Proyecto Patrimonio - 2023 | index |
María José Ferrada | Autores |

 


 






Los peces en el río

Por María José Ferrada
Publicado en Las Últimas Noticias, 15 de febrero de 2023


.. .. .. .. ..

Debo haber tenido doce o trece años el día en que recibí de regalo una caña de pescar. La idea —de alguno de mis parientes que intentaba deshacerse del cachureo— le pareció perfecta a mi padre, que consideraba que por mi falta de experiencia no calificaba como pescadora, pero sí como ayudante.

Aprendí en tierra a organizar la caja de pesca y, cuando unos meses más tarde pude tomar el bote que bajaba el río Toltén, ya había tenido tiempo para leer Las aventuras de Hucklebeny Finn y soñar con eso de que "no hay hogar como una balsa".

Los integrantes del club de pesca, mi padre, un par amigos suyos y dos boteros, apenas me dirigieron la palabra —cosa que agradecí—, y es que, según entendí ese día, una de las gracias de la pesca era callarse y escuchar el sonido del agua. También conseguir robarle al río, con ayuda de los implementos del pescador: moscas, cucharas, rapalas. Y con una que otra lombriz.

Soy ingrata y olvidadiza, pero recuerdo bien a los integrantes del club. Y también recuerdo a Akihiko, un amigo japonés que recorrió su país entero antes de decidir dónde haría —con sus propias manos— una casa. El único requisito era que estuviera cerca de un río en el que poder tirar la caña. Terminó en una isla del norte de Japón, en un pueblo cruzado por un río ni muy grande ni muy pequeño pero lleno de peces.

Y tal vez porque este verano me he acordado especialmente de lo que dijo Unamuno en su prólogo a El perfecto pescador de caña, de Izaak Walton, a propósito del río ("solo es siempre estable la inestabilidad"), otra vez tengo ganas de bajar por uno. Más que por los peces, por escuchar el agua. Aunque, en realidad, también por los peces: salmones, truchas, pejerreyes del color de la luna.

Mientras lo pienso —no vaya a ser que tantos años después la corriente me desconozca— busco los intentos que han hecho algunos con esa otra forma de captura que son las palabras. Ted Hughes, el poeta inglés que hasta los quince años se dedicó a perseguir zorros y peces, cuenta que cuando este interés comenzó a declinar fue que empezó a escribir poemas. Decía de que los poemas eran como animales: tenían vida y sabiduría propia. En uno dedicado a los lucios, se pregunta si en su mundo ("algo oscuro debajo de lo oscuro") estos peces, en lugar de ocho centímetros, medirán un centenar de metros.

También pescó con palabras el checo Ota Pavel. Allá por los años setenta, en un psiquiátrico en Praga escribió un libro —precioso como una anguila— llamado Cómo llegué a conocer a los peces. Cuenta su infancia en el río como solo podría describirla un niño y recordarla alguien que para bien o para mal se ha vuelto loco: peces que en lugar de ojos tienen monedas doradas y se parecen a los dragones; cañas que, además de pescar siluros de cinco kilos, llegan al cielo y en la noche encienden las estrellas.

 

 

  . . .


 

 

 

Proyecto Patrimonio Año 2023
A Página Principal
| A Archivo María José Ferrada | A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza.
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Los peces en el río
Por María José Ferrada
Publicado en Las Últimas Noticias, 15 de febrero de 2023