La tierra de la gran promesa (Random House, 2021. Pp. 448) de Juan Villoro toma su título de la película del cineasta polaco Andrzej Wadja que se exhibía justo en el momento en que se incendió la Cineteca Nacional en 1982, un fuego que duró quince horas y ocasionó cinco muertos, más de cincuenta lesionados y devastó parte del patrimonio cinematográfico del país. La película (basada en una novela de W. S. Reymon) narra la historia de tres amigos que abren una industria de textiles en la ciudad de Lodz; una de las escenas finales muestra el fuego devastador de la empresa, como una trágica coincidencia con el destino de la cineteca.
El personaje principal de la novela es Diego González, un documentalista con éxito que en una de sus cintas recoge una entrevista con un importante narcotraficante apodado “El Vainillo”, pero un detalle de la cinta permite dar con el paradero del capo lo que desata la furia del crimen organizado y el cineasta debe escapar a Barcelona donde trabaja con el magnánimo Jaume Bonet. Asimismo, Diego es atormentado por la muerte de un amigo en un accidente automovilístico cuando él conducía, pero decide echar la culpa al muerto. Su pareja, Mónica, una sonidista, graba sus somniloquios donde Diego confiesa su falta.
En esta novela, Villoro relata los largos tentáculos del crimen organizado que se valen hasta del cine para lavar dinero porque “en cualquier cartera hay al menos un billete que pasó una noche con el crimen organizado”. El libro narra los detalles de un secuestro y la tortura en un país donde impera la violencia y la inseguridad. Además, narra el poder de las redes sociales para descalificar y odiar a quienes la turba ha destinado como su víctima, en este caso, Diego.
Villoro relata las políticas que rigen la producción de cine mexicano, las referencias a los grandes de la pantalla grande, por ejemplo, Diego usa la fecha del nacimiento de Luis Buñuel como su contraseña 22/02/00. En el libro leemos las reflexiones de un Villoro cronista, sofisticado observador de la realidad y profundo conocedor de la producción cultural mexicana, por ejemplo, habla del “ajolote” que utilizó Roger Bartra como símbolo de la metamorfosis frustrada en su libro La jaula de la melancolía para hablar de la identidad del mexicano que se queda en el umbral y no pasa de su etapa larvaria. Sin embargo, estas reflexiones no son para subirse a un pedestal, sino resultado de una pedagogía instintiva. Dice el narrador: “tardé cuarenta años en descubrir que el esnobismo es una forma pretenciosa del resentimiento.”
La novela toma el pulso a la convulsa realidad mexicana donde palpita el miedo a una delincuencia que en ocasiones rebasa al Estado. Es también una reflexión sobre el deseo manifestado en la relación de un personaje que sobrepasa la edad de su interés femenino. Al final de la novela, cuando Diego está por salir al exilio en el aeropuerto de la Ciudad de México rumbo a Barcelona “porque en México no huyen los culpables, sino los inocentes”, se encuentra con Adalberto Anaya, el periodista que lo ha acusado de corrupción y que sale también de México, pero a Harvard con la beca Nieman para escribir un libro titulado “La otra nieve del Almirante” sobre el tráfico de cocaína; en un juego ingenioso del título de novela de Álvaro Mutis donde advertimos un rasgo del humor villoriano.
Villoro ha dicho que esta novela le tomó nueve años en escribir y podemos ver reflejada la última década de un México que ha tenido al centro el tema de la violencia que ya no se circunscribe en el norte de México, como al inicio de la guerra del narco en el 2006, sino que tiene ahora sucursales en todo el país. Villoro utiliza el mundo del cine como el escenario para su reflexión, es sin duda una novela con diálogos intensos y creíbles que podrían aparecer en un guion cinematográfico. La novela también se construye en los polos transatlánticos de España y México, recogiendo expresiones del habla española y del vernáculo mexicano. Las reflexiones ensayísticas de Villoro esparcidas a lo largo de la novela revelan el calibre de un narrador que pone la filosofía al servicio de la narrativa. Las frases incisivas y subrayables capturan el trance histórico por el que atraviesa México. Así como el personaje de Diego habla en sus sueños para exorcizar un accidente del pasado, de pronto esta novela nos ayuda a mirar reflexivamente lo acaecido en los últimos quince años de violencia y a imaginar futuros alternativos más serenos donde la tierra de la promesa no termine en llamas.
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Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com El incendio de las ilusiones: "La tierra de la gran promesa" de Juan Villoro.
Por Martín Camps
Diego es atormentado por la muerte de un amigo en un accidente automovilístico cuando él conducía, pero decide echar la culpa al muerto. Su pareja, Mónica, una sonidista, graba sus somniloquios donde Diego confiesa su falta. 