 El fumador y otros relatos
El fumador y otros relatos 
            Marcelo Lillo. Mondadori, Santiago, 2008. 132 páginas.
              Por Rodrigo Pinto 
              Revista El Sábado de El Mercurio. Sábado 26 de julio de 2008
              
         
        Cuando fue jurado del concurso de cuentos   de la revista Paula, hará unos diez años, el crítico español Ignacio Echevarría   acuñó la expresión "literatura no profesional" para referirse a quienes   participan en  este tipo de concursos. Escritores que no forman parte del gremio,   que no provienen de talleres, que no han hecho de la escritura su principal   preocupación. Marcelo Lillo estaba entre aquéllos, pero el estímulo que le   significó el reconocimiento a su obra lo decidió a cruzar la barrera y dedicarse   por completo a la literatura. Decisión difícil y comprometedora que le   significó, por una parte, seguir ganando premios, y, por otra, enfrentarse a las   dificultades de publicar un libro, más complejas aún porque Lillo vive en   Valdivia y no está dispuesto a cambiar de aires. En este año lo logró: El   fumador y otros relatos apareció primero en España, editado por Caballo de   Troya, y ahora en Chile, bajo el sello Mondadori. Y desde luego que Lillo es   bienvenido al mundo del libro.
este tipo de concursos. Escritores que no forman parte del gremio,   que no provienen de talleres, que no han hecho de la escritura su principal   preocupación. Marcelo Lillo estaba entre aquéllos, pero el estímulo que le   significó el reconocimiento a su obra lo decidió a cruzar la barrera y dedicarse   por completo a la literatura. Decisión difícil y comprometedora que le   significó, por una parte, seguir ganando premios, y, por otra, enfrentarse a las   dificultades de publicar un libro, más complejas aún porque Lillo vive en   Valdivia y no está dispuesto a cambiar de aires. En este año lo logró: El   fumador y otros relatos apareció primero en España, editado por Caballo de   Troya, y ahora en Chile, bajo el sello Mondadori. Y desde luego que Lillo es   bienvenido al mundo del libro.
        Los motivos de sus cuentos son   recurrentes: televisores encendidos y frecuentemente mudos, cigarrillos,   cesantía, pobreza y hasta miseria, restaurantes desangelados, frío inclemente,   calor sofocante, vidas atrapadas en rutinas marcadas por la sordidez y la   desesperanza. Las historias son breves e implacables, conforme al tono de los   ambientes en que se desarrollan; implacables en el sentido de revelar, una y   otra vez, la crudeza de la existencia en los márgenes sociales. Lillo, en ese   sentido, no se encandila con la tentación de hacer interesantes las vidas de sus   personajes, y menos aún con introducir en sus cuentos la magia de lo   extraordinario, ese toque que en la narrativa suele rescatar anodinas   existencias y transportarlas al mapa de lo susceptible de ser contado; y sin   embargo, logra un efecto demoledor y a ratos asfixiante, que da a sus cuentos el   vuelo de la gran literatura. Su estilo es seco, preciso, más heredero de la   novela negra que de otras fuentes, pero al servicio de una poética muy distinta.   En el cuento que da título al volumen, Lillo la enuncia. El personaje principal   es un "escritor itinerante", un creador de historias que teclea en su auto -   donde también duerme y vive, en rigor- y que vende sus libros de puerta en   puerta, de bar en bar, de ciudad en ciudad. "Cualquier tema es bueno para hacer   un libro"; "un libro que no se lee se convierte en un cadáver"; "el escritor es   de por sí un solitario, alguien que disfruta sin nadie al lado porque puede   dedicarse a su arte". Son algunas de las frases que perfilan la relación del   autor con sus textos, y que pueden contribuir a explicar tanto su porfía como la   particular deriva cotidiana de sus relatos, en los que cualquier tema, hasta el   más aparentemente indigno, se transforma en un cuento   magnífico.