
        
        de  Cocaví, poemario inédito
          selección  noviembre 2008
        Marcelo  Guajardo Thomas
        
        
          taxidermia  del cisne
        
          je  suis venu trop tard dans un monde trop vieux
            musset
        
        
           Cuando las vísceras  con frecuencia cubren la totalidad de la mesa
            de trabajo del taxidermista  en ocasiones la sangre seca adopta
            la forma de una cántaro.  		... El cuerpo del cisne abraza 
            el escalpelo y se abre a la  viruta y el alambre. Fijo en su gesto
            de apasionante realismo  cercano a la cúspide de su belleza.
            Los viejos oficios dieron  paso a las modernas consideraciones.
            Un  martillo cuelga sobre la cabecita del creador  
            que pretendía que el  lenguaje fuera una experiencia corporal. 
            Cuestiones  que ahora nos resultan absolutas, mecánicas, incluso  desafiantes.
            La  sinestesia  era una palabra con cierta validez. Al fin el signo  estaba encarnado.
             El inocente animalito  sostuvo sin saberlo la exaltación de la forma
            trazando  surcos en el agua verde de aquí y de allá. Devoción.  Fiebre creadora.
        Aquel  escarabajo que arde de noche entre los árboles
          es lo que entendemos por  amplitud de paradigma.
         
        
            Calda            
        Se  convencieron todos de una buena vida por opresión y dinastía
          cuando  fue necesario que dijeran los defectos de este o aquel 
          sistema  de representación. El calor operó no sólo en la  superficie
          sino  en el paleo-córtex de la alabanza. Sumaron los pertrechos 
          en  el rincón que sobrevive al bombardeo, repasando
          .. ..	..	..	...	.. temporalmente
          ciegos  el relieve de Siberia o Talagante. Este es nuestro
          tipo  de acaloramiento: dar sucesivas caldas a la rebeldía.
         
        
            Cormorán
        Hay  que reparar en los pequeños preparativos del cormorán
          antes  de robar la presa de otro en pleno vuelo. 
          Bate  las alas y se desliza a los acantilados hasta 
          desprender  la espina de un pez del pico de su legítimo dueño.
          Propicia  el acertijo de la gravedad como enemigo común
          y  la utiliza a su favor. Espléndida estrategia.
         
        
            John  Shade y todos los demás.
        
          “Yo  lo miro a él. Soy testigo de un fenómeno fisiológico  único: John Shade percibiendo y transformando el mundo,  integrándolo y desintegrándolo, reordenando sus  elementos en el proceso mismo de almacenarlos para producir en una  fecha no especificada un milagro orgánico, una fusión  de imagen y de música, un verso.”
            Charles  Kinbote. (Pálido Fuego. Navokov)
          
        Alentado  por una fuerza bondadosa
          reúne  la leña en el cobertizo 
          en  pulcras pilas iguales, hace mucho
          vertió  el agua antes de hervir en el café
          escuchando  el detalle del fútbol 
          en  la radio. Sin proponérselo descubre
          el  rudimentario escondrijo de su alquimia
          la  arena invasora de los engranajes 
          montones  de poemas inconclusos.
          Hay  pavos reales en el jardín de los operarios, un charco
          de  sangre sobre la cerámica cuadriculada 
          de  la cocina. Debería al atardecer preocuparse
          del  orden de los libros en las estanterías
          el  lugar de la escalera que accede al volumen
          de  cuentos de Harold Bloom que ha reservado
          para  el desarrollo intelectual de su hija.
          Literatura  para jóvenes prodigios.
          Pero  desde la altura, al ver la ciudad 
          que  se desmorona tiende a ser más compresivo
          con  su soberbia. 
          Qué  vas a decir ahora de la vejez 
          si  hasta tu senilidad te llena de orgullo.
          La  buena lectura te preceden, las antologías 
          bienpensantes,  los galardones. Te imaginaste 
          alguna  vez como un poeta viejo, releído 
          avanzaste,  que duda cabe, cada vez que pudiste
          sin  mirar atrás, esas rápidas conclusiones
          los  divertimentos, lo pulcros algoritmos mentales.
          Pero  ahora se te permite menos repensar tu obra
          vas  a la saga, ya lo tienes claro, de unos cuantos
          mozalbetes  que comparecen allí donde tu poesía 
          ha  dejado de residir. Por el momento que confiaste
          en  la destilación de un tiempo impreciso
          que  apuró la marcha cuando menos lo esperabas
          inicias  un último berrinche, 		bufas. 
          mientras  la sopa de pollo para tu resfriado 
          se  enfría sobre la mesa.
         
        
            Lobo  Marino
        Inmóvil  deja su breve trance en el promontorio 
          que  surte al homogéneo horizonte un descanso y sacude
          su  agua hedionda cerca de nosotros. Restos de  peces 
          y  algas suben con él la escalinata sumergida de la cervecería.
          Probaste  un helado de vainilla en las sillitas junto al río 
          bajo  un quitasol azul y blanco 	concentrada 
          en  los rítmicos movimientos de los muchachos que bogaban.
          Esa  misma tarde hicimos el amor en una casita en Isla Teja.        
        Cuánto  puede vivir un lobo marino
          domesticado  junto a los muelles -hastiado de cazar-.
          Engorda  bajo el sol de febrero. Decrece por exceso de alimento.
         
        
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              a J.A.
                (Cfr.  Colección de poesía Lumen)
            
          
        
        Qué  pretende ahora que constatemos movidos de pronto
          por  la coraza y la fascinación. O desde el trance si lo prefiere
          campeando  dentro, las buenas lecturas de las repeticiones.
          Una  luz que justifica la maraña que la oculta. Vela
          desprolijamente  por su constitución formal, rápida
          y  aerodinámica sin embargo. A esa hora del día dispuesta
          a  tragar la compleja gema. Tramando de vuelta a casa
          una  traducción al castellano del conjuro del hipnotizador.
          Por  más que esto fuere los fragmentos de los utensilios
          limpios  en gavetas individuales. Por más tejido y conjuro.
         
        
            montaje  de los suburbios
        Hoy  me encuentro privado de libertad. Una suma
          de  odiosidades y sarcasmos me ha llevado a lo más bajo.  Presidiario
          de  un ritual absurdo, los celos concluyeron una labor rigurosa
          es  más, de mi recibieron cierta alimentación gradual     solemne.
          Como  si todo esto fuesen mecanismos orgánicos puestos en mi contra
          coyunturas  que no respondieron, avisos, infracciones de la médula
          terminales  que no conocía. Probablemente este lugar amilanó 
          mi  voluntad, se me habló al oído  con insistencia y al  final 
          había  tan densa bazofia que me fue imposible separar el martillo
          del  cráneo. Era el contraste de colores primarios en un fondo  celeste,
          la  bondad de los cobertizos con las paredes acolchadas – ten cuidado  –.
          de  los rítmicos nudos acalorados en tu cuello, la proximidad 
          de  un escenario auto indulgente. Suele el más débil actuar  de la única 
          manera  incorrecta. Delegando su voto para ser proscrito como ganado.
          Hasta  aquí brota el mismo duelo de los ombúes y los simios
          para  alterar la bocanada sin voz cambiándola de forma. Lo que hay
          de  veras en la disposición del no lenguaje, de la costumbre por  el horror
          despertando  borracho en las inmediaciones de un jardín.
         
        
            A  favor de los cruceros, rejuvenece.
        La  triste multitud a las cabañas avanza con los escalpelos.
          La  masacre desde la cornisa, todos esos edificios sangrientos. 
          Qué  pretende aquel liderando la revuelta confiando plenamente 
          en  la voluntad  de los enemigos de un aparejo que se estira preparando
          el  peso que cae sobre el desdichado. Huyendo de los suburbios
          hacia  el progreso los bovinos anglicanos permutan
          la  hilera de juventud sudamericana, las casitas colgadas de nada
          la  esquizofrenia del encierro. Por: mansedumbre ritual. Tranquilidad.
          Quedaban  hacia la última hora del día las chucherías  doradas
          en  pequeños cuarteles metálicos, arboladuras, mondadientes  esquilmados.
          Parecía  una fiesta fundamental e interminable. Los duraznos y pomelos 
          en  vasijas de madera en cantidades convincentes, el combustible 
          inicial  para el bed and brekfast. Cura la torpeza de maneras la instantánea
          sonrisa  del dependiente, el fotógrafo, la mujer de la lavandería.
          Así  escribe el último número de Big: las manchas blancas  del mar aparecen
          donde  comienza la corteza terrestre. También nuestra costa  azucarada. 
          La  sonrisa indolente, la primera certeza del borracho Humbolt.
         
        
          Como  el agua que sorben los idiotas
        Ahora  podemos comprobar la presencia  de una poesía esotérica
          destinada  al fracaso en una elite de cretinos y arribistas. 
          Expuestos  a la mísera disposición de recursos, los complejos 
          y  a menudo artificiales mecanismos del pensamiento,  el ansia
          por  encontrar ese correlato social. Les basta que el último  recurso se aplique.
          Que  el majadero melodrama siga existiendo para hacer de la crisis una  oportunidad.
          La  greda no se detiene en su pedestal y gira regularmente al ritmo 
          de  un artesano conciente de su vigilia. Perturbado por el insomnio 
          dispondrá  de un poco de dinamita para acabar con su nuevo cántaro.
         
        
            zócalo
        Sobre  la periferia un trazo de acero recto y cortado 
          a  veces por cuadraturas relacionadas entre sí. Aquello 
          que  por curiosidad y testimonio regularmente en la entrada 
          poniente  del imperio de Santiago o en sus salidas 
          se  va quedando sin remozar. Vastos campos de polvo 
          ennegrecidos  por el sol de diciembre. Tambores metálicos
          inclinados  junto a los pimientos. Trenzas de poliéster, enagüitas 
          y  calzones tendidos a la brisa que se encajona y ocurre 
          milagrosamente  al final del día. 
         
        
            Empastillarse
        Nuestras  ciudades son horribles a menudo
          un  tipo de ejecución da paso a razonable caridad.
          Los  pueblos aparecen allí cercados por el fuego
          a  merced del diario ritual de la algarabía. 
          ¿Puede  la bestia incorregible mutar de cuerpo para la fiesta?
          el  enérgico erudito encuentra ciertas filiaciones 
          incomprensibles.  Verás, hay algo fascinante en los residuos
          los  ejercicios previos a la mueca, el entusiasmo.
          Esta  gente cree que por disponer de un poco de confort 
          está  preparada para tales o cuales maniobras. No.
         
         
         Nota: Dibujo que acompaña  la selección, 
          Desperate  Guitarrista. Marcelo Guajardo Th. 2005
            Contacto:   garageediciones.blogspot.com