Mayo, 1964
Un antipoema de locura Atravieso una esquina y pasa una citroneta verde, que dice: Sopas Knorr. Paso a la esquina próxima y la veo de nuevo: Sopas Knorr. Voy a atravesar la calle. Se ha detenido más allá de la raya una carroza funeraria automóvil, delante de las Sopas Knorr. Hay que pasar entre los dos vehículos, y una anciana de negro, ansiosa por llegar a su destino, me atropella —¡tal es su prisa!— y pasa justo entre los dos autos, en el momento en que la funeraria retrocede, y es aplastada entre la parte trasera de la carroza y la trompa de las Sopas Knorr. ¿Venía para ella o para mí? Pero ella saltó con la liviandad de la senectud extrema, puro hueso, y se deslizó incólume entre los dos impla-cables artefactos, y sin inmutarse, ya en la otra acera, dio una moneda para una colecta y compró un billete de lotería.
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Por Martín Cerda
Publicado en Diario, Ediciones LAR, 1990
