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“Lenka Franulic, talentosa pionera”, de
Marcela Fuentealba
Editorial Mare Nostrum, 2007. 71 págs.
Por Marino Muñoz Agüero
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Lenka Franulic Zlatar, considerada la primera periodista chilena, nació en 1908 en Antofagasta, hija mayor de Mateo y Zorka, croatas que llegaron casados a esa ciudad. De las cinco hijas del matrimonio, tres murieron siendo niñas, sobrevivieron Lenka y Dobrila, la menor nacida en 1914. Desde pequeña mostró su afición a la lectura y en la secundaria junto a cinco compañeras, dado que el Liceo de Niñas sólo llegaba hasta quinto grado, gestionaron un permiso especial ante el Ministerio de Educación para ingresar al Liceo de Hombres a sexto año, ahí dio Lenka sus primeros pasos en el periodismo al crear la revista Entre gallos y pollitas. En 1925 viaja a Santiago a estudiar Pedagogía en inglés en el Instituto Pedagógico y en 1931 se incorpora al equipo de la revista Hoy, traduciendo artículos políticos, filosóficos y literarios, aprovechando de aprender el oficio de reportear.
El país en esos años estaba sumido en una profunda crisis política, en 1932 asume la presidencia Arturo Alessandri Palma, quien envía relegado a gran parte del equipo de la revista Hoy a la localidad de Llico, incluida Lenka, por haber sido este medio uno de sus más severos opositores. Se transformó entonces en la primera periodista relegada por razones políticas, ámbito en el cual tuvo claras posiciones, en 1953 fue candidata a senadora por el norte del país, sin embargo, no fue electa. La claridad de su pensamiento nunca fue obstáculo para su independencia profesional, plano en el cual no admitía concesiones.
Promediando la década ingresa a la revista Ercilla, de la que llegó a ser directora, reporteando en terreno, escribiendo artículos sobre los derechos de la mujer, la actualidad y los autores del momento. Participó en las primeras reuniones convocadas por Elena Caffarena para la formación del MENCH, Movimiento por la emancipación de la mujer chilena. Fue asimismo una destacada actriz de teatro y escribió los libros “Cien autores contemporáneos” y “Antología del cuento norteamericano”. Viajó por Norteamérica y Europa, enviando despachos y notas de viaje y entrevistando a las más connotadas personalidades internacionales.
Mujer inteligente, de gran cultura, fina, distinguida, elegante, buenamoza, autoexigente, feminista y vanguardista para su época. Como muchas chilenas de su tiempo (María Elena Gertner, Teresa Hamel, Esther Matte Alessandri, por ejemplo) no atacaban lo masculino, al revés; sus círculos más estrechos de amistades estaban formados por hombres y fustigaban e incluso ridiculizaban a las mujeres: “Debo comenzar por confesar que soy soltera. Pero no estimo esto como un inconveniente. Al contrario. Así podré opinar con más imparcialidad que aquellas que vuelven de la feria”, (Ercilla, 1940). Pero no descuidaba aquello que reconocía como la esencia femenina: ”Yo no sería mujer si no me hubiera interesado por penetrar el ambiente misterioso y refinado de la más importante industria francesa”, (después de recorrer la mansión de Christian Dior).
Se abrió paso entre periodistas de la talla de Tito Mundt, Manuel Seoane, Luis Hernández Parker o Hernán Millas. Ellos fueron los amigos con quienes prolongaba la jornada laboral en entretenidas tertulias hasta altas horas de la madrugada, al tiempo que compartía la hora del té con sus amigas Amanda Labarca y María Romero, entre otras.
Nunca se casó, pero tuvo grandes amores, el celo con que cuidaba su intimidad y el estilo de vida que llevaba, dio origen a las más diversas especies; romances, desilusiones e incluso se mencionaba que era lesbiana. Ella pasaba por encima de los comentarios; estaba en lo correcto, pues nos preguntamos: ¿Por qué tenemos que pensar que salir de noche y tomarse un whisky conversando con los amigos(as) es exclusivo de los hombres?, ¿necesariamente una mujer que lo hace, debe terminar en la cama de alguno de ellos y no precisamente durmiendo?, ¿y si así fuera?
En el aspecto gremial participó en la fundación del Colegio de Periodistas, del Círculo de Periodistas y de la carrera de periodismo en la Universidad de Chile en 1953.
En 1957 obtiene el Premio Nacional de Periodismo y desde 1963 el premio “Lenka Franulic” reconoce el trabajo periodístico de las mujeres. El “Ángel rubio y literario”, como la bautizó un colega, murió en Santiago el 25 de mayo de 1961, las dos cajetillas diarias de cigarrillos, le pasaron la cuenta.
Gran parte de lo hasta aquí expuesto, nos lo cuenta Marcela Fuentealba en esta interesante, bien documentada y concisa reseña de la gran periodista chilena, abordando aspectos de su vida profesional y personal, además de sus facetas políticas y feministas, perfectamente contextualizado en la realidad chilena del siglo XX.
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Marcela Fuentealba Diez es periodista de la Universidad Católica de Chile. Ha trabajado en diversos medios escritos y es socia fundadora de editorial Hueders.
“Lenka Franulic, talentosa pionera”, Marcela Fuentealba, 71 pgs., - 1ª ed.-. Editorial Mare Nostrum, Colección Grandes del Periodismo, 2007; Santiago, Chile. Edición conjunta del Colegio de Periodistas de Chile, el Círculo de Periodistas y el Servicio Nacional de la Mujer, Sernam.