Proyecto Patrimonio - 2022 | index |
Autores |












La Difícil Juventud

Por Miguel Laborde
Publicado en El Mercurio, 19 de julio de 1998


.. .. .. .. ..

Para Claudio Giaconi, autor de la conocida novela de ese nombre, la bomba de Hiroshima marcó a sus coetáneos, la generación del 50. Ya no era Dios el único que podía destruir el mundo. Hubo que aprender a convivir con esa amenaza.

Santiago era el último rincón al oeste de Europa. Al otro lado, hacia el este, en la Europa Oriental, el dramaturgo Vaclav Havel o el filósofo Radim Palous también se hacían escépticos, universales. Al decir de Palous, porque luego de la bomba atómica ya nadie podía ser un héroe. Fin de lo heroico. Sólo cabía ser un sombrío antihéroe, al borde de la amargura, el desencanto, la desesperanza.

Giaconi fue acusado de enterrar la generación del 38, de despreciar su "criollismo de utilería". Se sentían, él y amigos, ahogados en el polvoriento Chile de los guitarrones y copihues. Querían aire. Como dijera entonces Enrique Lafourcade, "no podíamos seguir encerrados en el Valle Central, en la minucia costumbrista y folclórica, creyendo que allí estaba la identidad de Chile..."

Paseando por el Parque Forestal, bebiendo en bares cercanos al Mercado Central o en Il Bosco, trajeron nuevos aires que hacían falta, no cabe duda. A costa de mucho viaje, de entrar y salir, al borde del desarraigo.

Con insolencia juvenil, fueron duros con esta ciudad. José Donoso dijo que Santiago "nunca llegó a ser"; a Enrique Lihn lo apodaron Jean Paul Lihn por tener el corazón en el París existencialista de Sartre; a Mario Espinosa, este entorno no le merecía "ni elogio ni vituperio"; José Manuel Vergara partió en un barco salitrero sin mirar atrás, Jodorowsky también se fue.

Al final, fueron hijos de sus padres. En sus textos no dejaron de aparecer las casas, los personajes, los barrios de Santiago. En libros, crónicas, entrevistas, reconstruyeron —Donoso, Edwards, Lafourcade...— el tejido de esta ciudad, el testimonio de los 40, 50, 60, 70. Ellos son las voces de la tribu, Todo esto es natural. Fue la entrada de Chile en la modernidad, la misma que tuvo una expresión arquitectónica marcada por la Bauhaus y el Art Decó, de edificios y casas sólidos, definidos, de mucho carácter, en Santiago Centro, Providencia o Ñuñoa.

Lo extraño es el comportamiento social, Todo lo anterior era aún europeo, porque también en París se leía a William Faulkner y en Londres, como aquí, vibraba el jazz. Lo incomprensible es que en los años 50, y a diferencia de ciudades como Praga o Buenos Aires con las que antes estábamos emparentadas —otros extremos de Europa—, se reemplazara bruscamente ese modelo por el de la cultura popular de Estados Unidos. Tuvimos un punto de quiebre propio.

Tal vez porque, a diferencia de los checos y polacos, de Argentina y Uruguay, Chile tiene una obsesión muy particular: apurarse, llegar pronto al futuro. El santiaguino en especial, insatisfecho de un pasado que nunca es tan brillante como su orgullo desearía, huye de su historia. Y se lanza, con los ojos cerrados, a un futuro que sueña esplendoroso.



 

 



 

 

Proyecto Patrimonio Año 2022
A Página Principal
| A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza.
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
La Difícil Juventud
Por Miguel Laborde
Publicado en El Mercurio, 19 de julio de 1998