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POSTUMA
Lina Meruane Novela
Planeta 2000
Alacena... Una palabra casi
olvidada. .....
Con el índice crispado, apuntando
hacia la cocina, mi abuela había removido algo, un
animal dormido que ahora aullaba alacena, frascos con mermelada de
guinda ácida, de tomates y pimientos en conserva. Frascos
transparentes, ahora vacíos. Y uno lleno de
ceniza... ..... Metí la
mano entre ellos, y al fondo encontré lo que buscaba: esa botella
delgada que contenía la sustancia plomiza. ..... Le quité la
tapa. .....
Humedecí mi índice y lo introduje
lo más al fondo que pude. .....
El sabor amargo y a la vez dulce
que ya casi había olvidado. ..... Tragué saliva,
mucha saliva espesa. ..... El
paladar, y parte de mi labio inferior
adormecidos. .....
Continué escarbando. Mis dedos
entre los frascos, entre polvo y pelusas, mis dedos pulverizando algún
disecado cadáver de polilla y de hormigas entre polvo insecticida...
Hasta que di con una bolsa de azúcar fina, y varios sobres anudados.
Eran los sobres enviados por mi madre, esas tarjetas postales que
Amanda insistía en leer frente a mí, recalcando cada sílaba,
repitiendo las escasas frases que mi madre me dedicaba: un saludo
protocolar, la descripción de parajes que parecían ser siempre el
mismo, la promesa de una visita siempre postergada. Yo me tapaba los
oídos para no oírla, pero era en vano: su voz era estentórea como un
castigo. .....
Tomé una de esas postales y la
examiné sin rencor. No llevaba estampillas. No tenía remitente.
Ninguna de ellas parecía despachada desde lugares remotos... Tampoco
sus cartas, las pocas que recordaba, traían matasellos del correo. Ni
venían firmadas... Pero no le di importancia a ese detalle sino hasta
más tarde. .....
Froté un fósforo en el borde
esmerilado de su caja, y encendí un cigarrillo, y mientras fumaba le
di fuego al extremo de la anónima postal, y esperé a que se
convirtiera en ceniza. ..... Escoria
ilegible para ser consumida. ..... La siguiente
también sería quemada sobre la bandeja de metal, y sistemáticamente
las demás, que molí entre los dedos hasta reunir cantidad suficiente y
mezclarla con azúcar en la botella. ..... Volví donde Amanda. ..... El repugnante
olor impregnado en las murallas y las cortinas y la alfombra... Esa
pieza era una extensión de su cuerpo moribundo, era la piel, el pelo,
sus fluidos putrefactos. Y las encías, y las manchas de los
dientes... .....
Separó los labios para que yo
pusiera las cenizas en su boca, y movió la mandíbula haciendo un
enorme esfuerzo para tragar. Volví a mojarme la punta de los dedos y a
untarlos encima de la bandeja, y abrí un poco más usando el pulgar
como palanca en su boca. .....
El olor. ..... El olor
subiendo por mi garganta. Tragué lentamente, reprimiendo el asco. Puse
ceniza también en mi lengua, y la disolví lentamente antes de
tragar. .....
Entonces el hedor desapareció. Ya
mi abuela no olía a nada. A nada en absoluto. Imaginé por un momento
que Amanda iba a enderezarse en la cama, a hablarme del tiempo por
venir. Iba a pedirme explicaciones por mi ausencia, como si de verdad
hubiera olvidado por qué yo había partido, y yo no contestaría nada,
sonreiría sintiendo que la cabeza iba a reventar, que iba a orinarme
encima de rabia, oyéndola hablar, como antes, como en esa
época... .....
Así estuve durante un largo
instante, espiándola, levantando la vista para cerciorarme de que era
ella realmente en esa cama, ella esa vieja
moribunda. .....
Un hilo de saliva comenzaba a
brotar de la comisura. Limpié su mentón con la punta del dedo y probé
la amargura. Amargo, pero también dulce. tantas veces había saboreado
la saliva de mi abuela.
..... Amanda y sus
amigas en una interminable partida de cartas nocturna. Una
madre ausente de la cual apenas se habla. Y Renata, la niña
que sólo logra penetrar el mundo de su abuela a través de la
literatura, ese lugar imprecisable en la frontera del deseo.
Un procedimiento de espejos convexos permite revivir la
historia familiar a partir de episodios en los que se
confunden testimonio y ficción: ¿Qué ha sucedido
verdaderamente en cada escena y qué se ha deformado en el
recuerdo? Renata intentará rescatar su biografía mientras se
mira en otra niña misteriosa y cruel. Pero tal vez nos
engañemos y sea Amanda quien relata cada acontecimiento. De
este lado y del otro se consumen las cenizas de un recuerdo y
se plantean preguntas. Y en la añoranza de un pasado que se
cuenta a retazos, pero que no puede recuperarse, y en ese
presente minuciosamente enfocado, los registros se alternan.
Dos novelas se organizan simétricamente en una. Una sola
imagen refractando el devenir de estas mujeres ligadas por la
erótica y la muerte. Una imagen difusa para una escritura que
sólo puede ser una práctica póstuma.
POSTUMA Lina
Meruane Novela Planeta Biblioteca
del Sur 2000
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LINA MERUANE
(Santiago, 1970) ha ejercido de periodista en diversos medios
chilenos -las revistas Qué Pasa y Caras
(donde trabajó de editora en la sección cultural) y los
diarios La Tercera y El Mercurio. También ha
hecho crítica literaria y lectura de manuscritos en
editoriales chilenas y españolas. .....
Desde 1994 viene publicando relatos en revistas como
Caras (Chile), Hojalata (México),
Lateral (España) y Lucero (Estados
Unidos). ..... Cuentos suyos han sido incluidos en las antologías
Salidas de madre (1996), Relatos & Resacas (1997), Y Voces
de Eros (1997). También ha escrito guiones de cuentos
originales suyos para los programas "El Show de los Libros"
(1998) y "Cine & Video" (1999), de Televisión
Nacional.
Fotografía: Jorge Marín
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