Jorge Luis Borges, citando a filósofo italiano Benebetto Croce, decía que la imagen poética se basa en las intuiciones: La imagen poética son percepciones instantáneas de una verdad. Pero siguiendo al filósofo francés Gastón Bachelard podemos afirmar, más poéticamente y exactamente, que la belleza antecede a la verdad. Y es más, el lenguaje de la poesía, para Bachelard, crea un mundo: “la imagen poética es una emergencia del lenguaje, está siempre un poco por encima del lenguaje significante”, y es porque escapa de la causalidad (o racionalidad).
Belacqua (Editorial Máquina de Furia, 2024) de Dagoberto Benites (Lima, 1983) es un bien logrado libro que en su estética privilegia la imagen como vía de comunión entre una realidad “poetizable” y el lenguaje al cual nosotros, como lectores, obedecemos y, a la vez, nos revelamos desde la intimidad descarnada del ser. Y esta es la cualidad más importante de este libro que nos remueve líricamente para evidenciarnos, para volver a (y reconocernos en) nuestro yo escindido debido a una realidad alienante. Lo dice desde el primer poema, Semejante a ser y verse en una mano, que abre el libro: “surgimos del espacio acumulado por un polvo / tibio doméstico mundano/ no se ríe // Solo hay sombras / solo manchas de pies dejando las sandalias”.
Es justamente por esa “emergencia” (el surgir) del lenguaje que irrumpe en versos donde nos ubicamos (la belleza de sus imágenes) para insertarnos y discurrir en este potente libro cuyo nombre es el de un personaje de la Divina comedia de Dante Alighieri que representa (o simboliza) la indolencia y la pereza, y habita el Purgatorio. Aquel Belacqua se salvó del castigo del Infierno quizás gracias a su ingenio, y quizás porque en la vida real (Duccio di Bonavia) fue amigo del poeta florentino. Belacqua, en todo caso, es el poeta que está en un trance entre la realidad infernal y aquella utopía feliz adonde llegó finalmente el “yo poético” de Alighieri al final de su travesía.
Estamos entonces, en esta ópera prima de Benites, en el vasto terreno puro de la poesía donde el lector experimentará, volviendo a Bachelard, el grado más pleno de la libertad y de la creación absoluta. En el prólogo, La virtud del arrastre, Miguel Gil Castro dice: “Si alguien desea aprender a manejar el ritmo de sus versos o administrar el aliento bien haría en leer, en voz alta, los versos de Dago”. Y es que, otra vez volviendo al autor de La poética del espacio, en la “resonancia” es donde oímos el poema. Dice: “La imagen poética tendrá sonoridad del ser. El poeta habla en el umbral del ser.” Como afirma el prologuista, la musicalidad que conllevan los poemas de Dago (Dagoberto) es algo de destacar estéticamente; pero también podemos ver sus implicancias ontológicas. En la poesía (la buena poesía como la que hay en este libro) existe una comunicación entre una imagen singular y nuestro ser; esta comunicación nos trasvasa el significado ontológico de la imagen poética mediante una resonancia, una resonancia “musical”, dice Bachelard. Lo podemos sentir, intuir, oír o palpar, en estos versos escogidos al azar: “Veo el agua de tus dientes estelares, un ocaso de palomas en la niebla, una balsa sin sonido entre las olas. No es solo el alba que renace de tu sombra, no es solo el mar que me cobija entre la espuma, no es solo el tiempo el que se arrastra entre la arena cuando el agua abre sus páginas nocturnas” (poema Naufrago).
En una bonita edición Dagoberto Benites nos presenta esta obra que tiene dos partes; la primera, titulada como el libro, y la segunda, Otras ausencias. Los felicitamos (al poeta y a la editorial) pues es un gran aporte al desarrollo de la nueva poesía que se viene gestando en estos últimos años, y a la que la crítica (por demás casi inexistente) y las instituciones culturales lamentablemente no prestan la debida atención. Aquí un poema:
Marea
Cabe desde abajo la distancia
los pies orillan
su lejana oscilación de siempre
he de tolerar la piel
la sombra
la pausa en alimento
aquello que evitamos y nos mira
Cabe no ceder las manos
a estas uñas que despliegan
la paciencia de cortar un pan junto a la mesa
o aspirar muy lejos el sonido
Y si después de mí
tus ojos siembran el invierno?
Y si después el mundo cae
y somos todos agua?
Arena se despierta
Allá la quebrada longitud del vino
sendero de agónicas hormigas
la cósmica apariencia de tu cuerpo
es tierra en origen silencioso
marea marea marea
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Datos:
Dagoberto Benites (Lima, 1983). Estudió Educación en la UNMSM. Sus publicaciones están en las revistas Lamula.pe y Sol y Niebla, y en las antologías Todas las voces, Paradero desierto Vol. I y Paradero desierto, segunda llamada. Forma parte del grupo poético Movimiento Paradero Desierto.
Miguel Ildefonso (Apolo, 1970). Fue miembro en la década del 90 del grupo poético Mundana Laetitia. Ha publicado poesía libros como Vestigios y A dónde mira el centinela. En narrativa, entre otros, Hotel Lima y El Paso. Vive en La Molina y escribe de vez en cuando.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com
"Belacqua" de Dagoberto Benites
Editorial Máquina de Furia, 2024, 71 páginas
Por Miguel Ildefonso