Ojos 
                  que no ven
                María 
                  Inés Zaldívar
                 
                 
                Para Gonzalo Millán.
                
                  Sección I
                
                  Los ojos tuve con llave
                  
                  La discreta enamorada. Lope de Vega
                 
                 
                  Niña bajo la mesa del comedor
                Tanto pariente, tantas cosas, tantas casas,
                  tanto empeño, tanto trabajo, tantos desvelos,
                  tanto embeleco sobre la cómoda, tanto papel revuelto
                  por todo el piso y hojas blancas y sucias con pies y
                  manos y labios en la solitaria pieza vecina y
                  tanta familia familiar reunida y ruido, y ruido y
                  tanta foto a color y en blanco y negro y
                  la familia ante todo, cuidado con las palabras y
                  el comentario y ese gesto procaz que los niños
                  uno nunca sabe, el ejemplo, el ejemplo, ¿a ver,
                  haber?
                Tanto orden, tantos cuidados, tanta norma, tanta 
                  educación
                  tanto viaje, tanto comentario, tanta lindura, tan habilosa
                  tanto cubierto y servilleta y mantel con plato y copa,
                  tantos manjares, y fuentes y bordados en el mantel.
                  Tan cumplido es un encanto, un verdadero encanto y
                  tanto éxito, tanta fineza, tanto deber, tanto deber siempre
                  para que lo gocemos todos, en postales, en recuerdos, 
                  qué responsable, el deber ante todo el deber siempre
                  ¡qué amor, pero qué amor!
                Tanto adjetivo, tanto adverbio, tanto grito
                  tanta soledad y hambre en el estómago
                  ¿dónde está el sustantivo y la cocinera
                  y la cocina, para comer con las manos y en silencio?
                Una suave y pesada cortina de pestañas,
                  una fragante mortaja de lino en el iris,
                  un destello eterno de luz en la pupila,
                  ocultan tras un astigmatismo sagrado, 
                  tornasol,
                  bastillas mal planchadas, costuras desprolijas de vestidos
                  avaros olores escondidos de ratas que no besan la mejilla, 
                  geografía decadente de venas azuladas sobre lechosos 
                  cauces
                  y una cancha limpia por donde recién
                  hace un par de horas pasó, 
                  implacable,
                  la hoja de afeitar.
                 
                
                  
                  Cuatro ojos
                No veo las piedras son chanchos
                  desembocadura del Aconcagua bote
                  en el río en el mar en las rocas en la playa
                  puesta de sol en el recuerdo
                  el contorno se hace difuso
                  como camino de Reñaca a Con Con 
                  curvilíneo 
                  como mujer en traje de baño 
                  prohibido por el obispo
                Grises y rosadas las piedras caminan
                  luminosas de blanca cresta y panza azul
                  las olas mueven el bote
                  mientras ojos alertas persiguen formas 
                  que escaparon para siempre a lo lejos
                Veo montañas de helado de frutilla
                  barquillos que se escapan, que se escapan
                  y ahora el rayo verde, ahora, grande
                  allá, allá al final, en el mar
                  en el mar
                Y la niña usará anteojos
                  (con marco café o gris, económico, discreto
                  como las pepas de frutilla en el Timbao
                  o entre los dientes
                  como el regreso a casa en un rincón del repleto
                  prestado Opel veraniego
                  como cielo de Santiago en un día de invierno)
                  los chanchos no son chanchos, son piedras.
                 
                
                  
                  Contra la viruela
                 Calle Libertad
                  Banda de música
                  Abuela y tías postizas
                  Olor a policlínico
                  A enfermera chilena, aséptica y mayor
                  Miedo en el estómago
                  Ansiedad y curiosidad en la garganta
                Brazo caliente
                  Sensación de triunfo
                  Días de espera interminable con sabor a costra que mostrar
                Costra, por fin costra, grande
                  Dorada primero
                  Café después
                  Crujiente
                  Reluciente de suero amarillo por los bordes
                Placer, más placer de sacarla con la uña
                  Levantarla por un costado
                  Dejarla caer de nuevo
                  Tirarla
                  Dejarla caer de nuevo
                Tirón, dolor, placer, ¡Triunfo!
                Costra, luna 
                  Luna llena impecable 
                  Oscura que se durmió para siempre
                  A una cuarta del hombro
                  Sobre este pecoso brazo izquierdo de cinco años
                 
                
                  
                  Pasaje Santa Marta 450 H (altos)
                Entre el abismo de dos colchones de lana
                  la blandura de un pequeño cuerpo boca abajo.
                  En medio de largueros de buena madera
                  duro frío cubriendo la espalda.
                 Rojo y rosado, azul y celeste
                  primavera, verano, otoño e invierno.
                  Día y noche, blanco y negro
                  de la mano, de los pies, de los pelos.
                 Entre el abismo de dos colchones de lana
                  la tibieza de un cuerpo blando.
                  Entre el abismo de dos colchones de lana
                  los ojos abiertos de una niña.
                 Gotas de silencio caen al vacío
                  orina, lágrimas, saliva
                  sangre sobre la alfombra.
                  Orina, lágrimas, saliva
                  sangre sobre el suelo.
                  Orina, lágrimas, saliva
                  sangre sobre la tierra. 
                  
                
                 
                 
                  Miguel Claro 278
                 Sobre la rodilla izquierda de su padre una hermana
                  sobre la derecha la otra
                Blanco y negro
                  cielo en blanco y negro
                  suelo también
                Cortas melenitas
                  Blancos delantales
                  Zapatitos de charol
                Casa caserón terraza de baldosas rojas y
                  líneas blancas bajo grandes zapatos lustrados
                Caqui pelado de otoño
                  cuerpos de pájaros sobre sus ramas desnudas
                  verde naranjo de naranjas siempre verdes
                  Centenario pino amenaza en terremotos y temblores
                Hamaca hambre de mediodía
                  casa de abuelos sopor de siesta dominguera
                  vaivén de piernas y brazos en blanco y negro
                  escondida detrás de pequeños cuerpos sentados
                  sobre rodillas adultas
                Foto de padre de hermanas de hija
                  mirada perdida 
                  escasa sonrisa
                  ojos color miel
                  toda en blanco y negro
                  
                
                 
                 
                  Trenza rusa
                 Un nudo en la boca del estómago
                  como trenza rusa a la hora del té
                  en precaria y dulce compañía
                  es la clave que desenreda una madeja
                  de viejos dolores entreverados
                  en el tubo digestivo.
                Sabor, olor, color a frío uniforme
                  colegial, sabañones en los pies
                  unas monedas semanales en las manos
                  extendidas en la panadería de paso
                  un oscuro bizcocho en recompensa.
                Comezón por el roce caminero
                  de las doce cuadras en las rodillas
                  nariz helada y gotosa
                  bajo anteojos empañados, 
                  ingresan a la casa a comer ese
                  almuerzo de pescado en la cocina
                  que se repite como empanada de estadio
                  atragantado por años en el alma.
                
                  
                
                 
                  Sueño del durazno
                
                  Soñe que era semilla
                  de una olorosa pera de agua
                 Soñé que era cuesco chorreante
                  de durazno amarillo y rojo
                  no de los priscos sino los otros
                  de esos que lo tienen pegado
                  y que se chupa fuerte
                  para desnudarlo de la dulce carne
                 Soñé que era inexpugnable
                  semilla cuesco abrigado
                  dulcemente por la pulpa
                  en el mismo centro de la tierra
                 
                
                  
                  Mariposas amarillas
                 Los puños cerrados
                  se abrieron
                  lentamente
                  y
                  por sus dedos
                  se escurrieron
                  mariposas
                  amarillas con huellas digitales
                  en las alas
                Unos dedos solitarios
                  manchados
                  de polvo
                  dorado
                  que quemaba
                  hasta los huesos
                  se estrellaron
                  contra el sol
                  esa mañana 
                 
                
                  
                  Friegas de azufre
                 Crujen los huesos de piernas que se estiran
                  imperceptibles bajo las húmedas estrellas
                  como tallos de flamencos frente al mar
                  frente al camino
                  frente al gran lagarto agazapado
                  luminoso y titilante de Valparaíso.
                Crujen huesos de tobillos y rodillas
                  a la espera inevitable de vestir
                  la media entera transparente
                  bajo una mini de color.
                Crujen pies sin sandalias bajo las sábanas
                  y se arrepienten de haber soñado sin saberlo
                  con zapatos de medio taco.
                Y en el ay más incomprensible, sin herida
                  sangre, moretón o raspadura
                  una mano, un polvo amarillento
                  que también cruje como hueso y lo demás
                  frota la superficie doliente
                  da calor y aquieta
                  el curso irrevocable del temblor.
                 
                
                  
                  Deus ex machina
                
                  Apártalos, Amado
                  que voy de vuelo. ´´´´´´´´
                Juan de la Cruz
                 A los seis tuvo un sueño maravilloso.
                  Soñó que la misma del Mes de María
                  La blanca virgen, la hermosa y dulce
                  Con cíngulo celeste y suaves pies rosados
                  Posados sobre la roca, entre las flores,
                  Se aparecía, se acercaba y le ofrecía
                  Un juego de tacitas de porcelana,
                  Para tomar el té con las visitas.
                Envueltos en papel de seda encerada
                  Fragante a ilusiones y narcisos
                  los jugueten traspasan el aire todo 
                  y quedan suspendidos en el espacio.
                Cae un chorro de negro chocolate
                  Brillan dulces estrellas acordadas
                  Danzan pequeñas manos en el vacío
                  Suena música no usada, oh Salinas!
                Pero sobre las sábanas, en lo alto
                  Sobre la cama del camarote, 
                  casi en el cielo,
                  Esas manitos con las uñas comidas
                  No traspasan la más alta esfera:
                  La felicidad completa
                  Sólo roza la punta de sus dedos.
                La tristeza al despertar
                  Las manos vacías
                  Todo lo visible es triste lloro.
                 
                 
                
                  
                  Con flores a porfía
                Entre tierra negra de hoja mojada para el huerto
                  boca arriba extendida a la intemperie
                  sin prudencia ni clemencia,
                  ............ (de contrabando)
                  semillas a medio camino con media
                  camisa abotonada,
                  de medio cuerpo y de perfil
                  tanteando lo oscuro con un tímido meneo silencioso.
                 Buscan suelo, tierra negra boca abajo
                  (alimento indispensable para hambrientas solitarias)
                  estas desnutridas damas con dientes de leche,
                  aún tienen un sueño inmanejable en las narices:
                  después de masticar el esquivo humus celestial,
                  resolverse en raíz inacabada en lo profundo y
                  en porfiado capullo innecesario a ras de tierra
                  ¡Venid y vamos todas...!
                 
                 
                 
                  Silabario Hispanoamericano
                pa - pe - pi - po - pu = pipa
                  la - le -li - lo- lu = ala
                  ma - me - mi - mo - mu= mamá
                 Olor a infancia olvidada
                  a casa oscura entre resquebrajadas paredes de la memoria
                  a cocina gris y caliente
                  a fecundas semillas enterradas en el potrero herido
                  Tierra.
                 Sonido agitado de trueno lejano
                  rayo de hojas susurrantes
                  dulce nido escondido desde siempre
                  Árbol.
                 Suavidad en su mano
                  dolorosa espina escondida
                  filo que raja el cuero inútil
                  negra ortiga que agita la sangre en talles y ramas
                  de cuerpos pasados.
                  Piedra.
                 Seres queridos esparcidos por las laderas de los montes
                  en el asfalto de la carretera
                  en lo hondo de la quebrada.
                  Huesos.
                 Follaje clavado en el paisaje
                  huesos florecidos que nos esperan bajo la
                  tierra con paciencia infinita
                  Ramas.
                 Calderas humeantes llenas de fibras vivas 
                  de agua y nostalgia
                  vida que se filtra por laberintos insospechados
                  grietas de luz
                  silencio de la materia original
                  Barro.
                 Espinas enternecidas con caricias de dolor redimido
                  paisaje que se confunde con la claridad de la mañana
                  con las sombras de los robles escapados de la sierra
                  certera vegetal inevitable
                  esperando renacer desde lo profundo
                  Muerte.
                 Pasión negra sobre fondo blanco que envuelve y eleva
                  que sube y baja
                  que muerde y vuela, y 
                  que vuelve a bajar y que vuelve a subir una y otra vez
                  para respirar sin corsé
                  a todo pulmón
                  Pájaro.
                 Texto abierto texto cerrado
                  pez erecto pez alado
                  una y otra vez
                  tras encontrar ese orden del universo
                  escondido
                  en las profundas inmensidades del sí mismo
                  Mar.
                 
                  
                 Labores
                
                  (Pañito de cocina)
                 Un festón de color rojo sobre el doblez
                  dilatado, bastante suelto,
                  flores amarillas, azules y rosadas en relleno
                  y tallos, nervaduras y hojas en punto atrás
                  verde, verde pasto, furioso, selva
                  en un rincón del crudo paño de osnaburgo.
                 Varios nudos de colores, 
                  puntadas fuera de camino
                  unas hebras sin remache
                  cabos sueltos o hilachas, si se quiere
                  como locas raíces del jardín.
                 Una caja con madejas de colores
                  guardada en el armario
                  un siete en la tarea de la escuela, 
                  varios pinchazos en el dedo sin dedal
                  el primer regalo para la abuela
                  un hilo invisible en la tela para siempre.
                 
                
                  
                  (Chalequito de guagua)
                Rosa, celeste o amarillo pálido
                  niña, niño o unisex, lana
                  tres hebras o dos, suave
                  palillos del tres y del dos y 1/2
                  para cuello y cintura, los materiales.
                 Un punto al derecho, un punto al revés, 
                  corre la hebra para el elástico
                  liso, facilito lo demás, tejido a la inglesa
                  con el índice gacho se mueve la lana
                  punto a punto
                  como la miss, como esa monja flaca
                  como la madre y la abuela, ex alumnas
                  para el sobrino, la sobrina, el hermanito
                  o la guagua prometida, conocida, familiar.
                 La tejedora tiene once años y manos sucias
                  transpiradas de calor
                  está aburrida porque no avanza
                  porque entre aumentos y disminuciones
                  se le enreda la lana
                  avanza retrocede, hace y deshace
                  se pierde, se equivoca
                  porque a la chilena o a la inglesa
                  se le enreda el tejido
                  se le enreda igual.
                
                
                 (Dedal) 
                Para Margaret Persin
                 Puntada a puntada se fue armando
                  buena tela, hilo firme
                  el nuevo vestido
                  ése para el día de la fiesta
                La aguja sube y baja
                  día y noche norte sur
                  manos y ojos
                  a lo largo y a lo ancho de la tela 
                
                 Corre suave, se desliza
                  en la dureza del doblez 
                  se detiene
                Poderosa inesperada aparece
                  nuevamente
                  sin daño el dedo sabiamente protegido
                Es la fiesta, qué vestido 
                  qué deleite
                  nueva piel y muchas manos
                 
                 
                 
                  Agitando un pañuelito blanco
                 Te veo desde lejos,
                  te llamo,
                  te hago señas,
                  gestos,
                  ruidos
                  y 
                  te veo desde tan lejos
                  que casi no te veo
                  casi. 
                Ven,
                  ven a ver si puedes, 
                  un momento
                  ven a completar este cochecito sin muñeca
                  este negro charol al que le falta el botón del lado izquierdo
                  este blanco lazo de delantal inútil con vuelos de angelito
                  esa risa sin dientes escondida bajo la almohada
                Ven
                  ven si aún puedes y
                  dale un último saludo a las tías y un beso a las 
                  visitas
                  luego a dormir, a dormir, a dormir.
                  Pero antes,
                  en poco tiempo, en sólo unos segundos,
                  recítanos,
                  recítamos a todos niña, recita de una vez, ¡se 
                  acabó!
                  a ver si aparece esa palabra que no quiere salir en el poema.
                 
                 
                 
                  Uvas rosadas
                 Ya no hay uvas como las de antes
                  rosadas dulces cristalinas
                  uva de verdad
                  ya no hay chacra de la tía Julia en el Resfalón
                  hay Pudahuel Cerro Navia y uva para gringos
                  de mentira
                  oscura opaca desabrida
                Ya no hay bajarse del negro Ford del Tata
                  útero del 53
                  abrir la puerta y nacer a la viña
                  y correr y sentir que el mundo es perfecto
                  perfectamente dulce rosado y cristalino 
                  que te entra por la boca grano a grano
                  y te chorrea por los codos
                  hasta convertirte en un gran racimo
                  devorador y devorado por el deseo
                  de fundirte con la tierra
                  y detener el tiempo para siempre
                 
                  
                 Galería de 
                  espejos
                
                  Siendo ciego me alumbró en la carrera del vivir.
                Lazarillo de Tormes
                 Se seca las lágrimas
                  con el pañuelo blanco
                  de la abuela.
                El mismo que tendrá
                  alrededor de su cuerpo el día que
                  inmóvil
                  vea a la nieta
                  .................... (de reojo)
                  enjugar sus lágrimas en un 
                  rincón 
                  de la sala.
                 
                 
                 
                Sección 
                  II
                 
                El tiempo pasaba como en el reloj, las 
                  ocho y media en vez de las siete y media.
                D. H. Lawrence
                
                
                 Carta a Rodrigo
                Acabo de recibir tu cuento del dragón
                  y me gustó mucho
                  y me reí
                  y lloré
                  y estaba sola
                  ..................... supe que estuviste 
                  enfermo
                Ahora está lloviendo mucho
                  y hay viento fuerte
                  y las ardillas ya juntaron sus avellanas
                  ..................... hay de todos 
                  los portes
                  ..................... ¿te 
                  tomaste los remedios?
                 y se escondieron en los troncos de los árboles
                  ..................... yo no estaba 
                  allí
                  y juntas van a resistir el invierno
                  y se van a reír
                  ..................... no te pude 
                  abrazar
                  y se van a pelear
                Y yo me escondo en mi dormitorio 
                  ..................... aquí 
                  le dicen dorm
                  en el hueco de mi cama single 
                  ..................... oscuro
                  y mientras tanto voy a esperar la primavera
                  ..................... como las ardillas
                  pero sola
                 
                 
                 
                  Cencerro bajo las estrellas
                 Silencio y reposo suenan en el aire
                  silencio y reposo
                  silencio
                  reposo
                silencio y reposo para arroparte
                  silencio y reposo para callarme
                  para
                  amiga, sanarte y sanarme
                  o sea
                  para sanarnos de un viaje
                  juntas, ¿ya?
                para sanarnos de un viaje, pero
                  de a poco, no de a mucho
                  pasito a paso, lentito
                  suavemente
                  ..................... dulcemente
                  mecidas por ondas de tibieza
                  bajo este azul helado hilando
                  nuestra cuna 
                  a lo lejos
                 
                 
                 
                  Experiencia religiosa
                Contigo cada instante en cada cosa
                  besar la boca tuya merece un aleluya
                
                 Música y letra de Cheín García
                  Interpretado por Enrique Iglesias
                 Me reprochas que practico
                  sexo cristiano
                ¿Acaso te molesta que ponga
                  la otra mejilla
                que te ame amigo
                  o enemigo
                que te perdone setenta veces
                  siete
                y que permita comas
                  de mi cuerpo 
                  y
                  bebas de mi sangre?
                 
                 
                
                  
                  Vanitorio
                En el vanitorio de la suite matrimonial
                  lavé tu pantera diente por diente
                  con la escobilla de uñas
                  y un poco de champú
                 Te peinas mirando fijo al espejo
                  lentamente
                  sin decir agua va
                  y mientras te acicalas
                  a tus espaldas
                  un reflejo límpido y brillante
                  devuelve la imagen
                  de un gato recién lamido por la gracia
                 
                
                  
                  Almas gemelas
                 Domingo medio día Parque Almagro
                  mocasín blanco nieve fuera de estación
                  calcetín azul marinero en tierra firme
                  viste ese capitan de banco palo verde, de plaza
                  santiaguina, fondeado a la vuelta del camino
                  a la sombra, a la boya del basurero municipal.
                Galán cincuentón galán a porfía
                  sonrisa fácil, seductor en mil puertos
                  más allá del calor las palomas y el alcohol. 
                  Chalita blanca piel morena, uñas coloreadas 
                  de rubor las mejillas, la sonrisa, el pelo y lo demás
                  dama cuarentona, dama a porfía
                  más allá de la pieza, los sobrinos y el temor.
                Se miran y se mecen en las cálidas ondas
                  vacacionales de un febrero solitario
                  verde pasto, verde rama, viejo verde
                  alejados de la mar.
                 
                 
                
                  
                  El pirómano
                Bajo tu ardiente mirada
                  el agua se ha transformado
                  en fuego abrasador que arrasa
                  campos y poblados, plazas y jardines 
                  mientras la imagen contemplada
                  permanece indemne dentro de la fuente
                  protegida por lágrimas anónimas
                  que brotan desde el centro de la tierra.
                 Lo que no sabes es que día a día
                  desde dentro hacia fuera
                  te conviertes en una estatua de sal
                  con ojos clavados en los intestinos, 
                  oh imperturbable
                  oh inenarrable salobre pirómano acuático,
                  pues el espejo en que te miras,
                  insaciable,
                  te atrapa y te consume
                  en eternas llamas de pasión
                  por ti mismo.
                 
                 
                 
                  Vigía ciego
                 A menudo acude
                  allí
                 en la memoria deambula 
                  para atrás y
                  recorre
                 y casi come
                  ese pan con queso exacto 
                  y casi bebe
                  transparencias de otro mundo
                 y casi siente
                  ese abrazo tibio
                  que aprieta en el instante preciso
                 y casi oye
                  esa palabra clara
                  que se adentra y estalla creadora
                 y casi ve
                  esos ojos dulces y el escalofrío
                  único e irrepetible por la espalda
                 y casi huele
                  ese aroma verde
                  invadiendo los pulmones
                 pero no los come y 
                  no los bebe y 
                  no los toca y 
                  no los oye y 
                  no los mira y
                  no los huele
                 ¿dónde están?
                 ¿dónde estás boca hambrienta y gozosa?
                  ¿dónde brazos, oídos, ojos y nariz en la 
                  penumbra?
                 ¿quién trazó el mapa del camino
                  dónde el regreso 
                  a esos eternos instantes luminosos?
                 ¿dónde?
                 
                
                  
                  Blancura ciega
                 Sucede que necesita tu blanco silencio
                  y deslizarse
                  sobre él y reposar
                Sucede que aún necesita ese blanco 
                  silencio
                  con urgencia
                y recuperar letra a letra
                  en el espacio vacío que
                  indefenso 
                  nos mira desde el otro lado 
                  de la antigua hoja marcada
                esa oscura sorda y retorcida
                  loca línea curva
                  de impasibles deseos al acecho
                 
                 
                
                  
                  El camaleón
                 Está ahí, agazapado,
                  camaleón verde
                  ciego habitante del bosque nativo
                  rama, hoja, piedra, piel
                  vaporoso, difuso y etéreo 
                  húmedo petroglifo luminoso.
                 Está ahí, agazapado,
                  camaleón amarillo
                  grano de maíz en el mortero
                  pequeño, duro y sordo
                  esquirla de bala clandestina
                  en el plato de sopa del almuerzo.
                 Está ahí, agazapado,
                  camaleón rojo
                  delgada línea en las muñecas
                  beso sobre blanco, vía aérea
                  corteza movediza incandescente
                  horadando los rincones de la noche.
                 Está ahí, agazapado,
                  camaleón azul
                  Puro Chile es tu cielo, tu cielo 
                  invisible velo titilando en la garganta
                  río eterno fluyendo en los pulmones
                  que navega despacito hacia la mar.
                 Está ahí, agazapado,
                  camaleón negro
                  vela fría sobre el horno en la cocina
                  baba azabache de cansado caracol 
                  antorcha muda a la vera del camino
                  sol enfermo y mediodía en la montaña.
                 Está aquí, agazapado,
                  camaleón blanco
                  fantasma invisible de la luz, de la luz
                  cabal silueta adherida a tu vestido
                  a tu vestido
                  secreta sombra compañera del vacío
                  del vacío, del vacío, del vacío
                 
                
                  
                  El fantasma
                 sonámbulo
                  fantasma
                  que solitario vagas
                  rodeas y merodeas
                  hambriento
                  ese esquivo
                  cuerpo
                  tibio
                  y
                  que
                  despiertas
                  entumido
                  sobre la dura osamenta 
                  de tus recuerdos
                  a ras de sueño
                te invito:
                  alimenta tu pasión con mi tristeza
                 
                 
                
                  
                  El invitado
                 Siempre habrá un verso de Vallejo flotando en mi tristeza
                  porque el anciano dolor ciego es el que más duele
                  el que más sabe
                  el que más dura.
                 Monta ágil y cabalga silencioso
                  tendido sobre tierras y mares, cerros y arenas
                  aferrado como lapa a siglos y segundos.
                 No hay retrato, fotografía, mapa ni aviso
                  luminoso que lo muestre.
                 Se esconde, se esconde, siempre
                  se esconde.
                  Se hace noche en lo oscuro, se vuelve día al clarear
                  a medio día es puro sol
                  se confunde juguetón con el vientecillo de la tarde
                  canta al oído una canción de cuna mientras salen 
                  las estrellas.
                 Lo comes al desayuno
                  lo bebes con el agua, también con el vino,
                  se sienta sobre tus piernas, lo acunas en tu pecho,
                  te mira de reojo, te aguarda en cada esquina.
                Al caer la noche y su cansancio te busca a tientas y
                  en la cama, se te cuela entre las sábanas gastadas.
                 Y, sólo a veces, con los ojos cerrados y con suerte,
                  lo divisas sonriente, lozano y despejado,
                  a lo lejos, a lo lejos,
                  instalado en la cabecera de tu cuerpo. 
                 
                 
                * * * 
                
                  
                  
                
                
                
                Ojos que no ven 
                  María Inés Zaldívar.
                  Santiago de Chile : Red Internacional del Libro, 2001
                  
                
                 
                 
                  Pasión negra sobre fondo blanco que envuelve y 
                    eleva
                    que sube y baja
                    que muerde y vuela, y
                    que vuelve a bajar y que vuelve a subir una y otra vez
                    para respirar sin corsé
                    a todo pulmón
                    Pájaro.