La poesía es un trabajo difícil. Taller a cargo de Miguel Ildefonso
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La poesía es un trabajo difícil, es el título del taller de seis sesiones dirigido por el escritor Miguel Ildefonso (1970), a cargo del Grupo Editorial Mesa Redonda. Libería Perú se entrevistó con el poeta para conocer un poco más sobre su experiencia como un inspirado orfebre de la palabra, que transpira con técnica, espíritu y disciplina.
1. ¿Por qué la poesía es un trabajo difícil y tan gratificante al final?
- En los primeros libros que uno termina, el artista, si tiene el talento y conocimiento necesarios, puede plasmar una voz fresca, relativamente nueva o auténticamente nueva. La poesía, como todo arte, exige evolución. Lo que al inicio era pura dinamita creativa o, en el peor de los casos, tan solo catarsis; luego se convierte en una disciplina, un trabajo del rigor y de la profundidad. Porque en el arte no hay retorno posible, hay reinvención, pastiche, diálogo, mas no vuelta. La historia se repite continuamente, porque los seres humanos viven repitiendo sus errores siempre. En cambio el arte no puede hacer eso, su camino es la perfección, y quienes empujan el arte son siempre los grandes seres humanos, aquellos que llamamos genios, por ejemplo. El arte se desarrolla conforme tomamos conciencia de aquel arte. Por eso es duro, difícil y gratificante a su vez. Pues por más consciente que somos de nuestro arte, no debemos perder la alegría vital, la espontaneidad, la locura o genio, el duende. La poesía es el trabajo del equilibrio.
2. ¿Sostienes una rutina fija para la creación, entre espacios para escribir y para “alimentarse”, para escribir y corregirse?
- He cambiado de rutina, ya no tan diario en la escritura, sino trabajando en libros concretos, rearmándolos. En parte hago más el trabajo de reescritura, explorando las posibilidades de las distintas estéticas que me interesan. Leer siempre, por supuesto, lo antiguo y lo nuevo. Actualmente tengo tres libros de poesía inéditos, nada breves. Son tres propuestas distintas que los vine escribiendo ya hace muchos años, y hoy cobran ya su madurez para que puedan salir a este mundo que parece leer y entender cada vez menos. Siempre me he movido entre la disciplina y la indisciplina. La poesía no es un matrimonio ni es un hábito, porque en realidad en la poesía no hay leyes; hay fórmulas, consejos, prácticas, usos, tendencias. Copiar es algo que se aprende, sí; pero no copiar también es algo que se aprende y es más difícil todavía.
3. ¿Qué actitudes o referencias pueden alimentarte y qué otras intoxicarte o entorpercer el trabajo? (estéticamente hablando)
- Experimentar siempre, estéticamente hablando, eso ayuda. El arte no es para estancarse en un solo soplo creativo. A no ser que se haya escrito El Libro. Hay poetas de uno o dos libros solamente, y ya para qué más. Lo que pasa con la poesía, más que con la narrativa, es que es un trabajo del espíritu también, exige de algún modo esa capacidad moral y casi mística para ofrecer al mundo un testimonio que tenga cierta pureza (como Rimbaud o Vallejo); el poeta realmente no quiere vender sus palabras, el poeta no ha nacido para vender palabras, frases o versos. En estos tiempos de crisis de valores, espiritualidad y fe, la poesía, que no posee dogmas, se encumbra como uno de los pocos reductos de la inmaterialidad y lo permanente. La poesía es un desafío al mundo. El poeta, aun más que el lector, siempre tiene que entender eso.
4. ¿Cómo percibes el panorama actual de la creación poética en el Perú?
- Mantiene un nivel bueno a comparación de otros países de hispanoamérica. Está entre la mejor; quizás se deba a que no hay auspicios para los poetas aquí en Perú. Quizás porque los verdaderos poetas no tienen que ir perdiendo el tiempo en conseguir recompensas constantemente por sus creaciones, ya que esas recompensas aquí no existen. Entonces hay más tiempo de pensar en escribir mejores poemas, y tiempo para volcarse en esa realidad cruda y sin condicionamientos.
5. ¿Es una cuota grande la de la inspiración, o es apenas un 10% impresindible?
- Nadie se inspira de la nada y sin tener cierto conocimiento. Por lo menos es necesario el lenguaje. Y el lenguaje no es innato, es cierto que tenemos la capacidad de aprenderlo fácilmente de niños, al ir teniendo conciencia del mundo, al aprehender la realidad tal como nos la enseñan. Pero aprendemos a hablar, aprendemos a amar, aprendemos a pensar. La poesía exige mucho más que eso; nos obliga a aprender a callar, a amar más, a pensar de distinta manera. Y sobre todo nos exige a escribir mejores poemas, innovar, a mirar no solo nuestro ombligo y heridas, sino a los otros, al mundo que cada vez ve menos. La inspiración es fundamental, pero el conocimiento y la educación de la sensibilidad son también importantes porque alimentan a la inspiración. Conocimiento, técnica, disciplina, son las bases. La inspiración es el mecanismo, la puesta en marcha, la acción de estos componentes. Un taller de poesía te ayuda con esas bases. La inspiración, así como al hacer el amor, es cosa personal.
6. ¿Qué tan importante es leerse y corregirse, escuchar los comentarios ácidos y no solo los buenos?
- Hay poetas o escritores que desde un inicio no quieren oir sugerencias o críticas. Lo que sé, por lecturas de biografías o declaraciones de buenos poetas y escritores, es que ellos sí han sido abiertos. En el arte el fin no es el artista o el poeta o el narrador; el fin es el libro, el poema. Sino pregúntale a Eliot. Sino pregúntale a Flaubert, quien corregía maniáticamente, y que leía pasajes de sus libros en tertulias a sus amigos. El poema no tiene sentimientos, no es cierto que sea un ser vivo, no tiene ego. Esas cosas las tiene solo el poeta. El poema trasmite sensibilidad, vida y un desinterés total. El poema es un mecanismo perfecto. El poeta no es perfecto. No es tan cierto que en el poema se refleja el autor; los mejores poemas son aquellos en los que está reflejado el lector, los que logran que el lector de cualquier país se halle en ese pequeño juego de palabras.