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A propósito de Ex machina de Mauro Gatica Salamanca
Por Miguel Ildefonso
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Ex machina de mauro gatica salamanca es un libro de poesía eyaculador, es decir, fecunda un lenguaje expansivo en el lector más estéril. Como dice Pablo Lacroix en el introito: ”la propuesta de mauro gatica está en darnos a entender que todo proceso de lectura es un acto sexual, erótico, pero mediante el voyerismo, es un acto pornográfico en el sentido que se exhibe directamente el objeto del deseo sin poder ser tocado, sentido o como diría Baudrillard (1995) un erotismo simulado”.
Hay una analogía entre la escritura poética y el acto sexual, entre la lectura poética y el coito, entre la performance poética y la masturbación. La putrefacción del lenguaje de la poesía actual desencadena en esa pequeña muerte que es el orgasmo, es un proceso de envilecimiento, en el que nos convertimos, nosotros los inocentes lectores en voyeristas incapaces de quitar la mirada al desborde verbal del poeta con sus impulsos tanáticos y eróticos.
Eyacular es como escribir, ya dijimos, y la leche, por tanto, refulge en la película porno como tinta en el cuerpo, pero no en el cuerpo sino al interior del lector, ese obscuro objeto del deseo. Cómo abortar la poesía, entonces, sino transgrediéndola, violentándola. Es un sucio empeño, no el torcer el cuello al cisne, sino al pene.
“El cuerpo es un texto sucio”, dice el poeta e su lucubración como señal de advenimiento, de regocijo, de sublime conquista con el cuerpo en sus dilataciones, en sus gritos y alaridos ginsbergrianos. Es una poética del gemido preverbal, de escritura fálica y anal; masturbatoria lírica que no contenta con el goce solitario, atrae hacia sí a las demás criaturas para su felación, y así tragarse la realidad entera, con su orgía convertida en masa, en política de egotismo y utopía del placer anónimo. Desde el clítoris y el pene, se instaura una ley disidente.
Esta sociedad de espermatozoides, la conforman los actores y las actrices de un film pulcro, aséptico, pues ver es no contaminarse con lo subjetivo, somos solo actores de un drama animal: “ver y ser anónimos en la puesta en escena/ he ahí la belleza/ evadir la subjetividad del que mira”, dicen unos versos de Ex Machina. Aquí está permitido todo, la zoofilia, el trueque, la sodomía, la necrofilia y así por estilo. “ex machina: toda su mecánica es una máquina del fornicio/ que opera a plena luz que se mete bajo las sábanas del sexo/ y lo envuelve todo como la imagen y el movimiento”, dice el poeta.
La exuberancia, el derrame verbal, siempre tiene que estar en movimiento, como cámara porno que deglute las imágenes de los copuladores. Por eso el exceso aquí es poesía no reprimida, es liberación, es conquista y comunión. La persistencia, la repetición constante, es esa búsqueda no solo de un lenguaje lascivo, ríspido, sino propiciatorio para que el lector actúe: “esta reescritura es un engaño”, dice.
Volvamos al primer asunto: “eyacular es escribir/ es lanzar peces muertos al vacío”, porque muerte y resurrección es el significado de lo bello. La belleza germina tras la necrofilia del lector que se complace con leer a poetas muertos. “Todo acto verbal es coito sin consentimiento/ es como una violación/ un sometimiento/ un acto de violencia/ un grito”, dice esta máquina de poesía plena de simulacros, de tentativas por alcanzar a vaciarse en el lector, salpicarte en los ojos y en las mejillas todo este no sentimiento, este no convencerse con nada sino con el propio devenir. Es lo que la tecnología está produciendo en la actualidad, formando sociedades perentorias, utopías putrefactas, como diría el poeta aquí.
Él dice: “somos personajes: solo sabemos significar en el vacío/ somos mera refencia;/ quizás y extra-texto/ fragmentos/ esquirlas diispersas en la oscuridad”. El ser humano está dejando de ser identidad, sujeto, subjetividad, deseo. El lector aquí tendrá que mojarse, dejarse seducir nomás. Muy bien esta aventura poética que arriesga, la de mauro gatica salamanca. Todos a coger ahora.
Cusco, 15 de octubre de 2015