Corsé de Renato Salas
Por Miguel Ildefonso
El poeta Renato Salas (Lima, 1971) integrante del noventero grupo poético “Cultivo”, uno de los más vitalistas de aquellos años, acaba de editar su tercer poemario Corsé. Primero publicó Desde el colchón, una muestra de su poesía en conjunto con los otros miembros de Cultivo (Rudy Pacheco, Juan Ramón Carrasco y Eduardo Braga), luego vino De Lima a Vitarte. Su poesía ha caminado en una mezcla iconoclasta de lírica pura e irónica, y siempre en ámbitos urbanos. En esta nueva obra, mediante la presencia de diversos íconos culturales como Dante, Darío, Berceo, Betty Blue, Li Po, Fray Luis, por citar a unos pocos; nos entrega el relato fragmentado de una época que, mediante la palabra poética de Renato, con toda su honestidad brutal, pero plena de belleza, recobra su deslumbrante actualidad. Con un buen manejo del ritmo, de corte clásico, nos metemos, en la primera parte (sin título) del libro, en una galería de pinceladas del alma de diferentes héroes que declinaron ante lo trascendente - más bien como mártires -, pero que dejaron valiosas iluminaciones a lo largo de la historia: es el fuego anhelado del que habla Héctor Ñaupari en el prólogo. Poemas homenajes que tratan del asombro ante la eternidad, como los epigramas o epifanías de Borges; y una grave nostalgia convertida en ironía, como en Tiempo, poema que cierra la primera sección en donde hace un recuento de lo que es la literatura. Esta primera sección está dedicada al tiempo y los estragos que hace en la historia, y además cómo el hombre ha tratado de vencerlo a través del amor, la poesía y los viajes. La segunda parte (Acido Alrededor de la Mágica Melancolía) es la historia de Alegría (transformada luego en Melancolía) y Acido, en un mundo ultraterrenal, alegórico, del Hades y el Edén, una historia de amor en medio de milenarias batallas, como en Piedra de Sol, de Octavio Paz. La mujer se diviniza, es origen de la creación, pero también del deseo y la destrucción. Pleno de alucinaciones urbanas, entre los insomnio, el poeta, como un visionario surrealista, se inmersa en lo onírico, y las convulsiones entre el Eros y el Thanatos. Estamos en aquí en el otro lado del Tiempo, en lo intemporal, el éxtasis. Es esa búsqueda de fusión de los amantes, la lucha por llegar juntos a lo trascendente mediante el amor y el arte. El corsé será la unión final de aquellos que fueron expulsados del Paraíso, que gracias a la poesía, y a su eficacia para fusionar las dualidades, podemos revivirlo aunque sea en la efímera gracia que nos dan los dones del lenguaje. Aquí una breve muestra:
Princesas
Yo me pregunto dónde están las tristes princesas
aquellas que suspiran olores de fresa
y en sus cuartos yacían olvidadas, candorosas;
mientras observo alucinado una diablesa
pasada de dosis, beber, jalarse mi fiesta
con su actitud pálida, serena y funesta.
Obligación
Para mí no hay Violante que mande
y los aprietos los invento solo
si catorce versos es el enrolo
papel, lápiz y no resulta grande
Yo sé que mis consonantes son fraude
que a Boscán y Garcilazo enarbolo
y en este verso casi me embolo
tropiezo, babeo y pido rinde
Soy consciente que solo seis me faltan
que a ese dante lo leí en colegio
y hasta en canción algunos lo cantan
Que llegado al catorce queda regio
y todos sus galas siempre resaltan
pues amigo lector: cuidado el plagio
Cóleras
La furia de aquiles, llanto de Eneas por Palante, Poseidón enceguecido por el llanto de olifemo, Dido enclavada por el amor, Brumhilda enviando su lancero, Dante infernando a sus enemigos, Julieta y Romeo lanzando el último suspiro, Gómez de Guzmán descuartizado por Fuenteovejuna, las cachetadas de los molinos contra Quijano, todos los dientes de Lázaro al viento, Flecha gozando con el Harpagón moribundo, Werther y su bala navideña, Javier persiguiendo a Jean Veljan, Poe y ese maldito ojo y esa maldita TBC, el hacha de Raskolnikov, mi cólera contra Emma Bovary, los tiburones del viejo Santiago, el pobre Kafka contra su padre.
Nada se iguala a mi compañera molesta, su cólera de verdad arrasará este fin de semana y yo de cuajo me aferraré a ese furor literario.
Epílogo
Los sueños están cubiertos de cordura.
Se dice que Acido puede ser encontrado leyendo versos
en alguna vereda perdida
que captura en nauseabundas esquinas.
De Melancolía se ha recopilado una
antología de pasos moribundos.
Acido y Melancolía han olvidado sus nombres
y son seres anónimos que flotan
en mundos opuestos.
El choque de esos vientos narra
uno de sus últimos encuentros
en el cual pierden sus signos vitales de unión.
Acido suele recoger sus caminos, llevarlos
a un rincón oculto que él sólo conoce.
Melancolía estampa su recuerdo
en el techo de su cuarto y calla.
Silenciosamente revolotean en la nostalgia.
Acido ha muerto y finge vida,
Melancolía ha nacido
Y los dos lloran en la distante
distancia.
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