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ANTOLOGÍA DE POETAS MEXICANAS (1965 – 1990)

Muestra de poesía 4

Kenia Cano


CUADERNO DEL LAUREL

 

El amor está lo más cerca de sí mismo
cuando aquí y ahora deja de importar

T.S. Eliot

 

En el centro del mundo hay un laurel
y desde ahí los pájaros desploman                  

despuntan        anuncian la caída

el canto en cada ojo

cubren        ensanchan        abren sus alas

 

Con su hora cruel y en punto
empluman cada uno de nuestros deseos

también las alas se ajustan al cuerpo para caer
como la palabra hubiera

 

En el centro del mundo hay un laurel
y desde ahí los pájaros

nos miran         abatirnos          movernos

Presencia

la plaza abierta

nuestros cuerpos son el mensaje de que algo hacemos bien

 

El centro del mundo gira perplejo
por cada palabra
que salió de la boca sin sentido

 

                        Crece la hierba al fondo del jardín
                        lo que no se ve sigue intacto              preciso
                        igual el camino de hormigas no escuchado
                        el rayo de luz sobre las hojas

 

En el centro del mundo hay un laurel
y desde ahí sus pájaros nos guardan el misterio

con qué indiferencia miran y se posan
con lo que recuerdan de la noche insomne

zanate             sáname           sánanos

 

 

*

 

 

¿Por qué tantos pájaros han muerto?

Son aquellos que no pudieron volar desde esta boca

Muertos en los trenes
muertos bajo el río
pájaros debajo de las piedras
                       

                                  
Bajo la sombra que proyecta el laurel

       los novios se pasean

inician el amor              alas apenas
y el dolor bajo la planta de los pies

erguido el grito del ave en esa rama

       promesa           perdón

el amor fiel a sí mismo entre la zarza

 

 

            “Llegado al monte de Dios       Horeb
             se le apareció el ángel de Yavé en llama de fuego
             de en medio de una zarza

             Veía Moisés que la zarza ardía y no se consumía
             y se dijo:

            voy a ver qué gran visión es ésta
            y por qué no se consume la zarza”

 

Por todos los que se han devuelto a ti por fuego
a tus ojos un crepitar silencioso

por los caídos en calles bombardeadas
palabras de un dios radiante
por Francesca de Rimini
por el trabajo entre lenguas de fuego

 

en cada minuto llameante

particípame                adéntrame en tu flama

 

           
En el centro del mundo hay un laurel
y ahí los pájaros se pasman

ensordecen      se vacían          se rechazan     

hieren e imitan el zumbido de las moscas

 

estériles pájaros           rotos                solos

colgados de su nombre
de su manera de mover las alas
con su forma particular y auténtica
de echarse en el vacío

 

Estos son los pájaros

no responden al vuelo de la tarde
son un letrero de novios que ya no se aman en el árbol

 

 

*

 

 

laurel

una palabra que lanza y detiene a la vez su movimiento

concentrada                                        cautiva en su forma

cada vez que alguien la pronuncia
se libera

ofrece al cielo
lo que recibe de la tierra

 

Del laurel penden todas las lenguas
palabras colgadas como los hombres por hilos invisibles
 
Movidas por nuestros deseos se balancean limpias
unas junto a otras se mecen sin tocarse
sin producir imágenes

Se mueven en tiempos muy distintos
no responden al aire sino a la respiración:

 

Si los amantes prometen otra vez
cada palabra dicha se agita bajo la sombra

Si el médico decreta enfermedad
la palabra supura desde el árbol

Si el niño señala con un dedo
y de su boca vuela una mariposa
la palabra desde el laurel abre y cierra sus alas
iniciando una plegaria:

danaus  chrysippus
catocala nupta
levana

 

            elévanos

 

 

                                               ¿Será que alguien nos mira pasar
                                               como una sola hormiga?

                                               camina sobre el árbol
                                               un movimiento vacilante       incierto          

                                               al final de la vara inclina la cabeza

                                               Las hormigas que ocupan esta boca
                                               construyen galerías de palabras
                                               mientras un lenguaje muerto las guía

 

 

En la rueda del cuerpo de este mundo
lo que no fue piel abierta          aceptación       florecimiento
es hoy una voz ofrendada por los ancestros:

 

amantes          acróbatas de barro    perdónanos

 

por los días en que no vimos tu gesto en el amado
por las horas en que nuestro cuerpo fue un templo sin luz
recógenos en tu palabra para ser de vuelta niños

 

Este laurel no se llama ni se nombra a sí mismo

               río disgregado
                       
días que siguen su curso abandonando el cuerpo         
los cuerpos que hemos podido ser

no habla de sí con un lenguaje
de esporas invisible:

 

Cúbrete bajo mi sombra
camina sobre mis ramas                    vierte el agua Señor  

 

El río que desciende al lago
carga a la mujer adúltera
vaga por fin húmeda
su cuerpo abierto acariciando el agua
saciado el último deseo
cuántos ríos en el laurel
cuántas mujeres llevadas por el agua

 

Estas  son las aves que entregan su canto
para presentar el día
y de sus mil caras un gesto que nos vierta
y nos talle la historia en cada ilíaco

 

¿Cómo amanece el laurel si amanece?

¿Cómo lo cubre la luz?

 

Ofrenda que ilumina a los hombres

sube el sol

el canto sigue ahí 
pero ciertos pájaros han muerto
parece ser el mismo
mas un nuevo aleteo despierta los oídos:

 

                                               De prisa dijo el pájaro

                                                                  y el hombre se levantó al llamado        

 

 

*

 

En el centro del mundo los pájaros confían

celebran si nos vemos
si crecemos en el abrazo del otro
si la edad se cumple en cada niño
si la voz del vendedor llega a casa
con un pescado entre las manos

si las manos vacías del que ha matado
y pregunta        por qué yo
se unen de vuelta en oración

                       
                        Señor              que no caiga ninguna de nuestras aves hoy

 

Los ríos que aprendieron a amar los hombres
todos en el mismo árbol:

El agua del Éufrates que tomó entre sus manos
para comprender lo que era la poesía
el Támesis que vio tantas veces llorar al hombre en sus orillas
el agua del Rodeo bajando con aquel perro hinchado
como una palabra que entonces no comprendía

Ella sobre una rama en el río picada por las hormigas
ve la muerte pasar mientras su amiga ríe desde una piedra

Aquel río que antes fue pequeño
hoy es una tarde inmensa        
abierta en cada una de sus letras

Su amiga esta muerta y ella camina bajo laureles
que mojan estas palabras

 

 

No es el árbol que miro cuando digo

                     laurel

es la palabra
dos sílabas que se hunden
mientras vuelven al punto de partida

nacer               hundir              meterse
                       
entrar en la piel de los otros
antes de inclinar los párpados

 

“Todo comienza donde se cierran los ojos”

 

 

 

 * * *

 

Kenia Cano (México, D.F., 1972). Poeta y artista visual. Cursó la MAESTRÍA EN LETRAS,  CIDHEM (Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos), y la LICENCIATURA EN CIENCIAS Y TÉCNICAS EN COMUNICACIÓN, ITESM (Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey) Campus Morelos. También realizó el Curso de Poesía Contemporánea Francesa en la Universidad de Marsella en Aix-en-Provence, Francia. Entre sus libros figuran: LAS AVES DE ESTE DÍA, ORACIÓN DE PÁJAROS (Ganadora del Fondo para la Publicación de Obra Inédita. 2003), ACANTILADO, TIEMPO DE HOJAS y HOJAS DE UNA SIBARITA INDISCRETA. Ha obtenido importantes distinciones, entre ellas el Premio Iberoamericano de poesía Carlos Pellicer, en Villahermosa, Tabasco. Sus poemas aparecen en diversas revistas y antologías literarias.


 

 

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