El objetivo de esta ponencia es exponer elementos identitarios del lugar a través del análisis de las obras poéticas de tres autores que se ubican en este territorio (Puerto Montt) y describir a la subjetividad que se crea en y con los lugares. En otras palabras, indagar en qué medida el lugar es constitutivo de la subjetividad y a la vez cómo la subjetividad imagina este lugar.
Nelson Navarro Cendoya
La poesía de Navarro transita de lo rural a lo urbano. En un principio, la poesía registra una manera de habitar que se caracteriza por poseer un alto grado de sentido de pertenencia, una comunión entre el individuo y su entorno y un reconocimiento de estos.
Esta memoria se construye mediante un viaje que transita por la aldea (inicialmente), donde el hablante es un habitante del lugar, por lo tanto, hay un registro poético de la existencia; la poesía nos habla del mundo en que habita este poeta. El mundo representado es un lugar familiar, cercano, modesto y sencillamente humano. De esta manera se establece una relación con el territorio de manera afectiva, amorosa. Entonces, la memoria del hablante representa un mundo donde predomina el sentido comunitario de la existencia, un mundo contrario al del anonimato.
Aquí la subjetividad se crea con elementos que son propios del lugar, por lo que esta posee un carácter histórico. En otras palabras, es una conciencia atenta a los efectos o transformaciones que experiencia el lugar como si fuese también una transformación de la sensibilidad que lo habita.
Por otra parte ¿De qué manera esta poesía da cuenta del fenómeno de la globalización?
Por una parte, es visto como una amenaza, pues implica la pérdida o transformación de una manera de habitar que es interrumpida por otro tiempo u otra manera de relacionarse con el entorno. Observamos en la obra “Los peces que vienen” la instalación de la salmonicultura y la transformación que esto genera, tanto a nivel cultural y ecológico como socioeconómico; es decir, cómo por ejemplo la productividad industrial y el factor económico, sobre todo, altera las interrelaciones y la relación del individuo con su entorno. Predomina aquí una relación asimétrica, que, por un lado, expone una plenitud económica, pero por otro, los efectos devastadores en el ecosistema y la calidad de vida.
La globalización también se manifiesta en destacar las particularidades del lugar, la manera en que se habita, el ethos del lugar. En este sentido, la obra de Nelson Navarro no solo es un testimonio de los efectos laminadores del neoliberalismo económico, sino también el acto de cristalizar aquellos rasgos particulares que son constitutivos de una forma de habitar donde prevalece el sentido comunitario, en el que coexisten ritmos de vida distintos al de la ciudad, me refiero a los tiempos de la vida campesina, por ejemplo, el tiempo de la huerta o de las mareas.
Por otra parte, la identidad que podemos imaginar se caracteriza porque es un lugar que va de lo rural a lo citadino. En Navarro, el viaje es en la aldea y luego en la ciudad; no obstante, en ambos permanecen una sensibilidad arraigada en un terruño y por cierto, conserva una manera de ser y estar en el mundo. Específicamente, ¿cómo es esta identidad?
Se nos figura un lugar donde coexiste lo urbano y rural. El tiempo del campo y el tiempo de la ciudad; por un parte el anonimato y por otra el reconocimiento; por un lado, el individualismo e indiferencia y por otro, una comunidad afectiva. De esta manera, evidenciamos el choque tradición, versus modernidad en la que se despliega esta obra.
Para terminar, quiero agregar que en la obra de Nelson Navarro, existen claras alusiones al momento histórico que le toco vivir, muchas de las cuales a veces no han sido percibidas o leídas con atención; por ejemplo en “Los peces que vienen” hay un poema titulado “Ha muerto señores el deportista”, referencia directa a los cuatro deportistas de la población Lintz que en 1974, una patrulla de la Fuerza Aérea detuvo, torturó y acribilló a motivados por venganza posterior a una riña en un bar del sector. Ninguno de ellos tenía militancia política. Luego de ser allanadas sus casas y detenidos, fueron conducidos hasta el «camino viejo» a Pelluco, donde fueron brutalmente golpeados y acribillados. Por eso afirmo, que esta poesía también es una poesía de los sitios de la memoria de la intrahistoria de nuestra ciudad. Para ratificar lo dicho, en la obra “Agua, piedras y expiaciones” se puede leer, en palabras del poeta. Cito: “una imagen del caos ciudadano sufrido durante la dictadura militar. Chile se me fue de los ojos, perdí los sures y los nortes, el aire puro del mar se me volvió asfixiante y no pude contener el doloroso verbo ante estas "aguas, piedras y expiaciones" Paralelamente leí tantos poemas de Neruda, vallejo, Parra, Teillier, Cardenal, Floridor Pérez y más. Y agrega “…me percaté que ese mundo tan precario y de tanta riqueza humana, fue re-invadido por los modernos piratas de la depredación, de repente aparecieron grandes y extraños peces en las playas y a su paso, se extinguían los crustáceos, moluscos, recogidos por mis manos de infancia y las algas se secaban. En medio de una roja tinta de exterminio. Ahora digo que mi lenguaje se hizo contestatario” (entrevista 2022).
No Vásquez
La subjetividad que se presenta en los textos de No Vásquez es vista como un cuerpo y una voz que narra o expresa cierta experiencia clave que se vive en un determinado momento histórico; o sea, la experiencia de este hablante lírico intenta ser representativa de una colectividad. Ahora ¿qué es lo que intenta representar esta subjetividad?
Se busca enfatizar lo vivido, en este caso, en L&vertad (1984) la poesía quiere dar cuenta del dolor, sufrimiento y miedo; o sea se quiere nominar los sentimientos y emociones vividos durante la Dictadura en Chile. En este sentido, la subjetividad apela a una memoria colectiva, pues subyace una conciencia que tamiza acontecimientos que tienen resonancia en una colectividad. No obstante, aquí hay una subjetividad que expresa una condición del ser y una sensibilidad que se instala junto con la dictadura y el modelo económico. Ahora ¿Cómo es esta condición del ser? En rigor, es una sensibilidad atravesada por un hecho traumático en la que emerge a su vez, un sujeto atravesado por el mercado que oscila en la obligatoriedad de producir y el placer de consumir.
L&vertad da cuenta de ese cuerpo herido, fracturado, confinado y amordazado. Aquí habla la voz del vencido. Luego en la obra Rev&lusion vemos un lenguaje que figura una sensibilidad conminada que se siente amenazada e intimidada por la sociedad que opera bajo la lógica productivista-consumista, por eso vemos en los poemas la figura de la bandera de Chile como si fuese un producto atravesado por las transnacionales que deterioran y absorben las nutrientes culturales de un país.
La forma en que se expresa esto es a través de un lenguaje neovanguardista, experimental, visual y sensitivo, como si la hoja en blanco fuese un abismo. En efecto, cuando hablamos del lenguaje en la poesía de No Vásquez, nos enfrentamos a textos multimodales, en los que el lector es un observador de estos, los cuales se expresan mediante una escritura discontinua, fragmentada, sobrepuesta; por lo tanto, aquí predomina el efecto visual y sensitivo de la escritura, por eso digo que los textos son corporalizados; es decir, antes de entrar a nuestro pensamiento lógico-racional, apelan a la conciencia sensitiva; o sea la comprensión de estos está mediada por la percepción y observación de la escritura. De esta manera, los textos buscan transmitir un sentimiento o emoción. Es un cuerpo que se expresa. Vemos lágrimas, disnea o dificultad para respirar, la representación de un cuerpo que experimenta la tortura física y psicológica. El hablante expone su experiencia como una experiencia sustancial y representativa en situaciones en que experimenta episodios de violencia, Estas experiencias aparentemente personales se convierten en experiencias emblemáticas.
Observamos la representación de Chile como un cuerpo concebido como un lugar plural que se figura como un mapa de territorios discursivos que da cuenta de una sensibilidad que denuncia, critica y da testimonio frente a una realidad que se instala de manera violenta y eficaz. Por eso, este Chile que se figura en Revo&lusión por ejemplo, es un espacio de transacciones, un lugar de operaciones financieras, donde el liberalismo opera de manera descarnada, ya que predomina en su relación el control de los recursos y medios productivos para mantener la permanencia de una sociedad cuyo valor radica en el factor económico como determinante de las relaciones tanto del individuo como con su entorno. En este sentido, esta obra la relacionamos con Puerto Montt, pues No Vásquez se posiciona como un interprete de la globalización, enfatizando el carácter de potencial económico que representa este lugar.
De esta forma, la identidad del lugar que podemos desprender de esta obra tiene que ver con la cara menos amigable de la globalización de mercado: la crisis de identidad, la homogeneización que invisibiliza las particularidades de la memoria de los territorios y la voraz productividad que daña y contamina la naturaleza de manera irreversible. Observamos en la obra de No Vásquez la configuración de un lugar que opera bajo la lógica de la oferta y demanda, exportación e importación; es decir Chile, figurado particularmente en Puerto Montt, manifiesta la memoria oculta del territorio. Por eso, creo que esta obra posibilita problematizar la identidad del lugar y poner en entredicho las discursividades hegemónicas que buscan proyectar este lugar como un espacio de oportunidades económicas, lo que en efecto es así; sin embargo, subyace en estos discursos un documento de barbarie que afecta al individuo y a su entorno. Entonces, aunque la poesía de No Vásquez no transita por islas, espacios rurales y habitantes nutridos de naturaleza, funciona en los pliegues constitutivos del ser y su relación con las condiciones materiales de su existencia.
En suma, esta obra indaga en las posibilidades que tiene la poesía para disputar los sentidos de la historia fijados por el poder y de esta manera criticar y problematizar el discurso hegemónico que relata la historia con el afán de sepultar y llevar al olvido aquellos hechos significativos que son parte de nuestra memoria colectiva. Por eso resuena en las conciencias como un río subterráneo que atraviesa lo largo, ancho y profundo de esta tierra: “Debemos florecer, aunque sea marchitos”.
Harry Vollmer
La obra de Vollmer visibiliza a los desposeídos de los sitios de poder, expone el patio trasero de la ciudad. Aquí, la poesía funciona como un registro etnográfico que representa las zonas de agonía de la ciudad y sus habitantes, lo que refleja las consecuencias humanas de la globalización.
El hablante lírico se despliega como un observador que describe un espacio y la manera en que se habita este; pero también se presenta como una subjetividad que se pone en el lugar de los sin voz, convirtiéndose en un portavoz, donde subyace un hablante empático. De este modo el texto literario funciona como agregación, ya que expone la manera en que el mundo marginal o subsuelo de la ciudad sobrevive ante una sociedad diseñada para los consumidores, una sociedad consagrada a los servicios turísticos. Donde esta parte de la sociedad queda desplazada, desarraigada, en un constante peregrinar sin rumbo fijo, por lo que la existencia es una permanente errancia. Aquí habitan los sin casa, seres que encuentran refugio en lugares de tránsito (la cárcel, la periferia, la banca de un cuartel, etc.). Sin embargo, estos son los lugares en los que desarrollan su existencia.
La escritura como registro etnográfico también se ve reflejada en la conservación de las formas de habla de estos sujetos. Observamos voces textualizadas, cuyos protagonistas son los seres que habitan y sobreviven en los recovecos de la ciudad. Este acto de conservar la gramática de estos sujetos permite conocer con mayor grado de profundidad y humanidad al caído, el que paradójicamente no encaja en esta sociedad, pero constituye un signo de vigor del capitalismo, porque la pobreza es una señal inequívoca de la buena salud de la que goza y porque el distanciamiento de las desigualdades es una de sus consecuencias.
Entonces, esta obra, en particular “Barrio adentro”, “Chaucha” y “Con ajo” dan cuenta de la crudeza y violencia que viven los sujetos que habitan esta ciudad. El texto funciona como registro testimonial de diversos personajes que narran sus historias. Los seres que habitan esta poesía son seres que viven una especie de predeterminación postmoderna, no alcanzan la categoría de ciudadanos, por lo que sus posibilidades de poder decidir el transito de un espacio a otro son cada vez menores, ya que no disponen de los medios materiales para realizar este tránsito.
Así, encontramos una subjetividad que interactúa con su entorno y su propia historicidad y que opera mediante un acto solidario de apertura de la experiencia que negocia con las otras experiencias que cobija y visibiliza.
Por otra parte, la relación del campo y ciudad en Vollmer se presenta de manera diferente a como se presenta en Nelson Navarro. Particularmente, la obra titulada “con el mismo veneno que te matas revives” de Vollmer, observamos esta relación del campo y la ciudad, específicamente cómo la ciudad va transformando la ruralidad, pues este ya no es un lugar que funciona única y exclusivamente con el movimiento interno de este grupo, sino que se orienta en parte a las dinámicas urbanas y al movimiento exterior, por eso podemos decir que hay una ampliación del campo y de sus relaciones sociales y la estructura misma del espacio habitado, pues invitan a comportamientos urbanos y suscitan preocupaciones, intereses y aspiraciones ciudadanas. En concreto, entendemos esta ampliación como una relación del campo con una sociedad globalizada (Poema de la chancha).
También, vemos lo rural y la naturaleza como un espacio que permite la revitalización las relaciones humanas. Advertimos que cuando el hablante transita por espacios naturales y/o rurales emerge una subjetividad afectiva que tiende a imaginar un espacio amigable, habitable y tierno. La naturaleza es un componente integral en las conciencias que habitan el lugar, pues se adaptan a los movimientos que esta exige: “Prometo grosellas y mosqueta para la once, la red y la marisca, estar pendiente de la marea baja, aprender la pega de matarife…”
Destacamos la integración de la atmósfera sureña campesina en la intimidad. Aquí la naturaleza cobija y protege el lazo afectivo que se agudiza en la sincronía de la actividad humana en función de su entorno. Si bien esto es algo que he observado en la lectura de los últimos poemas del autor, quiero enfatizar que en los primeros poemas, cuando aparece la evocación de la naturaleza en alguna de sus formas, surge también ese grado de ternura. Esto se explica tal vez porque el poeta una vez me dijo que cuando comenzó a escribir su crítica era desde la rabia, pero que con el tiempo esta crítica fue desde el amor.
En síntesis, a través de la lectura podemos encontrar distintas maneras de representar el lugar y una subjetividad que interactúa con este. En el fondo es aportar elementos culturales a la construcción de la identidad, la poesía como un documento que sirve para constatar un sentido de pertenencia, exponer mundos poéticos y plantear una actitud crítica.
Ahora bien, esta mirada parcial aun requiere de voces femeninas, “La casa de las mareas”, las “Invisibles”, “Raigambre”, “Baúl sin fondo”, “Los umbrales del olvido”, por nombrar algunas obras que amplían el panorama de la poesía y por cierto, nutren el sentido de identidad de este lugar, deben ser leídas con detención y profundidad y prolongar el ejercicio de la crítica literaria como una acto que abre y conecta a los autores(as) con nuevos lectores(as), ya que nuestra poesía debe dejar de ser leída solo en ocasiones de ferias, celebraciones y conmemoraciones y buscar las estrategias para convertirla en un bien de consumo cotidiano para nuestras almas.
Anexo
Muestra poética
Nelson Navarro Cendoya (1944) Nelson Navarro Cendoya, poeta, profesor y gestor cultural de una destacada trayectoria. Ha publicado los libros de poesía Manojos chilotes (1972), Aguas, piedras y expiaciones (1983), Los peces que vienen (1993), Donde habitamos las palabras (2006) y Pabla viene del Mar (2009. Como gestor cultural da pie para que se lleven a cabo los encuentros “Arcoíris de poesía”, gracias a los cuales la ciudad de Puerto Montt y sus poetas tuvieron por más de dos décadas, la oportunidad de nutrirse de referentes de la poesía nacional. Nació en Caucahué, Quemchi. Radicado desde la década del setenta en la ciudad de Puerto Montt.
1.- “Botero”
Toda tu vida, Cañoe / fuiste botero / de la aldea. …/…Tu alfabeto / fue un timón / y dos remos / sin reloj. / Esperabas / en Mechuque / los barcos / ya montado / en una roca / o bajo un árbol costero. / Tu afán era / ser remero / y coger entre tus manos callosas / una moneda / para desentumedecer
el cuerpo / de las marejadas. / Ibas, sí, muy luego / a beber tu copa / cansada y triste / mientras ya se oía / en las callejas: / Cañoe, me llevas / a bordo, me llevas; / despiértame a medianoche / o a la madrugada
(Manojos chilotes, p.27).
2.- Aguas piedras y expiaciones
Tengo un secreto temor / de hablar en las esquinas. / Puedo que no haya ángulo (p. 9).
Temo bajar los párpados / por un secreto temor / a despertarme (p.12).
3.- ESCUCHANOS BIEN PIRATA ÑANCUPEL
NO INGRESAR RECINTO PRIVADO
Nosotros tampoco hemos aprendido
a leer
sólo nos dejamos ver por esa rendija
más redonda que la O
NO MARISCAR PLAYA PARTICULAR
Todavía no sabemos por qué te fusilaron
indio hermano
en un día tan bonito cuando los lobos
abren su bocaza para tragarse el sol.
PROHIBIDA LA ENTRADA A
PERSONAS EXTRAÑAS
Tú subías por las calles de Castro
lleno de risa
pero negrearon la calle Blanco
con tu propio carbón
CAMINO AL CEMENTERIO FÁBRICA DE CHIPS
Entonces quemaron tus jardines
y se acabó la miel
la palabra huilliche zumbó
en el fusil
NO RECALAR ISLA PRIVADA
Está clarito el letrero de tu isla
capitán Ñancúpel
y nosotros lo sablemos de memolia
sin saber leer
¿OK?
(Los peces que vienen, pp.33-34).
No Vásquez, pseudónimo de Nelson Vásquez Torres (1954), nació en Puerto Montt, estudió Pedagogía en Artes Plásticas en la Universidad de Chile entre 1975 y 1977, residió en Santiago de Chile en los últimos dos años del gobierno de la Unidad Popular, conoció la obra de Juan Luis Martínez y a su autor. Actualmente reside en Huelmo, localidad rural cercana a Puerto Montt. Sus primeros poemas aparecen en el libro Poesía joven del Sur de Chile publicado en el año 1977, cuya edición estuvo a cargo Osvaldo Rodríguez. Los poemas que aparecen ahí son: “Autopsia”, “Cristo” y “Querida Sociedad” firmado por Vapor S; seudónimo que luego cambia por No Vásquez.
Ha publicado los libros L&vertad (1984), Amurica (1998), Nimbus (2000) y Revo&lusion (2010), esta última es la única publicación formal que ha realizado. Las demás obras han sido de un carácter “artesanal”. Por ejemplo L&vertad es un cuadernillo publicado por ediciones Hojas Huachas y escrito durante 1977 a 1982 de acuerdo con la información que aparece en la contraportada. En palabras de Yanko González, No Vásquez es un poeta “raramente editado, extrañamente contextuado y persistentemente olvidado” (Reseña que aprece en la última página de Rev&lusión), a lo que Valentina Natalini agrega “poco estudiado en el ámbito académico” (p 238).
4 – L&vertad (1984)
5.- Rev&lusion
Harry Vollmer Cáceres (Osorno, 1966) ha publicado Barrio adentro (1996), Chaucha (1999), Con ajo (2006), El puerto que habito (2020) fotografía y poemas en coautoría con el fotógrafo de escena Rafael Arenas, Con el mismo veneno que te matas… revives (2020) y Mala Clase”(2023). Reside en Puerto Montt desde temprana edad. Fue incluido en las antologías Desde los Lagos, Zonas de Emergencia, Ecos del silencio y Fin de siglo: nueva poesía chilena de los 80.
6.- a) Con ajo
Yo nunca hable mucho, sino hasta la segunda bolsa
hasta que la manga izquierda rebosaba en tolueno,
después, sólo busqué el brillo en los ojos del enemigo
la moneda con pan rancio, el sucio bolsillo
del padre ebrio sobre la mesa.
Es cierto que nunca respiré muy bien por las mañanas
y que las zapaterías siempre fueron mi paz y refugio,
el vertedero de las constructoras el paraíso
puta Tío, una vez buscando pintura
encontré una tele que funcionaba
y me la lleve pal muro de los lamentos (…)
Si te digo Tío, yo por un momento mandé en el barrio
fueron mías las mejores minas
y fueron míos también algunos pendejos.
Ahora es puro mojado, cebada, ya estoy viejo para eso
no puedo chorear,
ni tirando la manga me dan monedas.
Pero en la guardia me reciben todas las noches,
me dejan dormir sobre la banca.
No me arrepiento de la vida y de haberla vivido al reverso,
solo es el pulmón izquierdo el que me duele
pues en el alma ya nada nada siento
(Con ajo, pp.34 – 35).
b) Barrio adentro
En las noches nunca lejanas
las mujeres de este barrio
que son mi madre todas juntas
corren despavoridas a pedir refugio
dejan sus niños sobre cartones
junto a la estufa
y vuelven
más solas que nunca
a pedir plata
o a tirarle agua caliente al marido
bajan por las calles donde todas dan al mar
y tienen nombre de ríos: río Llanquihue,
río Contao, río Palena, río Negro…
ríos que bajan caracoleando
desprovisto de uñas
como su gente
que descalzos transitan
semi cojos, ciegos, mancos
en carretillas con garrafas
o simplemente flotando
el poto al aire
la cabeza hundida en el barro
(Barrio adentro, p. 6)
c) Atajen la chancha que se metió a la huerta
Después de tanto insistieron
y la paz en la casa es mejor que la paz en el mundo,
fuimos al campo a ver unas vaquillas con diarrea,
mucha agua en el pasto nos dijeron los vecinos
que hay que inyectarlas, que algunas cayeron al barranco,
que un cordero a los pacos en su aniversario
que están robando leña en el monte
que no hay ripio, que el barro, que las camionetas
de las pesqueras
que no habrá agua este verano, que no hay señal,
ni alambre púa, ni estacones.
Y el llanto y el Tadeo y mucha lluvia, mucho viento, mucho sol
y ya los pájaros no son los mismos pájaros de antes
y ni hay flores para llevar el cementerio
y no hay manzanas ni chicha pa los choroi que son borrachos
todos ellos
y sus gallinas empollan en los cerros entre los calafates
que el terreno no sirve
que hay muchas brujerías
que el diablo ya está que viene a buscarnos
que sus llamas y las monedas que enterraron y la hoja de la biblia
y que la tierra ya no es tierra buena
y que nunca pero nunca olvidemos a los parientes
que lleven leche, papas, queso
y que por favor vengan más seguido a vernos…
y que allá atrás junto a la arboleda
hay un río muy bonito para bañarnos
(Con el mismo veneno […], p.9).
d) El viento se llevó el invernadero que construiríamos…
En la huerta soñada, entre repollos gigantes y almácigos,
espero abrazarte algún día sin amarras, entre chalotas,
perejil o cilantro, bajo un pangue recién llovido,
ahí será nuestro amor entre los zumbidos y abejas,
y el vapor de nuestras bocas al hablarnos.
Prometo grosellas y mosquetas para la once, la red y la marisca
estar pendiente de la marea baja, aprender la pega de matarife.
Ahí desde el balcón de ciprés que no construiremos,
miraremos la ciudad al otro lado y sus fuegos de artificio en los festejos,
me ayudarás con la escalera al podar los árboles, a clavar una tejuela,
miraremos atentos entre qué matas ponen las gallinas de los vecinos
y hablaremos en silencio, de a poco.
Siempre seremos uno solo, pues siempre queda algo de nosotros
en el cuerpo del otro,
y en el alma queda impregnada la otra alma,
siempre se doblará el primer clavo de la casa que no construiremos,
pasarán cometas y no será necesario pedir deseos,
solo un sorbo de tus labios y una mirada azul profundo de océano
nos permitirá juntar los dedos, las manos, los brazos, los ojos,
junto a las vigas que no hemos bajado y que no bajaremos del monte,
ahí estoy pensando en el barbecho,
y en que nadie tirará las semillas para el próximo invierno
(Con el mismo veneno […]. p. 67)
[1] Este trabajo fue presentado en el tercer encuentro chileno-argentino de escritores/as de la Patagonia Norte, durante el verano del 2025 en la ciudad de Puerto Montt.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Puerto Montt y sus metáforas: Identidad de lugar en la poesía de Nelson Navarro, No Vásquez y Harry Vollmer.
Por Mauricio González Díaz