De: Los Palafitos… Del Paisaje
Sembraremos nuestras casas en el mar
que es tierra fértil y líquida.
Aquí habrán de crecer nuestras raíces
juntaránse con las manos de los muertos
que siguen arrastrados por las tormentas
de viento y humo, que les amanecieron,
serán estos muertos los eternos habitantes
de las paredes iluminados por las velas,
Serán éstos los náufragos intangibles, invisiblemente
manchados de sal blanca como la esperanza;
Serán estos cuerpos de madera,
estos pilotes mojados
enterrados en la orilla de la historia
los únicos puentes
que soportarán las otras lluvias
y el peso
y la llegada de las muchedumbres solitarias
que sólo podrán ver nuestras máscaras agitándose
en los ojos negros del viento
en medio de un sol
lleno de algas...
A veces el viento
azota tan fuerte a las estrellas contra las ventanas
que parecieran van a soltarse de sus amarras
quedando a la deriva como una lancha
que ha perdido el eje en plena tormenta.
Es entonces que el viento llena de gaviotas saladas el aire,
gaviotas que atraviesan las miradas
que van a tierra en busca de refugio
son estas veces las que hacen florecer un rezo
lleno de arterias
lleno de árboles y canales
porque una mano invisible llama a la puerta
y aparentemente
sólo es el mar y el viento
abrazados en enloquecida danza,
sólo el mar revoloteando
huyendo de su jaula.
Venid y encended mi corazón apagado por la lluvia
mi corazón y otras pertenencias
hundidas en el pezón de la memoria
allí queda un fogón
y brasas que se niegan a morir
velas consumidas en el recuerdo
restos de paisaje flotando en el agua.
Mi corazón o las costillas de un bote
destruido en la corteza de viajes contra la corriente
las interminables mareas y viento
siempre en contra nuestro.
Mi corazón o mares interiores
rutas de navegación
cartas de navegación
y montes arrasados por la arena.
Venid y encended mi corazón,
a pesar de las lluvias
que seguirán siendo
nuestros únicos latidos.
Venid y encended mi corazón
apagado por la lluvia.
(paisaje de tejuela y zinc)
A veces viene la muerte
a esclarecernos los ojos
y a mostrarnos la madera
de la que estamos hechos,
descubrimos entonces
que detrás de los ángeles tejidos a crochet
sólo con magia hemos cubierto
nuestras miserias y encendido el farol de nuestros pechos,
esta ha sido la luz o las luces
a las que parejas enamoradas encomiendan
sus deseos y sueños en la punta de Ten-Ten.
Sólo la magia nos ha hecho resistentes al olvido
y al picotazo del alfiler que de vez en cuando
sentimos clavarse en nuestra espalda,
con magia hemos lamidos nuestras heridas
e invertidos las constantes derrotas.
Sólo la magia y las palabras
o las palabras y la magia
que suben y bajan en las gargantas
como las mareas o las corrientes
en nuestros cuerpos flotando en la orilla
porque el gusano igual no más ha penetrado
hasta los solitarios huesos del alma
y sólo la muerte ha venido
a esclarecernos los ojos.
De: Poemas In-Púbicos
RETRATO
Yo prohibiría tu amor
por feroz,
por cruel,
por hermoso,
por su indecente suavidad,
por su carne al rojo vivo
por azul-rubio
y moreno negro,
por elevar,
por subir
los índices de contaminación,
lo prohibiría,
para otros,
.. .. por supuesto.
OJOS
Te miro
por arriba
por abajo
por un lado
por el otro
como el otro
no te mira
HERACLITEANA
Mi amor,
aunque yo lo quiera
y Tú lo quieras
y mantengamos las mismas coordenadas.
Así como el sol
no llega a los mismos rincones
del alma,
aunque Tú me beses en la espalda
y todo lugar posible,
nunca más repetiremos este instante,
ni volverá a ser el mismo
este dulce río de células y estrellas
que nos baña.
IMITACIÓN A NARCISO
I
El amor está en el pubis,
en los dedos que acarician la floresta
y el estrecho espacio de tu carne palpitando
en las mismas caricias.
Desde la tristeza viene el amor
lleno de sal y saliva
como este dedo que baja
y sube
en el deslizante espacio de tu carne.
El amor siempre ha sido cueva, árbol,
follaje,
penetrando hasta las raíces mismas
del gusano,
allí donde el amor se derrumba
en sus propios huesos,
como una explosión de carne
dentro de la carne.
Abrazamos el amor
en imaginados besos y abrazos
para caer y no caer
blandamente en el abismo agitándose
en el viento.
Como el poeta en la página
acaricia la palabra muslo,
labio,
clítoris (que faltaba en estos versos),
cree el hombre tocar a la mujer
y la mujer al hombre,
como el poeta al poema,
y cada cual se besa a sí mismo
en los labios del otro,
cada cual se roza a sí mismo
en la piel del otro que ama
la imagen creada por sus propios ojos.
Así como el poeta se ama a sí mismo en el poema
y en la superficie de la letra,
así el hombre, la mujer
acarician el propio sueño imaginado en sus ojos
y cada uno ama el amor
que para sí mismo ha creado
en su propio espejo.
II
Si yo te amara
como a mí mismo
o Tú me amaras
como yo te amo,
nadie nos amaría más
que yo
De: (Des)Pliegues de Papel y Follaje
Por años, bajo la luna
hemos escrito innumerables palabras
que no son
la menarquía de una virgen;
y seguimos porfiadamente,
llenando de palabras las arenas desta playa,
en estas noches de luna llena
cuando parece que el mar se fuera a ir
para siempre de nuestra vista,
dejándonos más solos,
más anónimos,
más inéditos.
Todo poeta
quiere que sus raquíticos versos
engorden
crezcan, se multipliquen
en un corto infinito
y marchen solos por las luces,
frente al público,
marchen, orgullosamente, marchen,
equilibrándose,
sosteniéndose en los escaparates
de las vitrinas,
transformándose en Super Ventas,
en productos de exportación,
es decir, grito y plata
en la bolsa de comercio,
es decir mostrarle los calzones
a la política de libre mercado
por la cual se mantienen inéditos.
(Yo soy el poeta inédito,
no podéis reconocer este rostro
ni mis manos
ni mi barba de poeta,
mi foto no aparece
en ningún libro ni revista,
permanezco ajeno
a los diarios
y a los críticos,
comprendéis mi resentimiento
y rebeldía,
de la que no me disculpo
a fin de no olvidarme – como otros –
de lo que sigo
siendo).
INTEMPERIE
Al llegar la vejez,
por encima de la ciudad y las luces,
entonamos canciones funerarias
sobre las hojas nuevas y los imaginados árboles,
nuestro canto se confunde con las noches que arrastran
cadenas y llantos de niños muertos.
De alguna parte viene siempre la vejez
como el viento que trae olor a caballo mojado y muerto.
La luna queda flotando por encima de la vejez
y la muerte
de este caballo blanco
que se va hinchando de estrellas y lluvias con el viento.
Entonamos canciones funerarias cuando desde lejos
llega la vejez a instalarse en nuestros muebles
y el bosque:
acomodados en la ventana y los imaginados árboles
vemos pasar la luna con la muerte del caballo
blanco en la espalda,
y recordamos
nuestros primeros pasos erectos en la desnudez
del cielo,
cuando las palabras giraban como peces en el río
o simplemente células perdidas en la caverna.
Volvemos a correr por las imaginadas praderas
en busca del mamut que nos dará calor y carne,
soñamos nuevamente con nuestras anónimas cacerías
al sentir que la muerte ronda por los rincones del follaje y la luna,
cantamos,
y las palabras se van quedando sin saliva:
Somos carne cruda que canta
y envejece en su canto.
En medio del bosque sin luces
ya no podemos contemplar el crecimiento
de nuestros imaginados árboles
Sólo atinamos a entonar canciones funerarias
al ver que la luna pasa con la muerte del caballo.
En medio del bosque,
sólo nosotros escuchamos nuestro canto.