“La muerte crece en las habitaciones
Y sale a los caminos”
Pietro Quercia
En el origen Dios creó el paraíso y dijo hágase La Frontera, fue así como en un remoto pueblo llamado Temuco arribó el poeta Garza de los Dolores. De profesión es un profesor de Castellano y Comunicación, pero sus inquietudes artísticas lo llevaron a ser uno de autores de la vanguardista Revista Kuma. Ya en sus publicaciones tanto en la revista como en solitario existe una marcada ironía, uso de lenguaje bíblico y figurativo, como en “Héroes del dolor” (2020) que ya desde su título delata un marcado pesimismo, una desilusión de la realidad. A través de toda su línea poética podemos ver un héroe trágico que se enfrenta a su destino. Cuando llegue la noche siniestra a cubrirnos con su manto, en ese momento pensaremos en el gusano y en Dios.
Abandonen toda esperanza y contemplen cómo se desvanece del espíritu todo atisbo de dulzor y se vive el padecimiento de estar vivo. Desde el nacimiento estamos condenados a morir, nuestro destino es transitar a la muerte, siendo éste un ritual sagrado que nos conduce a un nuevo porvenir. El fin de nuestros días auguran solo podredumbre, donde la tumba es nuestra única certeza frente a la incertidumbre de la existencia. Es en este escenario donde el poeta Garza de los Dolores canta la putrefacción, canalizando su voz en aquello que la humanidad teme, oculta y niega: el doloroso y horroroso camino hacia el más allá. Nadie sabe qué ocurrirá en nuestro deceso, pero lo cierto es que los gusanos se harán un gran festín de nuestra carne. La furia y cólera son la tónica del poemario “El gusano” (2022), cuyo ímpetu lírico del poeta se derrama sobre las copas con su palabra como arma de doble filo que sana y destruye, pues la muerte es una bestia iracunda que te devorará hasta los huesos. Como sostiene Arthur Schopenhauer, el ser humano es el único animal que tiene conciencia de la muerte, viviendo espantados frente al vacío y el abismo, al sentirnos ínfimos ante la cúlmine de nuestra existencia.
Se evidencia una potente voz lírica, en tono místico, fantasmagórico y bestial, propio de una poesía joven con ímpetu y coraje que canta al desasosiego, tal como lo haría Arthur Rimbaud al sostener un encuentro con la gran musa de la poesía: “una noche senté a la belleza en mis rodillas. -y la encontré amarga- y la injurié” (Rimbaud 21). Esta musa inalcanzable ha sido una quimera del sueño de todo poeta, y frente a esta declaración Garza de los Dolores se enfrenta contra la supremacía del arte y surge victorioso de la batalla: “he soñado con asesinar la belleza/ torcer su cuello y derramar sus vísceras/ beber el caldo negro de su putrefacción/ y liberar a cada uno de sus esclavos” (De los Dolores 10). En contraposición a lo sublime del arte, “El gusano” es un canto siniestro que sucinta sentimientos desagradables y dolorosos: la belleza ominosa de la destrucción. Según Sigmund Freud lo ominoso es aquella extrañeza e inquietud que surge desde lo familiar y cotidiano causando espanto o temor (Freud 1), construyendo a partir de un hecho común una catarsis sobre la realidad.
El poeta Garza de los Dolores no solo injuria a la belleza, sino también desafía la premisa tan famosa de Vicente Huidobro: “por qué cantáis a la rosa, ¡Oh poetas! / Hacedla florecer en el poema” (13), haciendo un himno a la muerte de la belleza y la rosa, renunciando a la imposible perfección efímera de la poesía y su dominio sobre el espíritu humano, cuyo absoluto es inexistente pues “no he visto rosa alguna florecer en los desiertos de mi alma” (De los Dolores 11). Desamparado y sin sentido, el héroe trágico se enfrenta a la adversidad y la increpa, no teme a la muerte y su aleteo violento, sino que su espíritu inquebrantable “desmantelará las constelaciones” (De los Dolores 13). Nos reducimos a escombros, los sueños de gloria pasada desembarcan en las riberas del exterminio y nosotros somos aquella larva insignificante que transforma nuestra carne en simple abono para la tierra.
Esta es una poesía apocalíptica, augurante de los últimos tiempos y con un marcado tono místico, tal como los antiguos románticos con su tempestad y pasión, el poeta Garza de los dolores es el profeta de la poesía contemporánea chilena, cuyas visiones ilustran el destino de la humanidad: la condenación eterna. “El gusano” no solo dialoga con los grandes clásicos de la literatura, sino también con el libro más famoso de la historia, la Biblia, cuyo relato armagedónico de angustia perpetua nos presagia nuestra actualidad, una inminente catástrofe y exterminio total: “En aquellos días la gente buscará la muerte, pero no la encontrará; desearán morir, pero la muerte huirá de ellos” (Nueva Versión Internacional, Apo. 9.6). Y en aquel momento de devastación y desolación buscaremos consuelo y no nos será dado, buscaremos perdón y no se nos otorgará, porque la humanidad va directo al infierno,” y ustedes pedirán no tener oídos, pero oirán” (De los Dolores 18) los horrores del juicio final, se querrá negar nuestro destino, pero se cumplirá. Sin embargo, por más que deseemos una hecatombe mundial y estemos condenados a este ciclo eterno de sufrimiento, el horizonte puede parecer absurdo, pero un destello de esperanza brilla en la promesa de la muerte, dándole valor y belleza a la vida en la efimeridad de cada instante.
En este sentido, el ocaso del mundo puede ser un nuevo comienzo, una identidad muere y ya no vuelve jamás a su antigua forma, por eso el canto a la catástrofe de Garza de los Dolores no hace más que embellecer y hacer amable nuestros temores, ilustrando el horror de nuestra ruina, la tempestad y la desolación de la especie. Esto es una advertencia para cuando el mundo sea solo escombros de la devastación, y no vuelva a erigirse nuevamente la calamidad, porque nuestro egoísmo solo nos conducirá al exterminio, cuyo monstruo hambriento nos espera al final de nuestros días: la inefable muerte. Ya lo decía Heidegger “somos seres para la muerte”, y aunque nos aterre el destino final y queramos evitarlo, no podemos ocultar que la muerte existe y que no debe ser un tabú que provoque temor y nos sumerja en la angustia, ni debemos evadirnos frente al dolor de la ausencia de seres queridos, pues la muerte nos pertenece y es natural vivir nuestro propio deceso. La muerte es una línea de meta y guía cada uno de nuestros actos, nos hace vulnerables, completamente humanos, con ella abrimos nuevos horizontes si adoptamos e intencionamos una nueva actitud hacia la vida.
Lo indescriptible no se puede explicar bajo los límites de la razón, por eso el tono místico de Garza de los dolores permite una catarsis en los lectores, experimentar aquello de lo que no se tiene conciencia ni control, vivir la danza de la destrucción. Por lo tanto, “El gusano” es una apología de la transformación a través del simbolismo del uróboro, el gusano como serpiente divina, representando de esta forma la plenitud de la vida, la unión entre lo material y lo espiritual, el círculo perpetuo de creación y destrucción entre vida y muerte, porque “El gusano se derrota a sí mismo, se desploma de bruces, nunca nadie logró conquistarlo, jamás la vida dio a luz digno rival” (De los Dolores 24). A fin de cuentas, contemplar nuestro propio exterminio en el arte nos invita a ser nuestra mejor versión de nosotros mismos, pues genera conciencia sobre la finitud de la vida y las fronteras del pensamiento. Por esta razón, se debe aprovechar cada ínfimo minuto de la vida, pues la plenitud se alcanza una vez que el ser humano acepte a la muerte como una condición natural e intencionada que aporta belleza a la vida, reconciliándonos con nuestros límites.
En este sentido, en sus 26 páginas destaca la simbología y lenguaje iconográfico sobre la muerte, a través de la representación de bestias o animales antropomórficos que denotan la catástrofe, como augurio de la calamidad. Serpientes y escorpiones, son la portada de este libro, título venenoso que inyectará las venas de cada lector con su aguda crítica surrealista sobre la vida. Destaca también la usanza de Juan Luis Martínez de anular al autor, como nueva existencia e identidad a través de la propia de muerte del autor, naciendo así el gusano de las cenizas del poeta. Desde un principio las imágenes evocan figuras divinas, como el ojo de la providencia, la humanidad es el espectáculo de un ser Todopoderoso que todo lo ve. Demonios y visiones abordan al iluminado, quien finalmente triunfará sobre la muerte ante la promesa perfecta de Dios. Tras cada letra, merodea Dios en estas palabras, organizando en 7 cantos cada delirio y premonición del poeta. “Las visiones” son un clímax inconcluso, donde el séptimo canto está ausente, sin embargo, puede entenderse como la integración del lector a la épica, ni el propio ser humano puede saber qué ocurrirá en nuestro último canto.
Selección de poemas
VI
NO HE VISTO ROSA ALGUNA FLORECER EN LOS DESIERTOS DE MI ALMA
no han tocado mis dedos la liviandad con la que las nubes inundan el cielo
ni han caminado descalzos mis pies por los viejos jardines de la belleza
Pero sabe Dios, sentado triste en sus tronos celestes,
que he intentado escribir los paraísos
y que no he encontrado sino los infiernos
y sabe Dios, sentado cruel y ciego sobre el dolor del mundo
que le he rogado arrancar de mi olfato este horrible olor a muerte
y que él ha hecho oídos sordos a todas mis plegarias
Aquellos a quienes he amado sabrán perdonar, entonces
cuando de pronto, en un descuido
lloro, me callo y digo:
no he visto rosa alguna florecer en los desiertos de mi alma
V
HE SOÑADO CON ASESINAR LA BELLEZA
con degollar las glorias
y salpicar su sangre sobre los campos
para que las mariposas abandonen su escondite entre las campanillas
y huyan desconsoladas hacia otros cielos
entonces las flores blancas se avergonzarán de sus formas
yo y las moscas reiremos y frotaremos nuestras patas
mientras danzamos sobre las ruinas de los humanos
y cantamos los himnos de la devastación
he soñado con asesinar la belleza
torcer su cuello y derramar sus vísceras
beber el caldo negro de su putrefacción
y liberar a cada uno de sus esclavos
pero ella ha arrancado mis ojos
ha encadenado mi cuerpo a sus espinas
y en gran clamor de rayos revienta su corazón
para que lluevan sus trozos sobre los braseros del quebranto
allí donde mi alma yace postrada
I
OIGANME, MIL DEMONIOS
y no desatiendan mis palabras:
estos despojos mortales, con los que cargo el peso de la existencia
tan solo viven para que ustedes, inmundas bestias,
no olviden que la muerte existe
y que la feroz garra de la enfermedad caerá sobre sus pechos
como el destino y herencia de la miserable carne
Hijitos míos, perdonen a su padre
porque voy a masticar sus cráneos
y beberé la asquerosa sangre desde sus corazones abiertos
¿Dónde estarán ustedes?
¿Bajo qué tierras se pudrirán cuando yo pestañee y los planetas estallen?
Yo soy la flor roja
y en mis ojos arden las negras llamas del olvido
yo soy la peste y el hambre y la guerra y la muerte
y mi aleteo desmantelará las constelaciones
Recuerden,
el día en que yo muera se derrumbará el universo
y yo me levantaré de esta silla de cadáveres
buscando nuevos pescuezos para torcer
VI
Y EN ESTAS HORAS
en las que sirvo este puesto de ciego caminante
y las tinieblas acarician mis cabellos
quisiera pedirles que miren mis manos
porque han sido ellas las encargadas de construir los infiernos
y presten atención a la palabra agonizando a mis pies:
pronto estará muerta
yo la habré asesinado
Incontables veces los asesinos han derramado la sangre de los inocentes
y todas esas veces el asesino he sido yo
yo soy el ensordecedor llanto del cielo
la avalancha sangrante del horizonte
y es mi deber ofrendar el puro corazón de las bestias a la negra muerte
y acabar de una vez y para siempre con los terribles siglos del dolor
Hoy los ángeles temen seguir mi camino
porque han visto los crepúsculos florecer tras mi paso
porque me han mirado a los ojos y se han estremecido
y entre gemidos pronuncian mi nombre
y tropiezan, y caen, y mueren
y se encuentran los unos a los otros con sus ojos fríos de muerte
No cometan su mismo error
porque las cosas quietas romperán su silencio
y el aullido de las montañas hará caer todo lo que es sagrado
y ustedes pedirán no tener oídos, pero oirán
Yo soy el gran gusano que ruge recostado sobre las nubes
el universo es el lienzo sobre el que me echo a llorar
y aquí reclamo mi derecho a sepultar mi grandeza
a convertirme en otra herida entristeciendo el rostro del firmamento
y a beber, insaciable, la sangre de la historia universal
No se confundan,
la rosa encontrará la manera de florecer otra vez
las hierbas sonreirán, herejes y vanidosas
y sobre el eco del silencio los árboles danzarán
como los únicos maestros, como danza el viento
al son de mi quieto respirar
V
El gusano, quien ha devorado la muerte y todos sus infinitos, hoy decide dejar de arrastrarse por las paredes del viento. El gusano se derrota a sí mismo, se desploma de bruces, nunca nadie logró conquistarlo, jamás la vida dio a luz digno rival, y esta noche, acaso la única noche que existe, sus regimientos alzan embravecidas sus espadas y en un solo blandir de hojas desgarran las sedas que cubren toda existencia. Todas las cosas ebullen dentro de sí mismas, gran agitación de mareas, un océano de larvas toma la forma de lo que parece un gran lirio que se abre abrazando la destrucción. Sobre las jorobas del gusano, estallan sus volcanes: todas las cosas muertas se desparraman por los cielos, diluvio de dolores reventados. El gusano, como la colosal daga del fuego, atraviesa las alturas y corta en dos la noche del tiempo. La aurora, envanecida, aparta la mirada. El gusano yace mudo y entristecido, como el cisne al que le han arrancado la muerte de la garganta y ahora reposa arrojado sobre la cruel gracia del silencio.
Bibliografía
Rimbaud, Arthur. Una temporada en el infierno. Buenos Aires: Edicom. 1970
De los Dolores, Garza. El gusano. Temuco: Ediciones Kuma. 2022.
Freud, Sigmund. "Lo ominoso (1919)." Obras completas 17 (1992): 1917-19.
Huidobro, Vicente. El espejo de agua/ Ecuatorial. Santiago: Pequeño Dios Ediciones. 2011
Santa Biblia. Apocalipsis. Trad. Nueva Versión Internacional. Bíblica. 2015
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com “La danza de la destrucción”
Lectura sobre “El Gusano” de Garza de los Dolores
Por Morgana Drakaina