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Tilsa, 3 Inéditos

Por Miguel Ildefonso

 

Tilsa Otta (Lima, 1982) publicó en 2004 un excelente poemario, Mi niña veneno en el jardín de las baladas del recuerdo (Álbum del Universo Bakterial), y en el 2007, bajo el mismo sello editorial, su segundo libro: Indivisible. La poética desencantada, irónica e intimista de sus primeros poemas  cobra una dimensión mayor en este segundo libro que confirma sus dotes de buena poeta: “Recuerdas que prometieron enseñártelo todo/ Abriste los brazos/ Los cuerpos cayeron/ Los pusiste alrededor/ Formando un cerco/ El tiempo pasó/ Y esa era la ciudad”. La mirada, algunas veces ácida, se mete en los vericuetos del amor y en una ciudad que aniquila toda posibilidad de su goce pleno, un mundo condenado a lo efímero: “Aunque tu inocencia es comprobada/ te sentencian a cadena perpetua/ En el lugar donde fuiste encerrada encuentras// el amor de tu vida/ la realización personal/ El trabajo de tus sueños/ Sueños sin ningún trabajo/ Y ya no quieres salir de ese lugar”. Ese lugar indivisible del amor, es también el de la poesía, por la cual vale la pena vivir esta condena terrenal. La poesía perpetua la inocencia, nos dice Tilsa, dado que el poeta solo puede ser en libertad, aun cuando conozca el encierro como lo conocerion Fray Luis de León o César Vallejo. Aquí tres poemas inéditos de Tilsa.

 

Alumbramiento

Una puerta abierta alumbra
Sensualmente
Una fiesta durante 25 horas
Departo
Acércate
¿Me puedes explicar qué estamos haciendo aquí?
Porque no sé qué estoy haciendo
Toma mis manos
¿Eso es una persona?
¿Y esto?
¿Qué hay de aquello?
Respiración redecorando el invernadero
Flores arrancadas de tus manos por el suelo
Pero eso no es lo que importa

 

Un poema largo

Odio la violencia
Así sea hermosa y moderna
Le temo a la ciencia
Cuando hace realidad mis peores sueños
Observo mi cuerpo mutante
Atractivo al instante
Perecible y perenne
Pero vuelvo al momento
En que me digo al espejo
Con el acento neutro
De ninguna parte
Que sólo el futuro
Perdura
Ahora
En estos tiempos
Cuando apago el despertador
Y lo oigo
Eso es todo lo que odio
También es poco a lo que temo
No podría ser un poema largo
Nada podría serlo.

 

S/T

Y seguían la vida y la muerte
recreando la clásica rutina good cop / bad cop.
Aunque atada y exhausta
permanecía altiva,
rebelándome a toda ley
conocida o por desconocer.
Sangre oscura,
que policía bueno retiraba de mi rostro
con su atento pañuelo,
era la única confesión que policía malo
conseguía extraer de mi boca.
¿Qué epifanía podría procurarles?
¿Qué manifestación urge a la suma de todas las partes?
¿Dónde demonios estaba yo?
Desprolija estancia donde la vida y la muerte se dan encuentro,
cuántos días contados en las paredes desvencijadas,
polvo eterno atesorado en cada esquina.
¿Qué centro de detención era aquel?
Good cop y bad cop perseveraban
orbitando incansablemente alrededor de mi silla.
La luz oscilaba en pesadilla.
La vida demandaba la verdad
y me concedía unos sorbos de agua.
La muerte vociferaba en lengua muerta
y escupía sobre mí,
la misma agua debía ser.
Pero ya ignoraba yo todo esto,
en cuanto fijé la mirada
en ese vidrio ilusorio,
serena e impávida,
en el falso espejo.

 

 

 

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