
        "Este libro vale un cadáver",  Marcelo Lillo. Mondadori, Santiago, 2010. 143 pags. 
          
          Marcelo Lillo: No soy hijo ni soy padre
        Por Pedro Pablo Guerrero
        Revista de Libros de El Mercurio. Domingo 2 de Mayo de 2010 
         
        
          Este libro vale un cadáver   cumple en la primera página la promesa del título. Suena el teléfono dos veces   -risa, grito- y luego un policía golpea a la puerta de la casa: "Su hijo está   muerto". Es el peor despertar que se pueda concebir. Luego viene el tránsito del   protagonista por los ritos de la muerte y las preguntas, sin respuesta, de un   suicidio. El tercer volumen de Marcelo Lillo merodea por rincones oscuros:   antesalas pasadas a formol -el olor de los tiempos muertos-; cementerios   recubiertos de musgo; muelles solitarios de un río que avanza, lento y callado,   hacia el mar de Niebla.
          
          -¿Qué sientes por haber publicado tu primera   novela? ¿Estás conforme con el resultado? 
          -He escrito unas diez novelas y   sigo escribiendo novelas, por lo que publicar una de ellas no es como si un hijo   se fuera de mi casa. A tanto no llega mi cursilería, ¡más respeto, please!   Alguna tenía que publicarse y le tocó a esta, eso es todo, soy un  escritor que   escribe setecientas páginas al año y algo tiene que salir de ahí. Y estoy muy   conforme con las opiniones de las personas que la han leído, de verdad, ¡si han   dicho cosas que yo jamás pensé escribir! ¿No es eso maravilloso?
escritor que   escribe setecientas páginas al año y algo tiene que salir de ahí. Y estoy muy   conforme con las opiniones de las personas que la han leído, de verdad, ¡si han   dicho cosas que yo jamás pensé escribir! ¿No es eso maravilloso?
          
          -¿Fue   más difícil que escribir cuentos? 
          -De ninguna manera: un cuento es una   historia corta y la novela una larga, nada más; nunca he entendido por qué los   escritores se complican tanto para explicar las cosas.
          
          -¿Hubo cambios   entre la versión que entregaste el año pasado a la editorial y la que se publica   este año? 
          -Hubo algunos cambios, sí, obedeciendo a sugerencias de Ignacio   Echevarría y de Juan Díaz, de Random House. Tal vez el cambio más importante fue   el de estructura, y eso se produjo en el verano de este año y es de mi   cosecha.
          
          -"Este libro vale un cadáver". ¿El título fue idea tuya o de tus   editores? 
          -El título es mío, absolutamente; es el título con el que   empezó a escribirse la novela, porque por lo general comienzo por los títulos.   Siempre me han atraído los títulos de las novelas que compro, creo que deberían   instituirse premios sólo por los títulos de los libros, porque hay algunos   realmente notables.
          
          -La acción se concentra en un lapso que no supera las   48 horas. ¿El origen fue un cuento? 
          -La novela nació como tal, fue   concebida así y escrita como novela, es decir, como una historia larga, de más   de 100 páginas. Si hay algo bueno en mí es que puedo darme cuenta de lo que   sirve para un cuento y lo que sirve para novela.
          
          -El año pasado dijiste   que esta novela es la conclusión de un ciclo. ¿En qué sentido? 
          -Como   escritor dedicado cien por ciento a escribir y a pensar en lo que escribo, estoy   constantemente revisando mi trabajo, viendo los temas que he elegido y la manera   en que los he desarrollado, y siempre hay otras posibilidades esperando: otra   manera de contar, otras historias, alumbrar un poco la oscuridad, explorar otros   personajes y situaciones... Y eso creo que se ha plasmado en las novelas que   siguen a Este libro vale un cadáver , todas inéditas, of course .
          
          -La   paternidad se ha convertido a estas alturas en un motivo de tu obra. ¿Esta   novela entierra el tema? En tu vida, ¿lo has resuelto o asumido? 
          -No soy   hijo ni soy padre, ni lo seré, lo cual me tiene sin cuidado, no es algo que me   quite el sueño ni que me haga llorar para el Día del Padre. Aunque si un día se   asoma mi papi biológico con una suculenta herencia en el bolsillo no tendré más   remedio que decirle: "¡Viejo querido, no sabes cuánto te he echado de   menos!".
          
          -El narrador define la culpa como "el sentimiento que hiere y   tortura por lo que no hicimos y pudimos hacer". ¿Lo has sentido? 
          -No   siento nada de culpa, por ninguna cosa; por lo tanto, siento defraudar a los   lectores de esta entrevista. Mi personaje sí siente culpa, pero él no soy yo,   por fortuna.
          
          -El uso de la primera persona, ha escrito Camilo Marks, se   te da mejor que la tercera. En esta novela, escrita en primera persona, ¿te   costó dar verosimilitud a un personaje que ha vivido una experiencia que tú no   has tenido? 
          -La primera persona es fantástica, me gustan los libros así e   inconscientemente yo he escrito algunos en primera persona como una manera de   ser más directo o de provocar más horror. Como se quiera o se piense. Mi novela   siempre fue concebida en primera persona y no me importó no tener la experiencia   directa de ser padre, porque para eso están las películas y los otros libros. Y   ese tesoro que se llama imaginación y que tan desacreditada está porque se cree   que está hecha para los otros libros, los de hadas y duendes y brujos. ¡No,   señor, la imaginación está para todos los escritores y éstos no tienen más que   usarla! ¿La palabra "ficción" les dice algo?
          
          -En un diálogo de la novela,   el hijo le pide a su padre definir el significado de la paternidad. Éste   responde en una sola palabra: "Amor". ¿Lo aprendiste con tus padres   adoptivos? 
          -El amor debe ser algo maravilloso, si es que existe. Porque   el amor es tantas cosas que quizás no debería llamarse amor, aunque para   responder a esto debería estar a mi lado un profesional del amor. ¡Es para   largarse a reír porque el amor es como comerse un chocolate en un cine tomado de   la mano de una mujer, y yo ya estoy muy viejo para eso y si quiero una mano   tengo la de mi querida esposa en mi casa en Niebla City! Tal vez el mío es un   libro de amor, sí, pero no desde el punto de vista ingenuo, y mi madre adoptiva   tuvo mucho que ver en eso.
          
          -Baricco dijo que Gordon Lish había eliminado   la humanidad de los cuentos de Carver en pro del efecto final. Tú, que has   seguido a Carver de cerca, ¿crees que se puede hacer una novela   minimalista? 
          -¡Por supuesto que se puede hacer una novela minimalista!   ¿Qué es entonces Intimidad , de Kureishi? En este juego no hay reglas, la   literatura es tal vez el único tipo de diversión (así como la veo yo porque no   creo en los escritores que sufren para escribir, como tampoco en los   escritores-académicos) en que los participantes tienen toda la libertad para   escoger sus armas y atacar como les parezca; los escritores somos unos guerreros   y el que diga lo contrario no es escritor. O no es un escritor de verdad. ¡He   dicho, señores!
          
          -Pedro Gandolfo escribió que la sensación que dejaban los   cuentos de "Gente que baila sola" era de crueldad. ¿Crees que esta novela   provoque la misma percepción en los lectores? 
          -La humanidad es crueldad,   la humanidad es también odio y amor (¡otra vez la palabrita!), la humanidad es   desprecio. Todo eso y más, y eso no significa que sea algo negativo. Somos lo   que somos y el libro es lo que es: humano, porque las historias extraordinarias   están para la prensa y la televisión entre las 7 y las 9 de la noche. ¿ Okay   ?
          
          -"Quiere escribir buenos diálogos y les salen muchas veces demasiado   rígidos y correctos", apuntó Rafael Gumucio a propósito de tus cuentos. ¿Pasa   también en "Este libro vale un cadáver"? 
          -Perdón, Gumucio, porque mis   diálogos son tan rígidos, y ojalá que Dios me dé una columna para poder hablar   yo también de tus libros. ¡Rezo por ello cada noche!
          
          -"¿Acaso los humanos   no tenemos permiso para ser melodramáticos?", se defiende el protagonista de la   novela. ¿Es lo que más te molesta de las críticas? 
          -Melodrama es una   bella palabra. Y hablando de críticas: la única crítica que me importa es la de   un crítico que ya no ejerce la crítica: Ignacio Echevarría. Tengo el privilegio   de recibir su opinión en privado y eso me basta para vivir tranquilo. ¿Y por qué   tanto cuento con el melodrama? ¡Hipócritas!, a todos nos gusta una buena   historia sensiblera de tanto en tanto, a mí me encanta.
        
               Lafourcade al   Nacional
        Tiene cuarenta relatos inéditos y uno de ellos, "Motel", se acaba de   publicar en el dossier que revista Quimera dedica este mes a la narrativa   chilena. El cuento de Lillo aparece junto a textos de Claudia Apablaza, Álvaro   Bisama, Marcelo Mellado, Juan Pablo Meneses, Pablo Torche y Alejandro Zambra.   Por su parte, Mondadori (España) publicará en junio Cazadores : una selección   realizada por Ignacio Echevarría de El fumador y otros relatos y Gente que baila   sola .
              
              -Buen momento. ¿Quién es tu agente literario? 
          -No tengo   agente literario, no sé qué es eso.
              
              -¿Algún viaje en   perspectiva? 
          -Espero estar en Santiago de Chile a fin de año, así es que   me despido de Niebla City, porque de Valdivia ya me despedí hace   años.
              
              -¿Tienes un candidato para el Premio Nacional de este   año? 
          -Si de dinosaurios se trata, me quedo con Enrique   Lafourcade.
              
              -¿En qué libro trabajas? 
            -En un libro para el 2011 que   no sé dónde ni quién lo va a publicar; no sé quién va a publicar las tres   novelas inéditas que tengo, una novelita infantil y dos libros de cuentos que   están en el disco duro. ¡Tal vez debería morirme de una vez para que me   publiquen todo eso!