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Lo mula
Por Marcelo Mellado
Artes y Letras de El Mercurio, Domingo 12 de marzo de 2006
Hay una expresión coloquial que es muy gráfica para definir una creación no auténtica o de un hibridismo impresentable: "esto es mula", sanciona el habla vernácula cuando algo es falso, burdamente mimético o, simplemente, una gran impostura. Habría algún rasgo identitario en esas productividades festinado por un clásico del marketing, el "jurel tipo salmón".
¡Ojo! La voluntad de impostura supone, a veces, un diseño de gran factura que incorpora lúdicamente los signos, paródicos, del objeto simulado. El problema es cuando lo mula constituye la estrategia matriz de una política de inserción social. Lo digo con conocimiento de causa al padecer en carne propia el enunciado mítico (mula) "Chile país de poetas", impostura incontrolable que causa mucho daño a la productividad cultural "auténtica".
Es divertido, en cambio, cuando el dispositivo funciona como recurso retórico productivo. Sí, porque donde vivo, suele venderse un pescado llamado carpa, que sale en la desembocadura del río, por salmón de roca. Esta voluntad de adaptar la realidad a las necesidades del discurso permite crear una zona de creatividad lingüísitica. Lo anterior es controlable por el Sernac, pero quién controla las mulas poéticas del territorio. Lo mula surge como sistema legitimador alternativo y es tributario del célebre arribismo chilensis. Y muy a distancia de los gestos discursivos descritos, hay una creatividad que proviene del ingenio del trabajador manual, que llamaremos tecnologías pop. Parte importante de mi trabajo creativo es coleccionar y clasificar objetos-herramientas, que provisoriamente denomino tecnologías mínimas, basadas en el diseño de objetos funcionales, dotados de un gran contenido de autenticidad, cuyo único registro de legitimidad es el uso.
