En las alturas del centro de Santiago mantuvimos una
conversación con el poeta Gonzalo Millán, cuidando de hacer una pasada
más o menos lineal por su obra. Obra que sirvió de excusa para entrar
en el terreno de la creación y facturación de objetos de arte, por
ello estas páginas conviven con ideas acerca de lo que es la palabra y
la imagen, elemento que en su producción deviene en
fundamental.
Las letras son las que componen el objeto visual. Son
el producto para solaz del receptor.
Por
Marcelo Montecinos y Jaime Pinos
en La Calabaza del Diablo, Nº24, Año 5 mayo de
2003.
Los 60, inicios
En mi caso la
escritura es heredada de mis padres porque ambos escribían poemas. El
romance buscaba la poesía como medio de comunicación erótico. Entonces
la presencia de libros, de bibliotecas, también siempre. Empecé a escribir a los 13 o 14 años, cuentos y poemas,
entonces la recepción era muy buena, mijito siga escribiendo. En mí
casa la vocación literaria brotó espontáneamente, había una buena
tierra de hojas. En el Liceo Lastarria tenía compañeros afines, con
ellos hice un viaje a dedo a Lima, había esta cosa de la literatura,
pero también había mucho interés en el viaje, como que el viaje era
una llamada de los beatniks, Keruoac, echarse al camino, mochilear.
Los primeros poemas están escritos en ese contexto, de un adolescente
que se empieza a sentir también al margen, a sentirse distinto y que
está insatisfecho con el mundo que encuentra, el Chile de los años 60.
Persigue otra cosa, que no está aquí. En mi caso, desde niño el sueño
eran las islas de los mares del sur, el Pacífico, llegar a la
Polinesia, las mujeres con faldas vegetales, toda esa onda me atraía
muchísimo. Había un comprensible anhelo de escapar, la evasión.
Baudelaire tiene un verso que dice: "¡Lejos!, lejos de aquí no importa
donde porque estos barros están hechos con mis lágrimas". Para unir
las dos cosas, para tensarlas, poesía y viaje, creo que la poesía
también es la invitación a un viaje sobre todo para un adolescente. En
ese tiempo la literatura o la cultura en mi caso se empieza a dar
mezclada con lo que eran las primeras expresiones de la contracultura
juvenil y empezar a adherir, un joven burgués, a esos gustos que no
eran los de sus padres ni los de su clase, era como una preferencia
alternativa. En algún momento del descartuchamiento uno tenía que
decir aquí estoy y soy distinto de ustedes, marcar la diferencia. Ya
sea por el pelo largo, por la música que se escuchaba o porque se
fumaban pitos.
Relación personal
1968
Relación
personal surge casi simultáneamente con una novela, que nunca se
publicó, lo que explica el aspecto narrativo que tiene. Empieza con
poemas infantiles, de la pubertad y después la mirada retrospectiva.
Si uno va al título, Relación personal, relato de una
subjetividad ¿cierto? Y, por tanto, podría ser una poesía confesional
o basada en la experiencia. Pero creo que no, hay tanta elaboración
imaginativa, afectiva, detrás de las imágenes elegidas, que no hay
anécdotas que puedan achacarse al autor. El epígrafe me pareció
necesario adjuntarlo para desmentir el carácter de poesía subjetiva. Y
más que nada me interesó esta idea de que la vida particular, al final
de cuenta, es la vida de todos. De modo que cualquier vida es
alegórica, habla de toda la humanidad. Quería lograr que esto fuera
como un álbum adolescente y me interesó subrayar eso más algunos
guiños, por ejemplo, la alusión a la historieta como forma, como
modelo del poema o las menciones a la música pop, a todo ese clima que
en ese tiempo era visto como ambiguo, turbio. Discotecas y bares son
las islas de los lotófagos y por otro lado también son regiones de
libertad, de juego, de encuentro, de suspensión de las obligaciones
basadas en la producción, en el trabajo, en el deber, etc. Los 60 es
una fecha límite porque empieza a borrarse la distinción entre alta
cultura y cultura popular. Por ello tomar la historieta como modelo es
casi irrespetuoso. El modelo del poema no es el carmen latino, sino
una canción popular. En Relación personal, por ejemplo, yo
diría que se provoca una amalgama de sensibilidades, Rimbaud, la
violencia de Lautremont y también por otro lado el rock, una cosa como
agresiva, descarnada y ácida muy crítica del mundo. Un adolescente
diciendo: "esta huevá es dolorosa, horrible, no me gusta". Relación
personal es un libro que todavía pertenece a una sensibilidad
colérica. Hay una revelación de tipo existenciaiista en esas miradas
negras sobre la vida, sobre el destino, esos elementos de rechazo, de
desprecio por la existencia mediocre, etc. Ahora creo que todo eso
está presente de una forma sumamente discreta que era el arreglo que
había que hacer al vivir en Chile. Un país sumamente conservador,
sumamente represivo, sumamente autoritario. Digamos no había lugar
aquí en Chile en esa época para las locuras que hacían los nadaístas
en Colombia o grupos desenfrenados de poetas jóvenes en México, el
infrarrealismo, qué sé yo, no. Aquí el peso de la noche, a pesar de
ser los años 60, estaba ahí.
Los 70, el golpe, el
quiebre
Después de
Relación personal empiezo a escribir dos cosas que corresponden
a dos caminos, que son los poemas que podríamos llamar de la
introvisión o del desdoblamiento, que es el Dragón que se muerde la
cola, una metida pa'dentro muy grande y, por otro lado, poemas
absolutamente objetivos que van a la desaparición del sujeto, poemas sobre automóviles, refrigeradores, todo eso.
De alguna manera para hacer una diferencia con Relación
personal aunque hav continuidad, hay una presencia objetual de las
cosas muy fuerte. Que es una manera de mirar o de describir el mundo.
Pero llevando eso más allá del sujeto y también ir al infrasujeto,
esos son los poemas del doble. Ahora toda esa poesía, más otra en que
empecé a hacer un álbum de vida doméstica de pareja, fueron dos libros
que iban a publicarse, pero al venir el golpe quedaron inédito; Diez
años después salieron.
Estos dos libros inéditos con la
experiencia del exilio en el primer mundo, se alteran y enriquecen,
porque incorporan la experiencia de llegar a ese mundo, al confort, es
una situación paradójica porque era el exilio. Entonces eso determina
mucho de lo que van a ser todos los poemas de Vida. Y, por otro
lado, va a dar origen a lo que es La Ciudad; este creo que es
un quiebre muy importante en la dimensión del proyecto a ejecutar, en
la forma, en asumirse como un poeta que va escribir un poema político
y, a la vez, lúdico. Es decir, un poema comprometido y a la vez,
vanguardista. Y lo va a hacer desde lejos del lugar donde suceden los
hechos. Ya no se trata de una objetividad referencial, aunque hay
poemas que usan lenguaje de enciclopedia. Hasta en las relaciones
sentimentales hay un poema que se llama Weather report en que,
claro, todo lo que es emoción no está y el poema previene que no va a
estar, pero entonces la objetividad de La Ciudad es una
objetividad del lenguaje, es convertir ciertas estructuras del
lenguaje en objetos ya existentes, objetos encontrados como decían los
surrealistas; pero que son pedazos de lenguaje petrificado. El lado
arlequinesco, lúdico de La Ciudad es, de alguna manera,
utilizar el camino que estaba mostrando la poesía concreta y visual de
ese momento, que a mí me parece fundamental. Por ahí leí que Lihn
decía que fuera de la poesía concreta en América Latina la poesía
permanecía en el simbolismo, un poquito exagerado, pero no deja de
tener razón. Está esta objetividad del lenguaje, no es necesario de
que yo para ser poeta esté inventando metáforas sorprendentes,
gongorinas o como las de Lezama, es decir, mi imaginación también se
puede expresar en el hallazgo y la selección de materiales. La manera
como los voy editando, montando, yuxtaponiendo, etc. Entonces creo que
la poética de La Ciudad es una poética constructivista.
Construyo con palabras objetos, una estructura, una máquina hecha de
palabras. Esta despersonalización es crear personajes, máscaras,
personas, poblar el poema de sujetos que están por ahí. Poblar la
ciudad de seres anónimos que hablan, dicen algo, quién dijo eso. Es un
escenario artificial. Es una ciudad de papel y tinta.
La voz del
anciano(a)
En
La Ciudad, en su primera versión, el organizador del texto era
este anciano. Siempre me interesaron las representaciones arquetípicas
de la vida humana.Y para La Ciudad, necesitaba la
representación del hombre anciano, además por hechos muy ligados a la
política contingente, porque me llamó muchísimo la atención que dentro
de la lucha política, derepente aparecieran elementos de organización
que eran arcaicos. Me refiero a que en los campos de concentración en
Chile, los que dirigían a los prisioneros eran un consejo de ancianos,
como ocurría en las antiguas tribus. Esas eran las autoridades de los
prisioneros organizados. Ese valor dado al anciano me llamó la
atención. El anciano había sufrido una revalorización gracias a la
represión. Es algo que refleja la situación de la dictadura. El
ausente es reemplazado por otro, actores no comunes de la vida normal,
ancianos, mujeres. De allí el hecho de anciano y de hombre y mujer. La
mujer como maestra, claro, allí está latente la figura de Gabriela
Mistral, la maestra primaria, de alguna manera la prolongación de la
figura de la madre en la instrucción, como que eso completaba el mundo
ciudadano. Porque ahí en La Ciudad hay otra figura que es la
beldad y que es lo contrario, la mujer frivola, es decir, el arquetipo
tradicional de la mujer como fetiche, como objeto que induce al
consumo, a la alienación.
Adaptar la escritura a diversos
momentos
Pienso
que los escritos tienen que ponerse al día, no basta que hayan sido
publicados una vez y en cierto momento, es decir, si uno los quiere
seguir transmitiendo tiene que ir adaptándolos al tiempo de sus
lectores, traduciéndolos.
Sobre
todo en mi caso en que existe esta circunstancia del golpe militar en
Chile. Porque de repente mi interlocutor desapareció de vista. En el
exilio en Canadá, por una parte, dirigí al público compatriota mi
poema La Ciudad, poemas sobre la represión, etc. Pero hacia los
canadienses hacía poesía visual, es decir, los dos aspectos están
presentes en La Ciudad. Hacía poemas sin palabras, trabajaba
con imágenes, aplicando estructuras lingüísticas a la imagen
fotográfica o impresa. Haciendo, de alguna manera, que se
interrelacionaran los dos códigos el verbal y el visual que es algo
que a mí me interesa mucho. En este momento veo mi trabajo como el
llegar a la interrelación entre imagen y palabra. Que no es nuevo,
está el antecedente de los emblemas, que tuvo importancia fundamental
en la cultura europea.
El
objeto es una constante en mi poesía y por otro lado la imagen, una
poesía basada en la imagen. Un poco más allá de como lo veía Ezra
Pound, en la visión imaginista (fano poeia) él decía la imagen
proyectada en la mente del lector, hecha de palabras. Sin embargo,
pienso que en la poesía visiva ya la imagen no se proyecta
imaginariamente, sino que está ahí. Es un objeto visual. Las letras
componen un objeto visual, un producto gráfico. Donde también hay una
cancelación del verso lineal, rítmico, este dominio de lo acústico, de
lo musical en la poesía con la poesía visual queda cancelado. Es una
poesía que no es del decir. El poeta deja ver, muestra, hace que diga.
Ese desplazamiento es fundamental para la poesía, en relación a la
poesía versal que sí es del decir, basada en la línea rítmica del
verso, ella funciona con una persona parlante, ese es el
sujeto.
Bitácora de un callejón sin salida.
Vida. 1984
En
Vida, la sección que habla de la vida doméstica, me propuse
hacer una especie de álbum representativo de tipos humanos, de
relaciones clichés, padre, madre, la pareja, el hijo. Y todos los
ritos de pasaje de la pareja, el erotismo prenupcial, el casamiento,
la espera del hijo, la decadencia del amor, cómo la rutina va
erosionando el contexto. Es la bitácora de un callejón sin salida. La
pareja burguesa no tiene futuro. Está condenada al fracaso, a la
infelicidad, al desastre. En los años 60 hubo un cuestionamiento de la
relación amorosa. Para qué se ama, qué hay detrás de eso, en el buscar
posesión exclusiva del otro, qué se hipoteca con esa exclusividad, de
qué manera quedan excluidos los demás. De qué forma la pareja burguesa
es egoísta. Hay esa crisis del ambiente domestico dirigido al trabajo
y al consumo, al final de cuenta. Apocalipsis doméstico es el final. Y
si remontamos la alegoría podemos decir que los dos personajes que
aparecen allí son Adán y Eva en un paraíso en ruinas. En muchos de
esos poemas de Vida que describen interiores domésticos el
atractivo exótico de estas nuevas máquinas y artefactos, aparece
también la pintura pop, pero también la pintura de expresionistas como
Francis Bacon porque la subjetividad de estos seres que aparecen allí
está deformada por la pasiones o por el marco férreo de las costumbres
y hábitos como esos personajes atroces de Bacon. En muchos casos es
más potente un cartel de publicidad que la vida humana que transcurre
bajo ella.
La palabra como un virus. Virus.
1987
La
imposición del patrón lingüístico es tan fuerte que incluso llega a
determinar los descubrimientos en bioquímica. La genética tendría como
modelo el lenguaje, que son los genes, son mensajes; habría
significado y significante en los genes. Pero cómo interpretar este
mundo cifrado. La escritura no es un oficio benigno, el virus es
mortal.
El
libro cuajó a mi regreso a Chile en los últimos años de Dictadura. El
proceso de fermento fue en las protestas. Claro en el poema no aparece
una lectura política ni circunstancial. Qué pasaba con la poesía
cuando tenía que luchar con un poder total. En esa poesía hay un
enorme desengaño. Desafío muy importante es enfrentarse a la
esterilidad, al bloqueo, a la página en blanco. Es un descubrimiento
compartido por toda la poesía que es metapoética. En algún momento ese
trayecto desemboca en ese abismo, esto es una actividad impotente.
Esta dedicación a la palabra en el fondo es un pajeo, porque efecto en
la realidad parece no tener. Hay una duda acerca de la función de la
poesía y del arte frente al poder. Podemos referir eso en el momento
en que fue escrito. Pero ahora yo matizaría. Porque han pasado años y
tengo una mirada menos escéptica, menos desengañada frente a la
poesía. Creo que ahí hay un error de visión, a eso se debe la
virulencia del ataque, porque es haber creído en algún momento que el
lenguaje tenía esos poderes. Retrospectivamente el gil fue uno. No
darse cuenta que el lenguaje es un producto humano que proporciona un
poder de creación grandioso, pero que por otro lado es limitado y como
medio es insuficiente. Yo le echo la culpa hoy día al desengaño, a mi
propia visión idealista del lenguaje. Es fundamental acotar los
poderes del lenguaje, sobre todo cuando hay sospechas que el lenguaje
escrito siempre ha jugado un rol enajenador del individuo por parte de
la comunidad.
Autorialidad en
Virus
Si la
escritura es vida y la vida es escritura del libro, desescribirse de
alguna manera es un imperativo. Uno necesita desidentificarse de los
roles burgueses que le fueron impuestos. En ese sentido hay que buscar
formas de descentrar el sujeto, salirse del guión, Desescribirse,
desnaturalizarse. Creo que el anagrama es una pieza clave del idioma,
allí hay recursos que analizados sicológicamente son muy ricos. El
seudónimo, el alias, la chapa, todas son posibilidades de cambiar la
identidad, de descubrirse, de desmarcarse. Otras vías posibles, tratar
de construirse como otro sujeto. En Virus algo que está
implícito es la valoración del silencio. Dejar de hablar para
recuperar cierta libertad, yo lo veo como paso obligado hacia otra
manera de hablar. No dejar de comunicar. Asumir que el silencio es
parte constitutiva de la palabra. Otra cosa importante para entender
Virus es el concepto de Big brother, el mundo de Orwell, es
decir, el lenguaje como control, este esperanto oficial que se impone,
mentiroso, alienador. Pienso que a ese tipo de lenguaje hay
imputaciones en Virus. El lenguaje sirve para desinformar
también. Un arte literario que no es conciente de eso corre el riesgo
de ser cómplice. Algo importante en la concepción del lenguaje como
virus es que la poesía tiene que ir mutando, o sea, la obligación que
tiene para resistir es su mutación. Un virus rebelde, para no caer en
la retórica que es una entropía lingüística.
La realidad como milagro. Claro oscuro
2002
En
Caravaggio hay realismo y en el caso de Zurbarán hay un hiperrealismo.
Me interesa el realismo místico, en el sentido de que es un realismo
de la epifanía. Me interesa esa epifanía cotidiana, hay cierta
transfiguración de la personas, de la cosas, lugares, de momentos en
que pierden el carácter plomizo, pesado y se convierten en visiones
como debe haber dicho Blake. La realidad como milagro es lo que me
interesa. La poesía para mí ha sido la manera de registrar de atrapar
esos milagros. Y eso es muy de la tradición española y también muy
mestiza o americana porque se junta con el materialismo. Pienso que
eso me define como latinoamericano. Las cosas son espirituales, no hay
separación materia espíritu en el mundo. La materia es inocente, hay
que borrarle la sombra del pecado a las cosas materiales, sobretodo al
cuerpo.
Creo
que en el martirio cristiano católico hay una sensualidad masoquista y
sádica evidente. Hay un placer en el espectáculo de estos seres que
están siendo torturados y, a la vez que gozan. Desde el punto de vista
espiritual es hacer una lectura de motivos sexuales donde deberíamos
hablar sobre el espíritu. Todo eso da para alimentar la imaginación,
los cuadros son pretextos para desencadenar procesos imaginativos.
Muchas cosas son ahí descriptivas, se encuentran en los cuadros, son
referenciales. Pero la mayor parte proviene de las obsesiones de quién
está mirando, es la lectura lo importante no el cuadro
mismo.
Autorretratos
Un cuadro ya no es una construcción de líneas y
colores, sino un
animal, una noche, un grito, un ser humano o todo
esto al mismo tiempo.
Manifiesto del Grupo Cobra
Tarjetas del
Archivo de Zonaglo, serie Pirámides naturales, cerro Huelén.
Tarjetas y texto: Gonzalo Millán
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Autorretrato riéndose
La alegría,
la máscara más hermosa y fugaz sobre el
rostro desfigurado por el tiempo
Autorretrato lúgubre
Este soy
yo el guardián de una memoria envenenada; yo el sereno de
un museo de cera; yo el empleado de una
funeraria enamorado de la difunta; yo de pie junto a las
negras cortinas alumbrando un rostro dormido. Yo el
batelero de las aguas muertas. Yo el timonel de la bella
dama que viaja en el fondo de la barca.
Autorretrato como pichón de paloma
Aquí me toco
con un pincel donde me duele el pecho en los cuatro
ventrículos hay pequeñas escenas. Aparece mi madre durmiendo
sola en una cama; en el velador un frasco de Nembutal junto a
la candela. Aparecen mis hermanitas cosiendo sentadas en
unas sillas de totora. Aparece un avión que se eleva un
barco que zarpa y zozobra. Desoladas estaciones de
trenes. Aparece mi tío Miguel montado en una moto con una
regla de cálculo. El resto del cuerpo que rodea mi
corazón está cubierto de plumas de paloma, pegadas. Estoy
de pie como un pichón en el nido cagado. Me destaco sobre un
fondo de tinieblas por mi plumosa palidez de
grisalla.
Autorretrato vacío
Aquí no hay
hoy ni ayer ni mañana; aquí o allá, ni esto o
aquello. Aquí no hay reducción ni expansión del
universo. Aquí no existe ni el espacio ni el tiempo. Aquí
lo que oyes es todo lo que ves. El blanco uniforme se
confunde con la negrura. Aquí (suena) sueña un cierto
silencio.
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