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El
Paso de Miguel Ildefonso
Una
voz en el desierto gringo
Por
Enrique Planas
Diario El Comercio, Domingo, 8 de enero de
2006
Crónicas de bares, encuentros
fortuitos, niñas veneno y muchos kilómetros en autobús.
Miguel Ildefonso recuerda, en un intenso libro de relatos, tres años
vividos en una ciudad texana de frontera
Todo puede suceder en El Paso, Texas. Incluso
chicanos que se conviertan en vampiros a medianoche ( como los filmó
Tarantino en "Del crepúsculo al amanecer") o encontrarte
con el príncipe José José y cantar con él,
al lado de una rocola, por ellas aunque mal paguen. Con "El
Paso"
(Estruendo Mudo), libro de relatos que mereció el premio del
V Concurso Nacional de Cuento de la Asociación Peruano Japonesa,
el poeta Miguel Ildefonso nos pone en medio de una carretera
en el desierto fronterizo para ver cómo cruzan, raudas, sus
historias.
Después de tres intensos años en esa ciudad mestiza
y de permanente tránsito, El Paso es para Ildefonso un verdadero
baúl de historias e imágenes que él ha sabido
reciclar en poemas e historias. "Creo que vivir allí fue
un punto decisivo -recuerda-. Fue la primera vez que me fui del país.
El desierto me dio claridad para escribir. Mi poesía se volvió
más narrativa y, a la par, empecé a escribir relatos
sin mayor afán literario, textos muy libres, lúdicos,
en clave de parodia", señala.
- Mantienes la mirada del migrante de tu
anterior poesía, pero ahora en otra frontera...
- Así es. Ahora era el migrante mexicano, argentino, hispano
en general, en contacto con lo gringo. Estar allí me dio más
conciencia.
- En uno de tus cuentos, tu personaje dice
necesitar salir del Perú para escribir. ¿Es una confesión
personal?
- (Ríe) En realidad no. Ahí jugué con el cliché
del escritor y el exilio. Pero en otro sentido, ese silencio, esa
distancia, te da más control sobre lo que haces. Pero igual
aquí me hago tiempo para escribir.
- En tus cuentos llama la atención
cómo conviven lo vivencial y lo literario. El amor, la soledad,
la pobreza aparecen al lado de tus lecturas más queridas, en
especial Bukowski.
- Bukowski me ha ayudado mucho. No solo para escribir sin preocupaciones
tan literarias, sino también para vivir allá. Al comienzo
no me gustaba. Todo el mundo lo leía y lo copiaba. Pero después
empecé a leerlo y lo convertí en un autor mío.
No me importa que haya habido muchos "Bukowskitos" que se
alucinan escritores a la primera borrachera. Creo haber vivido algunas
cosas que él mismo cuenta, compartimos esa cuestión
marginal que siempre he sentido y vivo. Eso es lo que me gusta de
él, esa mirada que tiene de sórdido y de sublime. En
sus textos hace siempre homenajes a escritores como un modo de sacarte
de la mediocridad.
- En diferentes cuentos celebras homenajes
no solo a escritores sino a los héroes de la cultura popular.
Tomarte un trago con José José en un bar es un buen
ejemplo.
- Eso es lo que me gusta. Intento siempre romper con una literatura
de referentes muy cultistas. Me gusta mezclar chicha y limonada, chicheros
y clásicos.
- Crees que los escritores más nuevos
se han puesto demasiado serios?
- De repente hay entre los más jovenes una falta de vivencias
y sí muchas lecturas. Para mí, lo interesante no es
lo estrictamente literario, ni tampoco la realidad como cualquiera
puede vivirla. Siempre me he planteado (supongo que como todos los
escritores), crear un mundo propio, en el que está tu vida
y la parte de la literatura de la que te apropias. Así vivo
a diario, pensando que puedo toparme en la calle con los escritores
que me gustan.
- Hay un cuento de Bukowski que narra cómo
en un cuadrilátero se pone los guantes de box para noquear
al mismo Hemingway. ¿Esa podría ser también tu
pelea?
- Claro. Eso es lo que me encanta de la narrativa. Jugar con lo que
sucedió y con lo que no ha sucedido. En cambio, en la poesía,
siento que es más difícil disfrazarme. Es por eso que
he dejado un poco la poesía. Estaba demasiado cansado de decir
"yo". Era como autotorturarse, eso cansa, duele. En narrativa,
aunque puedas escribir un relato que te haga llorar recordando tu
propia historia, en el fondo es divertido.
- "El Paso" también profundiza
en el tema del amor, traducido este en los diversos comportamientos
de la mujer.
- Yo viví ese tema muy fuerte, fuertazo, allá. Creo
que por eso El Paso se sobredimensionó en mi poesía
y en este libro. Muchas chicas son la misma mujer. En esencia, es
ella. ¡Qué más puedo decir! Soy demasiado romántico,
puedo ser cruel, pero siempre encuentro el lado tierno de las cosas.