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        La Felicidad se parece al Silencio
          Aranmanoth, de Ana María Matute. Espasa Calpe, 2000
        Por María Ines Zaldivar 
          Revista de Libros de El Mercurio, 27 de Enero de 2001 
        
        
        
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        Aranmanoth es el título de la última novela de Ana María  Matute (Barcelona, 1926), gran escritora catalana que a partir de "Los  Abel", su primera novela publicada a los veintidós años de edad, se ha ido  convirtiendo en una de las voces narrativas más reconocidas, tanto dentro como  fuera de España. Su obra ha sido merecedora de variadas distinciones, empezando  por "Pequeñoteatro", que recibió el Premio Planeta en 1954, y  "Los hijos muertos", acreedora de los premios de la Crítica y el  Nacional de Literatura en 1958.
         Quisiera destacar también su trilogía denominada "Los mercaderes",  compuesta por "Primera memoria" (premio Nadal 1959), "Los  
soldados lloran de noche" (premio Fastenrath de la Real Academia Española)  y "La trampa", y el bello texto "Sólo un pie descalzo"  (premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 1984). Antecede a la  novela que presento, "Olvidado Rey Gudú" (Espasa Calpe, 1996), texto  calificado por la crítica como obra maestra, que lleva vendidos más de  cuatrocientos mil ejemplares y que ya ha sido traducido a más de diez idiomas.  Cabe destacar también que a partir de ese mismo año, Ana María Matute es  miembro de la Real Academia Española.
         Aranmanoth es una sólida novela construida con delicadeza,  finura y belleza, que, como buena obra que es, permite diversas lecturas y a  diversos niveles; aventuro una de ellas. Aranmanoth es el nombre del joven  protagonista de esta novela, ambientada en época de la temprana Edad Media. A  través de un lenguaje simple y preciso, Matute cuenta en catorce breves capítulos  la historia de este muchacho, hijo del Señor de Lines y de la más joven de las  hadas del agua, desde antes de ser engendrado.
         La lectura del texto va relatando la vida de este niño  caballero medio humano medio mágico, y dejando entre oír a lo largo de las  paginas la voz de alguna anciana que hilando su rueca decía por allá en la  infancia de Orso, su padre, "¡Ay, la vida es una larga pregunta que nadie  sabe contestar!" Esta pregunta, siempre latente en el transcurso del  relato, va entreverando palabras y colores, voces y silencios, padre y madre,  amo y vasallo, amistad y traición, soledad y compañía, crueldad y ternura,  sueños y realidad.
         Podría decirse que Aranmanoth es un relato estructurado  sobre la base de elementos contradictorios que se presentan en una relación  sinestésica. Poéticamente se mezclan imágenes que representan sensaciones  diversas en las que es posible sentir, por ejemplo, "un trueno cargado de  dolor, de miseria y sufrimiento/ ...un trueno humano", o bien aceptar que  "el corazón es como un lobo hambriento". Pero esta mezcla de  elementos no sólo se circunscribe a la fusión de sensaciones corporales  contradictorias, sino que se amplia a un entrecruce de lo humano, la naturaleza  y la palabra ("Aranmanoth y Windumanoth mantenían largas conversaciones  mientras paseaban por los alrededores de la casa, cubiertos sus cuerpos con  ropas y pieles que impedían que tuvieran frío. Pero lo que más les abrigaba  era, sin duda, las cálidas palabras que brotaban de sus labios y que les envolvían  como la capa más gruesa e impenetrable que, con manos humanas, se hubiera  tejido jamás").
        La relación naturaleza/palabra/ser humano -como en un desplazamiento de  la identidad del niño/caballero, hombre/deidad- va creando a través de la  novela una atmósfera híbrida que a través de la lectura se condensa y  cristaliza en un espejo donde cada elemento mencionado se refleja, mágicamente,  como su contrario. Es en este espejo mágico donde quizás podría leerse la  respuesta a la larga pregunta que según la vieja hilandera nadie puede  contestar, o bien, en ese mismo espejo donde mejor se pueda dibujar la  respuesta que Aranmanoth da a Windumanoth: "-¿Qué es la felicidad?- No lo  sé muy bien. Para mí, como te digo, la felicidad se parece al silencio".