poesía vs. La prosa” donde la voz poética habla de que en la poesía no hay dinero y lo que realmente reditúa es la narrativa y la posibilidad de ver una novela publicada en una editorial española que generaría mayores dividendos, dice:
lo que sí está claro es que no ganaremos el nobel
tampoco el sufragio de nuestros desconfiados condóminos
ni habrá cincuenta sílfides buscando nuestro autógrafo
ni llegaremos a la mesa donde yanta el rey
[…]
pero un día caerá la ciudad
y ahí bajo la amalgama de los cementos y los hierros
más duros que la roca
más persistentes que el tiempo
nuestros huesos continuarán
cantando.
(25)
Bolaño decía que el poeta es un héroe porque hace algo sin reconocimiento ni remuneración, sin embargo, lo siguen haciendo. El poeta, en efecto, tiene que meter la cabeza en el abismo y confiar en que esos versos contienen un canto que puede salvar a alguien, aunque ese alguien sea uno mismo.
El segundo poema que cito se llama “Un six pack para César Silva” que menciona al también poeta y narrador de Ciudad Juárez, César Silva Márquez (1974). El poema es una exquisita descripción del gradual embriagamiento con cada botella.
Con la primera cerveza adviene un chispeo que llega al centro de mi corazón como un dardo construido de dicha espumeante.
[…]
Abro la tercera y la sopeso en mi mano: hay una helada gravedad y la bebo sin prisa midiendo sus perlas espumantes de amarga cauda.
[…]
La quinta cerveza es el hundimiento: me desciendo encontrando las costras que me son las roturas que construyen mi hueco
todos tenemos lugar en una resta que nos define mujeres y hombres vamos caminando en círculos mostrándonos unos a otros eso que falta eso que duele.
(38)
Un rosario de huesos es un libro donde aparece una ciudad (un país), agobiada/o por muertos indóciles que siguen hablando a pesar de la tierra caliente y piden la voz para reclamar justicia. En efecto, como dice el poema que cierra el libro: “la poesía no sirve de nada / si no puede ayudar a la gente a vivir” (45) y este libro ayuda a germinar la esperanza a pesar de la ristra de huesos.
