Otros cisnes
el musgo se aferra a las piedras
baña mis pies
el pelo y los pensamientos buscan
el lugar
donde se pierde su reflejo
se hunde el cuello de unos cisnes
en mi pecho
solo escucho el movimiento de las algas:
intenté rastrillarlas esta mañana:
tenemos agua adentro
un hombre a los pies de un árbol
boca abajo
podría ser un mástil
pero la sangre sigue subiendo
la empujamos día y noche
de este a oeste
olas furiosas en medio del mar
los pensamientos se diluyen
ya no dicen un nombre no lo buscan
las palabras anidan entre los juncos
no sabemos leer
los sonidos se esparcen en la noche
la retirada de los cuerpos multiplica
el espacio de las aves
y en el cielo las estrellas enfilan
en una renovada cruz
nadan cisnes en mi mente
soplados por el viento
que encrespa el lago
Pez
Seguimos nadando un presente eclipsado
percibo los reflejos del tiempo bajo el
agua
La transparencia de su cola, sus aletas
su ir y venir en un cubo de treinta litros
sin cloro –aquí en lo abierto faltando el aire
Como con llanto sin hablar
los ojos bailan en la luz
abrazan su ceguera. En su reverso
revueltas las aguas, el cuerpo pálido
quieto en su ventana
Visión nocturna
Anda a aquello
no dejes que nada te persiga
ni persignes tu cabeza
ante el peso de ninguna frase
Todo el espesor está en tus pies
en esos dedos entregados a la obscura, blanquinegra
como el piano ante el que grita
raudo, el que no sabe
Sin correr, no es necesario
los pasos ya te esperan por delante
la arena los dibujó, solo queda borrarlos
con el curso de las aguas imprevistas
regulares
párpados que cierran y se abren para ver aún lo que una noche, sola
en el origen
Nido
Puede que el cielo a veces se precipite
y al llegar tan cerca de mi cabeza
la ponga a fabular con escrituras antiguas
o por venir, textos desconocidos
algún gesto que recibimos pasmados
y solo ahora, cuando han pasado años
logramos comprender.
Otra cosa es la imposibilidad de comprender el futuro.
Incluso si a veces me despierto
sudada en mitad de la noche
y el cielo parece tan claro
y las estrellas se mueven como gaviotas
en dirección a un nido
que las espera.
Pacífica 1
no hablo de raíces sino de musgo
de antiguos naufragios y un canto
sordo, hundido
hablo con la mitad del cuerpo inmerso
bajo la línea de la sal nadando
flotación de árbol caído al mar
en mitad del mar
hubo rieles sumergidos
hubo nombres arrojados al silencio
cayeron sobre nosotros
hubo aguas dulces y ácidas envenenadas
revueltas de amargura y lágrimas
hubo risas y niños aprendiendo a nadar
haz lo que la noche
o esa madrugada
cuando de traje negro
entrabas al agua
y esperabas horas
por una ola
que pasaba por ti
y la corrías
entregado como un tronco
flotando a la deriva