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Descenso del Poetamigo Nino Morales
Por Mauricio González Díaz
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Nino Morales es oriundo de Olmopulli, un sector rural cercano a Maullín y a Puerto Montt. Por ese sector el río Maullín atraviesa el bosque con algunos brazos que se desprenden formando pozones. Curioso este río que congrega a poetas.
Al poeta Morales lo conocí en una lectura, de aquellas que se podían realizar en las noches de bohemia puertomontina. Lo que me llamó la atención de este sujeto fue su voz de poeta y su voz de Nino, no veía el vínculo entre ese joven un tanto tímido y ese joven poeta que articulaba sus versos con frescura y ese lenguaje transparente, propio de los poetas atravesados por la energía de la naturaleza. Luego, entre versos, vasos más llenos que vacíos y codos que se iban gastando en los mesones, conocí al poetamigo Morales.
Lo dicho anteriormente tiene mucho sentido para mí cuando leo sus poemas. Es indudable la interacción entre ciudad y naturaleza, la que se despliega entre un verso y otro. Siento que su experiencia de vida en directa relación con la naturaleza y sus elementos reverbera en sus textos, a pesar de que ahora habite en la urbe. No por nada, la primera unidad de Descenso se titula “Charcos en el asfalto”. Quiero recalcar la energía de la naturaleza como componente epifánico en el imaginario poético de Morales, pues si bien la ciudad por la que desciende el hablante se nos presenta como un espacio hostil, artificial, que deteriora, atiborrado de edificios y cajeros automáticos, “la ciudad es un maldito cáncer / que lentamente nos mata” nos dice el poeta, a pesar de esto, emergen elementos de la naturaleza que nos llevan a otro tiempo-espacio (cronotopos como diría Bajtin); así como ese gesto huidobriano de poner el índice en la capacidad creadora del lenguaje, o sea creadora de nuevas realidades que solo son posibles con el lenguaje. “Delfines suspendidos detrás de los visillos” o “Tengo una ballena escondida en mi casa / un cetáceo que abre las ventanas de este cuarto y sale a viajar por el cielo junto a sus hermanos…” La emergencia de estas imágenes dentro de la ciudad que se describe, operan como fórmulas que de pronto hacen crack en la cabeza de los lectores. Eso por una parte.
Por otra, destacar la referencia a distintos escritores nacionales y universales que en cierta forma delimitan el campo estético por donde se mueve la poesía de Morales. En este sentido, hay un ejercicio metapoético que a veces puede ser peligroso, ya que nos puede alejar, más que acercar; no obstante, en los textos de Morales como su lenguaje es claro, sencillo y transparente, creo, que no se cae en esa ampulosidad retórica y petulante.
Mención aparte es la influencia cinematográfica que se percibe en sus textos, la cual evidenciamos mediante algunos poemas narrativos en la unidad “Algunas Ficciones” y el uso recurrente de la imagen como recurso del lenguaje figurado: “te imagino en la ventana / el sueño siempre es el mismo / me dices te amo / y de manera fugaz estalla el sol en tu pelo”. Este recurso es preponderante en la articulación del poemario, por eso una cualidad sobresaliente del hablante es su condición de observador. En este sentido, podemos leer Descenso como un viaje del hablante por los distintos recovecos de la ciudad, en cuyo acto descriptivo, cobija con la mirada contemplativa, construyendo atmósferas por lo general sepias; y por otro lado, Descenso es un viaje interior, una contemplación al paisaje de la intimidad del hablante.
Para finalizar, decir que la poesía de Nino Morales se inscribe dentro de la estética neo-lárica; es decir, el mundo poético construido en sus textos, se imbrica la urbe – agresiva, fragmentada e indiferente – con la nostalgia y elementos propios de la naturaleza. En otras palabras, la ciudad moderna retratada en estos poemas, vive los embates de una globalización laminadora, pero ahí está la voz del poeta, que se resiste a ser anulada por el ruido de las calles; ahí está, con sus cetáceos, sus pájaros y el mar; ahí está, para decirnos que “POR LOS PASOS DE CEBRAS VOLVEREMOS AL SUR”.
Jueves 29 de Octubre.