Un aura inquietante envuelve siempre a los insectos, aquellos seres que pululan trastocando nuestro mundo tan concreto y palpable. Pocos reparan en lo microscópico. Cada uno actúa ignorando que debajo o alrededor de cada uno perviven cientos de ecosistemas de pequeños mundos que tienen sus propias lógicas y donde estos seres, los insectos, son amos y señores estrambóticos, intimidantes, lóbregos a su manera. Y es que siempre los insectos han provocado repulsión y rechazo debido a la frialdad de sus mecanismos que se condicen con las eufemísticas maneras de los seres humanos. Siempre la imagen de los insectos ha estado sumida bajo una pésima estrategia comunicacional. La aversión que provocan los hacen pertenecer a uno de los tantos imaginarios donde se fraguan los monstruos que asedian a las comunidades, a la sociedad o al hombre como raza propiamente tal. Los insectos como figuras de ciencia ficción, como entidades de almas subvertidas, como alimañas del infierno que aparecen en algunos cuadros medievales, los insectos desatan sin duda nuestros miedos más escondidos, pero a la vez se pueden convertir en la masilla perfecta para crear un artefacto creativo de alto vuelo. “En deshabitar está la razón” de Mauro Gatica Salamanca ( Arica, 1974) se cumple esta premisa, ya que este poemario lanzado por editorial 3600 y que fue ganador del Concurso Municipal de Poesía Franz Tamayo transita con versos depurados y en algunos casos diseccionados por las terribles descripciones plagadas de una belleza subrepticia pero eterna. El poeta no tiene miedo a presentar las vísceras de su pulido artefacto poético, exponiendo sin concesiones imágenes que remueven y nos obliga a contemplar la grotesca y fabulosa arquitectura de lo minúsculo. En “Hipótesis en torno a un crimen pasional” damos fe de ello: “El poema es un díptero que se mete en la boca y te asfixia hasta la mismísima ruina con su frustración”.
También nos sumerge en terrenos tenebrosos pero pletóricos de poderosas visiones casi sexuales, casi místicas, casi demenciales que encadenan ironías con nuestra ridícula existencia humana, para muestra un fragmento de “Tratado de entomología”: “En la siguiente escena/ una langosta continúa alimentándose/mientras es comida por una mantis religiosa”.
Gatica nos exige complicidad e incluso arroja a las distintas dimensiones en las que vivimos agudas metáforas de los nuevos tiempos: “En el caso de los insectos solitarios/ los padres tienen una vida corta que termina/ por lo general/ con el apareamiento y la puesta de huevos” en “Advertencia para turistas” o en “El hambre es lo que avanza” donde queda claro nuestro destino en una megalópolis “mientras se pueda morir nunca estaremos solos/ porque la muerte es la colonia que habitamos”.
Por último, el autor nos da lecciones sobre la soterrada belleza de la crueldad que brilla por su crudeza pero que es perfecta en su concepción, todo ello en poemas como “Piso ecológico”:
¿qué tipo de larvas son esas piedras que se mueven silenciosas en el valle de la muerte”.
Después de esta experiencia nos queda desinfectar nuestro interior de intenciones e insectizar nuestra propia existencia como un verdadero escenario de la enajenación.
Enero de 2021
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Juan Manuel Rivas P.: Periodista y profesor, autor de “Ciudad Laberinto” y “La Mutación como Destino”
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Diseccionar la belleza en tres actos
Sobre el libro “En Deshabitar está la razón" de Mauro Gatica Salamanca.
Por Juan Manuel Rivas P.