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ANTOLOGÍA DE POETAS MEXICANAS (1965 – 1990)

Muestra de poesía 1

Stephanie Alcantar


Un jardín en la memoria

Tenía un jardín en la memoria
. .. .. . crucigrama de palíndromos
. .. .. . orugas archivadas
los pensamientos le crecían en forma de tulipanes
y el olvido era un árbol grande
que atoraba papalotes.

Tenía un jardín en la memoria
y una hilera de soles tatuada en los parpados,
era el cielo como sus ojos.

Tenían un jardín en la memoria
y una enredadera como el amor
apoyada en el aire.

 

DÓNDE ESTÁS cuando la llama se detiene
cuando la ola no alcanza el mar
y el silencio es un dique
de moluscos y grafemas.

Qué se puede hacer entonces
por la vida del poema
si no existe marea más trémula
que los ojos que empujan a la nada.

 

El grito de la orquídea

Él tiene dentro de los ojos la última vereda de los nogales
el sonido de los ferrocarriles
atorado en la garganta
ella tiene los ojos en celo

en las pupilas cabe esa fertilidad amarga de la certeza

él está sólo con su mirada dentro de la luz
de los columpios y el ruido que producen
las estrellas cuando no las miran
ella padece una mirada encuadernada

su mirada es profunda, pero hondamente simple
como para soportar un elefante
una ciudad completa
pero apagada
a ella no le cabe nada dentro
al abrir los párpados

juntos tienen una orquídea que mirar cuando están dormidos

ella se fue de casa
y él quiso gritar para nombrarla
quiso cerrar los ojos
como ella azotó la puerta

ya no tienen ellos una orquídea en los ojos
ella lleva en los labios un arroyo vencido
y él está dentro de los ojos de esa mujer
que no lo mira.

 

Nómbrame

Escribe mi nombre para salvarme
con la sal que se adhiere a los barcos
con el murmullo de los fantasmas que no has visto
Sostenme con la forma de la espera
de un clavo vencido que haya sujetado una sombra
Detén mi nombre contra la puerta
para no salir en forma de poema
como el vuelo de la gaviota.

 

Declaración de vuelo

He visto tus ojos
. .. .. . quedarse desnudos para dormir
he tocado tu sombra
. .. .. . cerca de un acantilado de silencios
y nada se compara
            con la golondrina que salió de tus labios
                        el día que dijiste que era suficiente.

 

 

El azul de las hortensias

     A Waldo Leyva

Tú acaso no lo sepas, Waldo; el gesto del vacío es una hortensia que no es azul por la ausencia de los días, ni por los rincones donde anidan los fantasmas disfrazados de poemas.
Tú acaso no lo sepas, Waldo; porque definitivamente no será jueves el día que leas esto y no encontrarás hortensias en la puerta, ni el vacío del gesto de John Lennon habrá atravesado el cristal de los cuadros de las paredes de tu casa.
El secreto del vacío se parece al escándalo de los ojos de aquellos que tienen el alma dinamita o poseen la sensación de haber transcrito una guarida fuera del espejo.
Tú acaso no lo sepas, Waldo; existe el azul de los rincones y el vacío en el gesto de John Lennon por las hortensias que germinaron en un poema que pusiste en la puerta de Isolda para escribirlo.

 

Sed

Pronuncié tu nombre al descuido
y el ábrego de tus pupilas
lo enterró en la playa.
Vino la lengua del mar
levantó la arena como una sábana
y lo descubrió
            sediento de voces.

 

Conticinio

Que la ciudad se quede callada
que dejen de pasar fantasmas
y carros y carreteras.
y la luna no distraiga  los poetas.
Que guarde silencio la luz
los semáforos que no duermen
las miradas que llaman a gritos.
Que se queden dormidos los gatos
-encima de los árboles o debajo de las escaleras-
y no haya serenatas
ni suicidas
que no haya plumas rasguñando el papel
ni teléfonos anunciando palabras
ni ambulancias
ni trenes
ni barcos
ni faros
que los náufragos dejen de pedir auxilio.

Silencio

Que haya silencio en el fondo del mar
que los caracoles dejen de repetir el eco de las olas
al menos por un momento
que dejen de llamar a la ventana
a la puerta
a los ojos
al vacío.
Silencio en los hoteles
en los hospitales
en las cantinas
en los funerales
que dejen de rezar
que no haya susurros
ni sollozos
que los muertos dejen de respirar olvido.
Que se detengan los ríos
y el mar abrase las olas
. .. .. . que les tape los labios.
Que se suspenda el tiempo
para que no palpiten los relojes.
Que no haya búhos interrumpiendo la noche
ni ladridos de perros nombren la oscuridad.
Que haya silencio
exagerado silencio
como para poblar una ciudad
como para fundar otra patria.
Silencio como para escuchar los engranes de la Tierra.
Tanto silencio 
que no importa dónde estés
pueda escuchar la música que ahora escuchas
Tanto silencio
como para escucharte tomar la hoja del libro
y darle vuelta.
O que simplemente
sea suficiente para que la lluvia que te moja
la escuche caer
encima de mi amontonado silencio.

 

Nudo de memoria

Queda tiempo para transcribir la tesis
con el silencio rocoso de quien olvida
sumergir la duda en la bañera.
Queda la voluntad para decirles
que tu nombre es una jaula
que son las palabras
las que anudan la lluvia a la garganta
y no tu manos               no tu ausencia
las que ensartan el olvido en la memoria.

 

Isla

Tenías en los ojos una isla
. .. .. . una isla profunda que avizoraba fantasmas.
Mirabas igual que un barco a la deriva
como las velas cuando elevan los pulmones contra el infinito.
Sabía que tenías una gotera en el corazón.

Tú nombrabas las olas para que vinieran
y extendías la arena como un lenguaje póstumo.

Mar de los abismos empedrados
de los caminos anclados.

Los motivos para zarpar contra la hoguera
fueron fósiles/ anémonas azules.

 Tenías en los ojos una isla
y en la isla había una barca destrozada
por el último espacio donde revientan las olas
donde se queda el sonido
en forma de humedad sobre la arena.

Si hubiéramos llorado suficiente
habríamos  reunido un mar en nuestra casa
la cama sería el barco a la deriva
poblando la isla
que habita tu pupila.

 

Arbitrio

Acostumbrar el llanto:
poner el ojo sobre la llaga
                                   y obligarlo a derramarse.

 

La incertidumbre también tuvo infancia (Fragmentos)

 

¿Cuántos unicornios me atravesaron el vientre
la última noche       del último cuento?

nunca terminamos de contarle los años al gigante

no dijo de qué color eran     los sueños de Nicolás
de que tamaño el corazón del lobo

tengo muchas libélulas en las pestañas
pero a veces    los sueños no se levantan

mi padre no dijo si con esos árboles
el leñador pudo escribir una barca
y marcharse hasta llegar con Dios
                                                    

***

 

mi padre se acomoda en el enjambre de los años       y la levedad

es como otro ser humano      
pero con más atmósferas encima de los hombros
y menos ninfas en el calendario

mi infancia se le fue cayendo de los labios
igual que los secretos

 

***

 

es como los hombres que despiertan levantando el sol
descansando la conciencia sobre los pilares de su casa

mi padre tiene los brazos del tamaño del universo
y la incertidumbre también

 

***

esta vida no se parece a mi cama
ni a las noches de infancia

mi padre creció conmigo
y ahora estamos tan lejos
como las hormigas del sol
                                         
los cangrejos ya no se llaman remordimiento

 

***

hay octubres en que no sobreviven los motivos
la soledad es una bufanda de elefantes
y yo     el epitafio de la incertidumbre
¿cómo no regresar a dormir en el castillo del gigante?
con los árboles del tamaño de mis ojos

quiero conseguirle una veleta a Nicolás
y ponerlo a navegar en lo imposible
hasta que vuelva con el leñador al bosque
donde encontrarán a la niña
y la niña regresará al cuento
de donde nunca debió salir

 

 

 

Stephanie Alcantar (Illinois, EUA/ Durango, México/ 1990). Poeta, narradora y estudiante de la Lic. en Matemáticas Aplicadas de la UJED. Becaria del Programa Estatal para la Creación y el Desarrollo Artístico (PECDA-2010-2011) en el área de poesía. Docente de la materia de Literatura en la Escuela Primaria Humanista “Carl Rogers”. Autora de los libros: Los lirios contarán cuentos de hadas (2008-2009) y La incertidumbre también tuvo infancia (2009, Premio Estatal de Poesía Olga Arias 2008; obra traducida al polaco). Acreedora al Premio Estatal de la Juventud 2009, en la Categoría de Arte y Cultura. Segundo lugar en el Concurso Internacional Caminos de la Libertad, con el poema “Si libertad fuera una palabra”. Su obra ha sido incluida en diversas antologías y revistas nacionales e internacionales.


 

 

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