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EL MARAVILLOSO VIAJE AL FIN DEL MUNDO DE PIPILO Y MARUCA
de REMBERTO LATORRE V.
(Ediciones ICD: Chillán Viejo, 76 págs.)
Presentación
de María Loreto Mora Olate
Doctora en Educación
Jueves 17 de diciembre de 2015. Centro Cultural Casa Gonzalo Rojas. Chillán
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“Hay que perder alguna vez lo que se tiene, para alcanzar el verdadero
fin del Mundo, que es, no lo más lejos, sino en cada uno el centro, lo más importante…”
(Remberto Latorre V.)
La austeridad de la vida en el campo y la relación con la naturaleza configuran el escenario donde se desarrolla la historia de Pipilo, protagonista del relato, quien podría ser una suerte de Papelucho rural, porque Latorre los hermana en ese ejercicio constante de la pregunta y con el espíritu de aventura que habita en ambos; no obstante, nuestro protagonista permanece lejos del mundo citadino y vive amparado en el regazo del hogar rural, con la figura del padre omnipresente, al contrario de la crisis familiar que vive el personaje de Marcela Paz.
Nuestro héroe tiene como objetivo llegar al fin del mundo de la mano de su progenitor, quien reproduce al estereotipo que la sociedad del patriarcado ha tejido alrededor de la figura masculina con rasgos de actividad en el espacio público, el padre de Pipilo trabaja en una fábrica, también asume el rol de transmisor del saber, le regala libros a sus hijos, y también representa el conocimiento, porque es quién entrega las respuestas. En cambio, la madre de Pipilo, asume un rol más bien pasivo, desplazándose en el espacio íntimo del hogar.
Mientras el padre intenta saciar la curiosidad de su hijo, “la madre recoge los platos de sobre la mesa y, después, se dedica a zurcir los que deberá seguir prestando utilidad” (p.8).
Pipilo y su hermana Maruca viven en un mundo que “se limita a lo que han recorrido: desde su casa hasta donde vive tía Lola, por el lado del bosque, y desde su casa hasta el almacén de las señoritas Mujica, por el lado donde se va al pueblo. -¿Y más allá qué, y si ahí todo termina?-insiste Pipilo, necesitado de saber cada día más”, interpelando a su progenitor con preguntas como: “¿Cuándo nos vas a llevar a conocer el fin del mundo, papá?, ¿La rosa tiene pistilo, papá? (…) El padre les explica a sus hijos cosas del mundo en cada anochecer. Les ha comprado un libro de botánica y otro de hormigas. (p.7)
En “El maravillo viaje al fin del mundo de Pipilo y Maruca” el protagonista experimenta los devaneos propios de aquel periodo vital que se ubica entre la niñez y la adolescencia, lo que conocemos por pubertad. Si bien el tópico del viaje es un tema recurrente en la literatura de todos los tiempos, en esta obra connota la idea de tránsito espiritual, donde nuestro héroe no necesitó ir más allá de su comarca, sino más bien enfrentar sus miedos, mediante la estrategia de la naturaleza personificada en seres maravillosos, como la Brisa y el Viento Sur, donde encontramos la impronta teatral de Remberto Latorre: si García Lorca hizo hablar a la Luna y a la Muerte en la pieza dramática “Bodas de sangre”, aquí Latorre vuelve seres parlantes a las gotas de agua, a la Brisa y al Viento Sur, quienes transportan la carga simbólica de la madre y del padre.
La estructura narrativa lineal, recurrente en los cuentos maravillosos para niños, incorpora en esta novela breve, la técnica del relato al interior del relato, en la voz de Maruca, hermana mayor de Pipilo, una contadora de cuentos, quien asume una actitud casi terapéutica y de protección:
“-te vengo a contar un cuento, para que no sufras ahí encerrado”
-no puedo salir, estoy castigado.
-nadie se va a enterar. No hagas ruido y ten un poco de confianza en la hermana que te cuida y en las sombras de la acacia” (p.24).
Pero luego, la voz creativa, quien relata una historia, la asume Pipilo, asi como también su una mirada a su futuro rol, evidenciando su crecimiento, así lo increpa Maruca:
“-A ti se te ocurre todo ahora; no dejas nada para mi
-Ya te tocó nacer primero, responde Pipilo
-solo un año antes
-Cuando seamos grandes, seré yo quien te proteja. (p.48)
Si bien el relato rescata elementos propios de la imaginería de las historias tradicionales para niños, como el espacio del bosque, lo maravilloso no está representado con la presencia de hadas ni duendes, sino que el autor releva a categoría de maravilla a elementos cotidianos de nuestro paisaje, como las hojas secas que configuran una ventana de donde emergen los seres de fantasía, el niño “Pámpano pasmado”
y al Viejo Guinda seca. En este punto de la narración, el juego del espejo propuesto por Latorre, resume el conflicto de crecimiento que vive Pipilo, y que encarnan aquellas criaturas, quienes desarrollan un áspero diálogo, poniendo en perspectiva anticipatoria la futura vejez del niño y a la vez, la dimensión de la niñez, ambas compañeras de camino:
“Estaremos contigo, cada vez que te pierdas en el bosque de los sueños, le aclara el joven (Pámpano pasmado)-. Y no te asustes no te quejes.
- ¡No me estoy quejando! (replica el Viejo Guinda Seca)
(…) No me lamento. Ser viejo es como despertar al mundo una nueva vez. De joven busqué este bosque de los sueños, en donde quedarm8e dormido, evitando sus peligros. Desde los sueños se puede partir hacia diversos mundos”. (p.37).
En cuanto, al libro como objeto, este incluye nueve ilustraciones a todo color, correspondientes a óleos del propio autor, con ciertas pinceladas que evocan la autenticidad expresiva de un niño, acompañan las 76 páginas de la historia de nuestro Pipilo; quien con ciertos rasgos de Principito o de un pequeño Sidharta, nos hace parte de un relato, que no está relegado solo para el público infantil, sino también mayor de edad, que puede embarcarse con mayor equipaje interpretativo en dicho viaje, debido a la presencia de claves simbólicas, que para el lector infantil menos avezado., podrían resultar un tanto cripticas y necesitará, por tanto, de la mediación de un adulto.
Durante la presentación. María Loreto Mora Olate y el escritor Remberto Latorre V.
(Fotografía de Patricio Contreras Parra).