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Porque amo San Antonio
Por Marcelo Mellado
The Clinic, 21 de febrero de 2016
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Feo, cochino, hediondo y pobre. Y corrupto, habría que agregar. Esa es la ciudad que adoro –aunque hay unas cuantas así en este largor territorial– y que, a pesar de todo, tiene una productividad material y espiritual impresionante.
Muchos la han despreciado, como mi colega Antonio Gil y otros. Recuerdo haber estado en un seminario sobre borde costero en Valpo en que exponía un gran urbanista, Alberto Texido, quien preguntó a una gran audiencia, mostrando una fotografía del mall de San Antonio, si alguien en su sano juicio viviría en esa ciudad. Yo no tuve tiempo de reaccionar, porque mis amigos presentes me hicieron bullying de inmediato. Ese maldito mall está considerado como uno de los más destacados monumentos a la perversión urbana. Los de allá recordamos con claridad la corrupción que intervino la razón municipal para que esa ilegalidad fuera posible. Otra de las “maravillas” que surgió de allá es la organización criminal más connotada del país, la DINA, y el tristemente célebre campo de prisioneros de Tejas Verdes. Todo ese antipatrimonio, la autoridad alcaldicia no ha sido capaz de asumirlo e invertir su sentido, porque casi siempre fue cómplice del olvido y de la producción de horror.
Nuestro querido San Antonio, por otra parte, es la cuna de una de las estrategias más potentes de renovación literaria, como es Pueblos Abandonados, colectivo cultural político que ha recuperado y potenciado la noción de provincia. Los fundadores somos de allá (acá) y este año hemos sido reconocidos por la institucionalidad cultural, recibiendo premios tanto del Consejo del Libro como el más antiguo de los premios literarios nacionales, el de la Municipalidad de Santiago.
Esa especie de escuela literaria fue diseñada a partir del ilustre Taller Buceo Táctico que organizamos con Roberto, la Flor, el Luis y Gabriel, pensando en que la lucha emancipatoria pasaba por la cultural. Creemos que la institucionalidad cultural local no ha sabido o no ha querido leer la importancia de nuestro gesto creativo para la imagen de nuestro territorio; porque pusimos en el mapa cultural chilensis (y probablemente latinoamericano) a nuestra ciudad-puerto de San Antonio. Paralelamente, la producción musical local hacía lo suyo, surgieron Chinoy, Demian Rodríguez y Cactus Andante, entre otros, que le dan a la ciudad un espesor y una gran potencia fundacional a nivel de música popular. Quiero recordar una investigación que está realizando Marisol García sobre la música cebolla (concepto que ya no tiene un sentido peyorativo), en la que nuestra ciudad puerto ocupa un lugar de privilegio.
Ojalá este potencial renovador de la producción cultural pueda servir para romper con el orden político en San Antonio. Estamos pensando en que el movimiento de primarias ciudadanas que asola al país no sólo es una lucha contra el duopolio político (derecha-NM), sino que su objetivo es construir un nuevo modelo político nacional. Así como en Valpo, que ya comenzamos, debiera seguir en otras ciudades, como San Antonio, donde está mi corazón. Estoy pensando que autoridades éticas como la compañera Ana Becerra, Fidel Contreras, la Meche Somalo y otros, desde sus compromisos históricos o desde sus independencias, puedan generar un equipo de trabajo político autónomo que se preocupe de sanear el orden local (municipal).
Es clave para el logro de un objetivo así, desprenderse del tontizquierdismo cava trincheras, cuyo negocio es la victimización derrotista e histérica y, por cierto, de la corruptela. Se trata, simplemente, de hacer ciudad desde la comunidad, desde los vecinos, de generar una nueva cultura nacional desde las localidades, donde aún existe ese capital simbólico fundamental para hacer las cosas, que es la humildad y el afecto. Gente tenemos, recuerden a todos los cabro(a)s que debieron estudiar lejos sus profesiones, pero que aman su ciudad, como el Marcos, los Matías, las Claudias… me fui al chancho. Los que amamos San Antonio tenemos una tremenda responsabilidad.