Lo Profano
Belleza
Tómala,
eres libre.
Pero está maldita.
Prometo, propongo
Ofrendo la mía a tu belleza,
doy mi sangre por hacerte inmortal,
te cubro, si quieres, de indecencia
con mi lengua.
Propongo algo del todo arrogante,
crear palabras impronunciables
para nombrar de otra forma al amor,
revelarnos hermosos e insolentes,
excomulgar de lo bueno,
consagrarnos sólo a lo verdadero.
Pero no me pidas el corazón.
Prometo hacerte infeliz,
porque sólo en la infelicidad
puede amarse correctamente.
Ambigüedad
Acordamos tácitamente
movernos al ritmo de la ambigüedad,
dirigirnos la palabra sin mencionarnos,
respondernos sin nombrarnos.
Implícitamente
llegamos
sin premeditarlo, sin quererlo,
a una alarmante intimidad,
en donde las verdades demasiado atrevidas
y las apelaciones muy directas
estuvieran prohibidas.
Tal vez a riesgo de equivocarnos
aceptamos
jugar este juego de perfidia
de roces de telas y miradas furtivas,
de confesiones con antifaz
en un baile de máscaras.
A riesgo de confundirnos
mantuvimos
una sospechosa correspondencia:
cada noche era tu voz la que venía a cerrarme los párpados,
mis palabras, las que se iban contigo a la cama.
Alguien debió advertirnos
que este juego era malsano
-¿pero cómo, si era sólo nuestro?-
Perdóname,
porque
Ahora,
sola con el caleidoscopio de tus palabras
se decodifican cada una de las figuras ante mis ojos,
se devela todo el significado oculto que entrañaban
y no quiero quedarme más
junto a este mensaje que de pronto está desollado,
junto a este papel todavía caliente y palpitando.
Ven,
quiero pedirte perdón
por no entender,
por no haber querido entender
porque aun habiendo entendido
me incliné por la ignorancia.
Si no respondí,
si seguí danzando
y derramando suave lascivia al girar,
si no me atreví a aventurar
que tu llamado era para mí…
fue por miedo y por orgullo.
Esta noche detendré mi baile,
bajaré los brazos extenuados,
avanzaré hasta tu sitio
pese al miedo sofocante
pese a las dudas oprimiendo mi talle,
y te daré a probar dos reservados favores:
te silenciaré
con uno de mis dedos sellando tus labios
y levantaré mis ojos
hacia ti.
Labios Lábiles
Al final, todo se resume
a unos labios entreabiertos
- los míos -
contra mis comisuras
se agolpa tu jadeo,
tu respiración.
Mis labios emergen
irritados por el roce
enrojecidos e inflamados
de tus mordidas y tus besos.
¡Ah, Labilidad…!
Guante
Duele. Duele.
Rozo tu mejilla como si marcara la línea
por donde te fuera a cortar,
y de inmediato cae una lágrima.
Entre tu piel y yo
la tela infinita de mi guante.
La lluvia canta un eco blanco y catedral
reverberando adiós.
Tanto impúdico recato en el dolor.
Y yo me doy vuelta
y camino. Me voy de ti.
Preciosas obscenidades
Lubrico mi agonía libidinal
para no sucumbir:
Sobre mis sucias fantasías
dejo caer pétalos de flores…
… y entonces
las solvata el perfume,
el matiz, destellos de tenue luz
y una tersa suavidad.
Entre arabescos y detalles de escarcha,
con adornos en sepia y plata
mi mente se incendia,
arde y se consume
en los peores escándalos.
Y tú
te estás volviendo el protagonista favorito
de mis preciosas obscenidades
Vibración
Me gustaría callar,
callar,
y en el silencio absoluto
poder percibir
el vibratto al interior de tus testículos
en toda su pureza,
tu semen en punto de ebullición
desgarrando la luz de sus cuerdas.
Y vibrar al fin
contigo derramado
Los Espectros
Jadeantes, heridos de muerte,
ponemos tregua a esta batalla
a fuerza de entender
por qué
todos los esfuerzos por destruirnos
son en vano
Y, reflejados el uno en los ojos del otro,
de pronto recordamos
que nosotros ya morimos una vez,
y que fue de muerte violenta.
Fue entonces cuando nos convertimos
en almas en pena,
condenados a rondar mutuamente nuestros pasos.
No son vivos los que sangran hoy:
Son espectros.
Y no se puede matar lo que está muerto.
Exorcismo
Si no me levanto y curo mis heridas
es para desangrarme,
para que te vayas con mi sangre,
demonio,
de mi cuerpo.
Un sentimiento violento
No tolero tu suavidad.
Lo que yo pido, busco,
imploro
es un sentimiento violento
Tu dulzura es la luz solar
que me quema,
es la bendición que me llaga e incinera.
Y yo soy una criatura nocturnal.
Tanto bien me hace daño.
Lamia
No te resistas más.
Tú sabes que tu vida
luciría preciosa
en mi boca
Medusa
No es infundado este miedo:
Espoleados por tu furor
se vuelven sierpes
mis cabellos.
Tanto tememos
acabar fulminados
que para mirarnos a los ojos
necesitamos un espejo
Abusa de mí
Oblígame,
fuérzame,
violéntame,
ultraja mi orgullo,
viola mis caprichos,
desobedece mi voluntad,
dóblame la mano,
arráncame las riendas,
tómame un poco por la fuerza
y oblígame a vencerme a mí misma.
Sé más fuerte que yo,
y te perteneceré por siempre.
Átame
Necesito que me impidas la salida
y tras mi espalda desnuda amarres tus brazos;
en este instante, créeme, necesito
más que nunca
tu sexo.
No intentes curarlas,
no las quieras limpiar,
mis heridas son antiguas,
mucho más antiguas que tú
y que yo.
Escóndeme esta noche,
por favor,
desde hace muchas generaciones
me persiguen las Furias
¡y estoy cansada de correr!
No importa que no puedas sanarme,
tan sólo acaricia mi pelo…
Quiero quedarme abrazada a tu pecho
soñando que me duermo.
Si protesto no me escuches,
pon cera en tus oídos o átate al mástil,
mira que ni yo me puedo resistir a mí.
Átame a mí, mejor,
a tu dosel,
me estoy volviendo
una experta en huidas
y comienzo a tener miedo
de mí misma
Himen
Guardo un instante de silencio
por cada vez que dejé de ser virgen,
cuando un hombre penetró en mí
y quedé sangrando
después del frenesí
Lo Sagrado
Éxodo de niel.
Lloro lágrimas de encaje;
y mi gemido tiene algo del mar.
Pierdo mis contornos,
pierdo mis colores.
Voy tomando el imperio del blanco,
me envuelvo en un velo nival,
y aguardo a extinguirme
entre la niebla.
Arrebato
Fue con soberbia que me fui de tu lado
y vine a residir en la realidad.
Tal vez he vivido; es cierto.
Tal vez he amado…
Pero ya ves, regreso a ti con fracturas en las alas,
cansada de estos amores que no son verdad.
Sus bocas no me supieron a la tuya,
y en sus ojos no vi el consuelo
de que tú no estés.
Ultrajo tu memoria con estas pasiones vanas,
me engaño a mí misma
y te traiciono a ti.
Pero qué quieres…
Piensa que si te duele que esté viva,
a mí me mata cada día que tú no lo estés.
¡Mírame! Está oscuro, regreso a ti,
y traigo las alas quebradas.
¡Ah, si existieras, amado mío,
… si existieras!
Amaneceres.
Como al sol,
te antecede tu resplandor…
Mientras no existas,
yo te seguiré viendo
en el amanecer.
Se diluyen tan bien tus facciones
en la aurora,
tan bien tus colores en los suyos…
Y yo a ella no llego nunca,
pues me he quedado
atardeciendo y convertida
en el ocaso de este firmamento,
junto a las fragancias
que tu ausencia triza,
y a lo segundos
que tu mirada ha suspendido.
Tú me aguardas desde la mañana,
mientras que es en el crepúsculo
donde yo me abandono a evocarte.
Es una noche y un día
lo que nos separa.
Ya es de tarde,
y está amaneciendo:
Entre tu sueño y el mío
se levantan vapores dorados.
Luz: dulce agonía
Aún no suceden
y los recuerdos me asesinan dulcemente.
Se destilan en largas cuentas de luz
sobre las últimas cuerdas tensadas del sol
No sé tus señas ni tu nombre,
pero te amo.
Sé que has de ser la solución dialéctica
a mis atávicas, amantes, dicotomías,
mas no adivinan mis manos todavía
en el vacío tus facciones
ni sabes tú,
aunque tal vez me sientas
o presientas,
que es por tu armonía
que agonizan mis latencias en el bosque.
Amor Cortés
I. Alba
La luz entra por los cristales
y tenue, muy tenue, sonrosa mi tez.
Me despierta el sonido rítmico y regular
de las gotas al caer:
Es la clepsidra
marcando los besos
que faltan para tu regreso
Miro con desconsuelo en la superficie a rebosar:
me refleja tan rosa y pálida como esta aurora,
tan sólo el rubor del pudor tiñe mis mejillas
como bien enseñan los padres de la Iglesia.
Purísima, como esta laguna de lágrimas.
Purísimos, mis labios inmaculados…
pero sin tu sudor ni tu saliva ni tu semen
para rehidratarlos.
Es otro amanecer más muriéndome de sed.
Ni si quiera te has comunicado conmigo en sueños,
ningún aleteo de paloma al despertar
me trae las noticias de tus hazañas.
Y pienso en esta absurda castidad
cuando bien pudiera revelarme
hermosa y terrible si quisiera…
Y ser inconstante e inclemente,
tramar crueles caprichos
-y de paso, hacerte sufrir -
reclamar cabezas en bandejas de plata,
lamiéndome los dedos arrobada en impiedad
¡Ah, qué ocurrencia tan soberbia…!
Pero me pierdo entre los laberintos de esta torre
con sus escaleras infinitas…
Y yo sigo aquí cautiva
en la promesa de tu regreso…
II. Dies Irae
Si tal vez cediera…
si les hiciera caso y les lanzara la escalera…
¡oh, a quién quiero engañar!
no soporto a esos tediosos pretendientes,
tan aburridos, cielo santo,
y encima ninguno tan guapo...
Doy vueltas en mi cuarto
como la fiera en su jaula,
pero el eco de mis ansias
sólo resuena dentro de estas murallas.
Ni tú las oyes, tan lejos estás…
Con furia me asomo a la clepsidra lacrimal.
todas sus escenas se evaporan
con el sol abrasador del mediodía
y como gota de agua bendita
una miscela obscena hiere
mi curvatura ocular
Desfalleciente, sin aliento,
caigo de espaldas contra mi cama,
de mis párpados afiebrados, tumefactos,
se desprenden insidiosas sugerencias,
vibrantes los acordes me rasgan el revés de la piel,
con cada estertor se ensortijan mis cabellos.
Como argollas los deseos me lastiman
las muñecas, mis muñecas, con fiebre,
por el borde se resbalan,
quedan expuestas para ti
con sus venas y su pulso
incendiado por ti.
oh, contorsión perversa
sacrílego impulso
diabólica ondulación
de mi silueta poseída…
deberían quemarme en la hoguera
Libérame
III. Ángelus
Ya no puedo resistirme más
-ni resistirte a ti -
llega la hora del crepúsculo
e irremisiblemente caigo rendida
en mi balcón
En dulce languidecer
recuesto los brazos en la barandilla
con la mirada extraviada en la puesta del sol
Y mis labios destilan
lacrimales los besos
en la clepsidra.
Quedo esperándote
cepillando mi cabellera
que se ha hecho eterna
a la luz de las primeras estrellas.
IV. Serenum
La brisa nocturna mueve los visillos,
el rumor cortés de los trovadores
sube hasta mí en volutas sugestivas
que van lamiendo mi vigilia
En la soledad de mi alcoba
me abandono a mi lecho
y rezo para ti:
que todo cuanto te deseo
sea el lucero que brille en tu firmamento,
que protejan tus pasos
los suspiros con que te anhelo
que tengas tu fe
en la promesa de mis besos;
has de saber que estoy en paz,
que duermo tranquila,
acepto estar cautiva
y ser en tu ausencia esta doncella virginal,
pues todo lo puta que no he podido ser
lo seré en tus brazos
cuando tú vuelvas.
Ashtar
Te vi brillar en mi tarde
al ponerse el sol.
Esta noche tus destellos
rozan mis pestañas,
y tan intensamente resplandeces
que me pregunto
si serás Venus, el planeta,
si a la mañana
cuando despierte
seguirás brillando
en mi firmamento
La Estrella de la Tarde
Porque yo te sospecho
me retraso en mi último atardecer.
Tanto nos abrumó la distancia
entre la tarde y la mañana…
Pero el mito se me reveló en un sueño.
Y quizás eras tú,
invocándome desde un amanecer prístino…
No se han vertido en vano nuestras lágrimas:
confluyen donde trascienden
lo matinal y lo tardío…
Es crepuscular nuestro misterio.
Y por sincronía astral
coincidiremos.
Unto mis dedos en las aguas vespertinas
y mojo mi frente pronunciándome Ishtar.
En clave de lucero
se aproxima tu melodía a la mía.
Tiembla de éxtasis nuestra armonía
y alineados nuestros ojos
los siglos se deslizan por tus mejillas.
Es tanta la belleza de tu rostro, Asthar,
que llega a doler.
Tanta,
que me quedaré con los ojos cerrados
hasta que no sea un beso la distancia.