LINA MERUANE
 
 


CERCADA

 

i. puesta en escena

(Es necesario repetir esta secuencia hasta la perfección. Los movimientos deben ser exactos antes de comenzar.)

(Lucía. Ramiro. Manuel. ¿Listos?)

(¿Cámara? Corre...)

(Secuencia uno, plano uno, toma dos.)

(¡Acción!)

escena uno

Lucía toca el timbre.
Ramiro abre la puerta; se besan brevemente.
Ella deja su mochila sobre la silla y sale al balcón.
Enciende un cigarrillo. Se apoya en la baranda, el taco de su zapato golpea el muro con insistencia mientras frota sus manos en los muslos.
"¿Tienes frío? ¿Quieres un café?"
Lucía mueve la cabeza hacia ambos lados. Suelta una bocanada de humo. Su taco continúa golpeando la muralla.

(Enfocar ese movimiento)
Señala la jaula que ocupa la mesa del balcón. Sobre ella tres gatos tallados en madera. Dentro, un canario con el pico afirmado en un pequeño espejo plástico que le devuelve su imagen turbia, distorsionada.
"Cuando se murió el otro, éste dejó de cantar y empezó a arrancarse las plumas. Ahora por lo menos se siente acompañado. Pasa todo el día mirándose ahí."
"Podrías heberlo dejado libre".
"No sabe vivir fuera de la jaula".
"Qué terrible".
"Todos vivimos dentro de una, Lucía".
"No lo creo".
Ramiro levanta una ceja irónicamente, saca una cajetilla de Gitanes y enciende el fósforo. Su palma protege la lumbre.
(Close up a la llama entre las manos.)
"¿Sobre qué teníamos que hablar con tanta urgencia?"

escena dos

Suena el timbre.
Lucía se vuelve hacia Ramiro con curiosidad.
"¿Quién viene?"
Él no contesta; camina en dirección a la puerta y abre.
Es Manuel.
(Otra vez.)
Manuel levanta las cejas y Ramiro imita ese gesto de saludo, lo sigue hacia el balcón.
"Tanto tiempo, Lucía".
Manuel sonríe enigmáticamente, ella tartamudea.
"Pero ustedes... ¿se conocen?"
"Somos hermanos".
"La gente dice que nos parecemos mucho, ¿no encuentras?"

(¡Corten!)

escena tres

El timbre: un sonido agudo que va perdiendo intensidad.
Ramiro hace una seña a Manuel; se levanta, toma a Lucía de la mano, la acerca a sí y le pone el cañón en la nuca.
"Qué haces Ramiro, ¡suéltame! Qué mierda pasa."
(Lucía, menos dramatismo. Esto no es teatro. Susurra. Concéntrate en la voz. ¡Se ensaya!)
"Qué haces. Ramiro suéltame. ¿Qué mierda está pasando?"
"Cállate y no va a pasar nada".
Manuel abre la puerta.
Hay un hombre vestido de militar apuntándolo con un arma. Tiene el pelo entrecano, las manos surcadas de venas.
Manuel levanta las manos.
"Pase, pase. ¿Buscaba a su hija?"
(De nuevo, de nuevo.)
"¿Buscaba a su hija?"
(Menos insolencia, Manuel.)

escena cuatro

En el balcón, Ramiro apunta a Lucía. Cínicamente, casi gritando, saluda.
"Bienvenido comandante Camus. Estábamos esperándolo".
"Qué está haciendo aquí papá. ¿Qué juego es éste?"
(No, Lucía. Más lentamente, sin histeria. Intenta darle énfasis al desconcierto. Una sonrisa nerviosa, un gesto de incredulidad.)
"¿Qué está haciendo aquí?"
El viejo militar no se mueve. Sólo sus ojos, empequeñecidos bajo la pesadez de los párpados, van alternando la dirección de la mirada.
(La cámara debe seguir ese salto desde la espalda de Manuel a Lucía, y de Lucía a Ramiro, que comenta.)
"No lo sabías, ¿ah? Ni siquiera sospechabas...
Me decepcionas Lucía. Pero, es difícil de creer".
"¿Qué ustedes eran hermanos? Cómo iba a..."
Ramiro la interrumpe:
"Como el canario, ciega a tu propia jaula. ¡Difícil de creer!"
(Que el padre sonría ambiguamente. Solo sus labios entreabiertos, sólo el brillo de sus dientes blancos.)
"Es algo que discutimos mucho. Era demasiada coincidencia. ¿Verdad?"
Manuel asiente con dificultad, el militar lo tiene fuertemente tomado por detrás.
"¿Tan fácil fue, Lucía?"
"No sé de qué estás hablando".
"Entonces no sabías".
"¡Basta, Ramiro!"
"Porque tu padre sí, él sabía todo. Él siempre ha sabido todo".
"Qué. Todo qué, Ramiro".
"¿Se lo dice usted?"
(La cámara simula el ojo de Lucía, fijo en la mirada huidiza de su padre.)
"Que te lo cuente él. Que nos cuente cómo fue lo de Don Antonio. Porque a eso ha venido esta tarde, a rescatar a su hija de esta mentira. ¿No es así?"
"Del peligro", acota el padre.

(Bien la toma. ¡Se hace!)
(Pueden descansar. Tú no, Lucía. Repasemos el guión.)

 

 



Es este el ensayo interminable de una historia que no encuentra su final. Podría tratarse de una puesta en escena. Tratarse también de un juego fatídico entre personajes activados por el sentido de la amenaza. El miedo gatilla cada movimiento: encender el cigarrillo, dejar una marca de quemadura, tomar una copa de vino. Cada pose: entradas, salidas, psos en falso. cada palabra -certezas, mentiras, puntos intermedios- de un guión que podría no serlo. Las palabras de Ramiro y de Manuel, apremiados a ocultarse o a actuar tras el asesinato de su padre. Las del militar, cómplice del aparato represivo de la dictadura. Las de su hija, Lucía, puesta entre el fuego cruzado de la ideología y las pasiones conrapuestas. ¿Quién ha tendido la celada? ¿En qué consiste esta cacería?

 

de la contratapa

CERCADA
Lina Meruane
Editorial Cuarto Propio
2000

 

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