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Rumikuna del mar de Carolina O. Fernández

Por Miguel Ildefonso



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Carolina O. Fernández nos presenta su sexto libro de poesía, Rumikuna del mar, publicado por Hanan Harawi. Luego de los títulos Cuando la luna crece, Una vela encendida en el desierto, Un gato negro me hace un guiño, A tientas y No queremos cazar la noche,en este año 2021, en medio de esta crisis mundial debido a la pandemia del Covid-19, nuestra poeta nos trae este canto a la vida, a la protección de la vida desde una mirada atemporal que se remonta a los tiempos míticos de nuestra historia colectiva o de país, un país fracturado llamado Perú.

Desde un inicio Carolina O. Fernández, en su poética, trazó una ruta temática en donde la exploración de un lenguaje-otro significa la búsqueda de otras maneras de existir y convivir, fundamentalmente no occidentales; esta definición ella misma lo afirma en una entrevista. Y es que Carolina es, también, una importante investigadora literaria abocada a los estudios culturales que abordan justamente estas nociones emergentes que se movilizan en el mundo actual ante el avasallamiento del capitalismo salvaje: el feminismo, la ecología; la crítica del poder religioso, del poder simbólico del patriarcado. Ante aquel poder que coloniza y subyuga, Carolina plantea un trabajo en donde la poesía es “un espacio en donde mora la libertad”.

En Rumikuna del mar la autora nos trae el lenguaje del mito, nos lleva al origen para restituirnos como seres libres, porque no podemos ser libres si no conocemos de qué estamos hechos. Y porque, en poesía, estamos hechos de lenguaje, la poeta nos remonta al inicio de este mundo escindido de hoy, poetizando el libro Dioses y hombres de Huarochirí. La figura primordial de Cahuillaca representa esa primera fuente del lenguaje que nos preserva de la violencia y de la muerte.

Contrario a la narrativa criolla que afirma que el país se fundó con la llegada de los conquistadores desde el mar, aquí la dama de la mitología se inmersa al mar para afirmar su independencia, para salvaguardar a sus wawas de un poder que se erige a partir del sometimiento. El mar, en esta narrativa andina, es la fuente de un lenguaje construido de piedras míticas, como alude el título; y, también, es lo que nos abre al mundo. Porque este libro de Carolina O. Fernández trata, además, el tema de la migración. Es la migración del lenguaje mítico hacia al lenguaje posmoderno, porque este sincretismo poético no solo es cultural sino temporal.

Somos el producto de las migraciones que es la representación del mar, pero también de la constancia de un lenguaje simbolizado por las piedras. Constancia y resistencia del quechua ante el español y que se fusionan para restituirnos y actualizarnos en ese ejercicio, y cito el poema 13, de “tejer hilar/ pintar/ bordar quilcas”.

Toda Lima colonial y moderna está construida sobre huacas. Habitamos, los llamados limeños, nuestra historia sin saber qué nos dicen, porque no la queremos oír. Por eso la poeta señala:  “Quilcas anudan mis cabellos largos/ la lluvia de relámpagos/ escriben los versos/ que yo no pude decir esa noche”; esa noche es la noche intemporal de este Pachacamac en donde el tiempo histórico y el tiempo actual se fusionan cotidianamente y explotan en marchas de protestas, en mítines de reclamos; vivimos en una múltiple temporalidad en donde las huacas nos hablan, nos interpelan; en donde el tiempo histórico está hecho de fracturas, de derrotas, y el tiempo utópico se oculta y se margina ante discursos que abogan por este tiempo presente que se llama “neoliberal” y se erige como motor de una modernidad trasplantada desde otras utopías.

“La felicidad no se mide según el PBI”, nos dice la poeta. Y es que esta utopía nueva es la que “Cantamos con la energía del Aymara/ la ilusión del Spanglish/ la comunión del Kamentsa”. Asumir una historia, nuestra historia completa y no idealizada, es el fruto maduro de una libre elección. No se ama a sí mismo si no se ama a quien te dio vida, la madre o la tierra, o la propia poesía. Y es en la migración cuando se pone a prueba eso que se lleva en la genética del espíritu: la historia de una nación o del país o de la colectividad que verdaderamente nos representa. La poeta elige y reafirma un lenguaje, así como reconoce su historia. Y es desde allí, desde ese nuevo lugar de representación de lo peruano, que podemos llamar patria/matria a aquello que antes no tenía padre sino violencia, y para así finalmente restituirnos y abrazar a los y las Jimena, Inti, Camila, Jorge y Bryan de este país que marcha en sus protestas.

Esta edición de Rumikuna del mar es, también, un objeto artístico que confronta esa idea del producto en serie que impone el mercado. Una bella edición, un arte en sí mismo.


Portada del Sol, 2021


 

La autora Carolina O. Fernández

 

 

Durante la presentación. Miluska Benavides, Carolina O. Fernández y Miguel Ildefonso

 

 



 

 

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