Proyecto
Patrimonio - 2013 | index | Mauro Gatica | Autores |
Aproximación al género del gargajo. Presentación del libro Escupe de Mauro Gatica
Por Rolo Martínez
.. . .. .. .. .
Sin duda el trabajo de Mauro Gatica hoy en día se sitúa como uno de los más particulares entre quienes componen la escena literaria de la ciudad de Arica. Al paso de voces notables como la de Markos Quisbert, Daniel Rojas o Tito Manfred, se ciñe la figura de Gatica como la de un escritor con oficio que ha buscado intervenir los ángulos desde donde filtra la mirada hacia ese mundo donde –como dice alguno de sus versos- no hay espacio para el aire. A títulos como Shhh, Family Values y La Pequeña casa en la pradera, se suma hoy Escupe, libro que sorprende, entre otras cosas, por antologar en él las propias visiones estéticas del autor o describir con precisión los ademanes de un tiempo que parece estar envuelto en un incorruptible hábito por el fracaso.
Escupe consta de cuatro apartados, los que reúnen alrededor de veintisiete poemas referidos a distintos lugares, sucesos, momentos y personajes que denotan relevancia en la escritura del poeta. Si bien el título advierte de manera prolija una imagen aberrante, no es sino en su génesis donde adquiere su real significancia. Digamos que Escupe es la síntesis de varios elementos, por un lado, el resuello de la violencia y la locura versus lo corrupto, lo morboso y criminal. Para ambos extremos, el verbo escupir, sucede en una fracción minúscula de tiempo, lo mismo que pisar mierda, lanzar un estoque, un disparo o una mueca.
El autor nos dice “me dormí porque a nadie esperaba te digo…me harté masticándome los dedos/digo la carne/digo el hueso/…y las uñas me cortaban por dentro” o “la orina es un río que me abriga”. El escupe entonces representa un reflejo: el de expulsar el horror que abunda, por ejemplo, en una cama de pensión, en el parafraseo de un comensal extremadamente grotesco frente a la cara hambrienta y huesuda de quien lo observa o, emulando el desquicio propio de quienes viven transitando en la oscuridad, las reflexiones de un tipo con la fantástica habilidad de desdoblarse. En Escupe el lenguaje propicia la idea de una voz que podría ser también el audio de nuestras propios pensamientos. Sin embargo esto no deviene del trabajo meramente creativo, sino de la inclusión de escenas o tramos donde impera lo real y anecdótico por sobre lo ficticio. En efecto, ninguno de los personajes se encasilla en los parajes de un mundo ajeno al nuestro, sino que divaga por una serie interminable de hechos o escenarios que -con todas sus letras- nos pertenece. Es así que en microbio, segundo cuadernillo de la obra, aparecen nombres que destilan términos cercanos a la miseria, el horror y la brutalidad, y asimismo encontramos poemas que logran -además de exhibir una elegante y precisa puesta en escena- remecer al lector, ya sea desde el epígrafe (“no hay nada más hermoso que un niñito muerto” de agustín edwards mondaca) o atravesando fragmentos como el que aquí cito: “a james patrick bulger un tren lo partió en dos/james patrick bulger sufrió diez fracturas en el cráneo / a james lo recordaron con flores durante la sesión fotográfica/la policía sospecha de abuso sexual…../los zapatos/las medias/pantalones y ropa interior no aparecieron/el patólogo declaró en un programa de televisión que el prepucio del niño había sido manipulado…/se mostró reacio a dar detalles/la cámara hizo un primerísimo primer plano de su boca…”. Pero no sólo el gran uso del lenguaje en la tarea de describir el horror sitúa a microbio como uno de los componentes primordiales de esta obra, es, además, la sintaxis que se adjudica la construcción de cada uno de los textos lo que hace del capítulo un engendro armonioso en medio de tanta sangre y muerte. Cito “la hija muerta sobre la cama - inmóvil - con la boca abierta /como el bebé de sick boy en trainspotting/sin sangre/sin heridas…”
Los textos que prosiguen, no hacen sino dejar en claro, la idea que comienza a dibujar Gatica en los primeros trazos de esta obra. Digamos pues que la poesía no está en función ni al servicio de lo meramente pulcro, ni de aquello que parece condonar o pasar por alto, la pérdida inevitable del valor humano. La poesía, y en este especial caso la poesía de Mauro Gatica, objeta al lector que busca inflarse los pulmones con palabras efímeras como alma y dolor, e invita a la re-significación de otras como vagina, pico, sangre y escupo. Del mismo modo, justifica y da crédito a la observación como un ejercicio indispensable y nítido, suponiendo la inclusión de elementos que compiten con aquellos que vuelven o transforman cualquier proyecto escritural en un conjunto de consignas autorreferenciales.
Dejo hecha la invitación para con este escupitajo que ha logrado sembrar con fortuna, rasgos evidentes de inteligencia y dominio de un lenguaje que parece sólo hablarse en el movedizo mundo de Gatica. Está demás continuar argumentando, la increíble capacidad que posee el autor para esbozar en medio de la catástrofe, chispazos de luz e irreverencia por iguales proporciones. Cualquiera sean los rasgos que se adivinen, el lector tendrá en sus manos un resumen que no peca de abyecto, desalentador o hermético, sino que hace el gesto de dar tribuna a un sinnúmero de seres muertos, carcomidos y olvidados.