"Las ciudades innombrables O Müna wedakewarria mew" Maribel Mora Curriao (Chile)
Andesgraund Ediciones, Colección El ombligo del origen, 130 págs. diciembre de 2023.
Por Alicia Salomone (Chile) Doctora en literatura y
Directora de Relaciones Internacionales UCH
Las ciudades innombrables / Wedakewarria mew de Maribel Mora Curriao es un libro intenso, por momentos doloroso hasta lo terrible, siempre arrojado, lúcido y con un propósito, pues de lo que se trata es de recordar y de escribir poéticamente una memoria de expolios y silencios centenarios. La labor que la hablante se autoasigna parece tan ardua como los trabajos de Hesíodo y ello demanda una determinación y una energía extraordinarias, lo que transforma la escritura del poemario en un ritual, del que emerge una voz profética que inevitablemente interpela a quien la escucha.
Esta ceremonia parte con una rogativa y con una invocación a los ancestros, en especial a uno de ellos: el abuelo Manuel Curriao, una figura tutelar que irá acompañando el recorrido de la hablante, orientando su camino y facilitando su relato. En su plegaria inicial, declamada en las dos lenguas que se mezclan en su historia y su palabra, ella dice:
Que las rutas sean libres, que el camino sea largo Petu mongenleiñ, petu mapuchengeiñ, como un conjuro, . . . . . . . . . . . .. . pedimos buenas palabras (p. 13)
Cuenta Álvaro Bello Maldonado que, a comienzos del siglo XX, todavía se veía a algunos hombres transitar entre el Wallmapu y el Puelmapu, en la Argentina, contorneando con esos desplazamientos una geografía ritual definida desde la apropiación simbólica del territorio.[1] Al igual que esos nampülkafe, con anhelo y ansiedad, la hablante del poemario también proyecta un viaje de ida y vuelta, como Ulises, como Kavafis, desde las tierras altas de la Cordillera, a la Piremapu originaria (p. 19), a esas ciudades que para sus abuelos aparecían como la tierra prometida; unos lugares donde quedarían atrás el hambre y la miseria del peonaje y donde florecerían las palabras:
Sigue, decía mi abuelo, . . . . . . a los küdemallu que huyen.
¡Síguelos! Y cuando más adelante vayas, . . . . . . . . . . .. . . . . . sé tú más animosa.
Pon toda tu fuerza en la ruta que viene
y cuando llegues sabrás, como Kavafis, . . . . . . que Wuñelfe ha guiado tus pasos. (p. 21)
Como antes sus ancestros, la hablante se encamina hacia la ciudad del progreso, pero esta resulta muy distinta de los sueños; porque, como en las urbes invisibles de Calvino, aquellas resultan espejos deformantes que solo devuelven una imagen de vacío a los viajeros. Su vestimenta no es la adecuada, su lengua no es comprendida, sus ojos no encuentran en los otros una mirada de reconocimiento. En las ciudades innombrables, como descubre la hablante, solo cabe el disimulo y el ocultamiento para sobrevivir a las “largas noches” y los “enceguecedores días”. Ella misma se convierte en exiliada en esos territorios, donde solo la memoria opera como contrapeso, mientras las palabras del abuelo retornan para dar sentido a su existencia: ella será la que recuerde; ella, la que traiga de regreso los huesos confiscados y las voces silenciadas; ella, la que comprenda y explique los mecanismos del sometimiento, encubiertos tras pulcros argumentos civilizatorios:
La torpeza cotidiana de mi espíritu
se evidencia a cada instante,
como en tierra y ciudad extraña
se evidencian los desdichados.
Pueden cerrar los ojos
y caminar a ciegas por el desfiladero . . . . . . . . .. . . . . .sin temores
Porque da lo mismo la mala pisada.
Porque da lo mismo la mala caída.
Nadie vendrá a levantarlos. (p. 43)
Entre el pasado y el presente hay un lazo indisoluble, que es la prolongación del despojo, como bien lo comprende la hablante del poemario. Entre la conquista española del siglo XVI, la apropiación del territorio indígena en el siglo XIX y las atroces desapariciones de personas en los siglos XX y XXI no hay solución de continuidad ni en Chile ni en América Latina. Por el contrario, lo que se hace patente es una herencia colonial que acecha a diario y que recurre con violencia inusitada sobre sus víctimas. Es lo que sucede con ese vecino que nunca regresa (p. 75); con Sebastián Acevedo, inmolado en la Catedral de Concepción (p. 90); con José Huenante, cuyo nombre se esfumó de los registros policiales de una “ciudad sin muros” (p. 93), en el invierno de 2005. Es la misma violencia que también se manifiesta en los 43 jóvenes desaparecidos en Ayotzinapa y en las mujeres asesinadas de Ciudad Juárez, dispersas en las tumbas anónimas que perpetúan la masacre (p. 97-98).
¿Es posible resistir el orden dado, reflexiona la hablante, o solo cabe agachar la cabeza y someterse al miedo y al olvido? ¿Las ciudades innombrables pueden transformarse en ciudades de la furia? ¿Cómo es posible revertir tanta ignominia cuando los propios afectados bajan los brazos y esquivan la mirada ante el horror?
Para la hablante el único antídoto frente a la parálisis y el miedo es la fuerza cobijada en la voz de los abuelos; esa que, como un mantra, resuena y empodera a los sujetos, conectando los dolores antiguos con los contemporáneos, los crímenes impunes en uno y otro tiempo, y la imperiosa necesidad de luchar por la justicia; única posibilidad de intentar otro comienzo, un tiempo que finalmente reconozca como iguales a aquellos que siempre fueron los condenados y condenadas de la tierra, como alguna vez dijo Franz Fanon. Por su parte, lahablante reflexiona:
¿Cómo puede uno sentirse parte
de un país humillado en sus orígenes?
Violentada nuestra tierra y nuestra estirpe
pan para psiquiatras . . . .. . . . matar al padre . . . .. . . . a la madre . . . .. . . . a los tíos . . . .. . . . a la patria . . . .. . . . a los parias.
O mirar la historia a la cara . . . .. . . . como triste fiera furiosa . . . .. . . . entre tanquetas y metrallas.
La infancia en peligro de extinción. (p. 81)
El proyectado retorno de la hablante nunca se concreta, lo que sella su destino champurria: “la única patria de los hijos / la partida”, nos confiesa. La vida ya no admite la fijación a un territorio y, así, ella habrá de continuar su recorrido: por otras ciudades, regiones y países donde “los dioses / juegan del mismo modo / con los destinos” (p. 111). Pertrechada con los consejos del abuelo y con Kavafis, ella amanece cada día para seguir escribiendo la ciudad innombrable.
[1] Bello, Alvaro. (2011). Nampülkafe. El viaje de los mapuches de la Araucanía a las pampas argentinas. Territorio, política y cultura en los siglos XIX y XX. Temuco: Ediciones Universidad Católica de Temuco.
Las Miserias en las ciudades
I
Decía mi abuelo que una mañana
abrió los ojos como sus abuelos
y el país se había vuelto gris . . . . . .y prohibían las palabras.
Y les dijeron que no dijeran
y que guardaran todo signo que ofendiera
al nuevo orden establecido.
Y los que caminábamos entonces
caminábamos con miedo.
Crecíamos con miedo
a los edificios cerrados
y a los policías
y a los helicópteros sobre los techos.
A ras de cielo crecían los temores.
II
Y crecimos con miedo a los vecinos
y al cura del pueblo
y a los trabajadores del pueblo
y sobre todo a los cesantes
vagando infinitamente por las líneas férreas
de un país tan largo, como ciego.
III
Y cerramos las puertas
y levantamos los cercos
y tuvimos miedo a los profesores,
a los representantes del orden . . . . . . . . . . .y a los emblemas.
Y nos dijeron que el orden era bueno
y que la patria se construye . . . . . . . . . manteniendo las filas.
IV
Sin trasgresiones
las filas y el orden
Las filas del orden
El orden de las filas
El orden del orden
Y el orden del orden
del orden de las filas
Sin trasgresiones.
V
Nos dijeron que el miedo era el motor de dios . . . . . . . y era el motor del mundo.
Y nos dijeron que temamos. . . . . . .Y que no nos levantemos.
Nos dijeron que las manos al cielo
cuando pasaba un helicóptero
desperdigaría militares
en nuestras poblaciones.
Y que entonces no volveríamos a casa,
como el vecino,
desde hace ya tantos días, . . . . . . . . . . . . tantas noches.
Y así pasaron los meses y los años.
Y las décadas eternas en ese miedo
del vecino que NUNCA regresa.
VI
Y crecimos con miedo a las palabras.
Y a las noches de bombas que estallan
Y a los panfletos que brotan de la tierra
una mañana cualquiera, como el rocío,
en ciudades que no se nombran, . . . . . . . . . . .que no se recuerdan.
Y temimos a la ausencia de luz eléctrica . . . . . . mientras una exigua vela
alumbraba el miedo de esas horas.
Y esas velas de esas noches fueron tan distintas
a las velas conocidas los años previos.
Como si de pronto esas velas fueran el olvido
de una vida entera sin luz eléctrica
y otras vituallas de aquellas . . . . . .que todavía no conocíamos . . . . . . ..y que la patria TODAVÍA no soñaba.
VII
Y nos dijeron que sin ellos
no habría pan ni detergentes
Y tuvimos miedo
a no tener pan y detergentes
aunque pocas veces antes . . . . . . . . . . . habíamos tenido
Y tuvimos miedo
a no tener aceite y mantequilla
Y a no tener café y otros víveres
Y tuvimos miedo
porque parecían tan necesarios
en esos días en esas noches
largas como letanías.
VIII
Y aprovechando el miedo, nos dijeron,
que la patria y que la guerra,
que el cáncer marxista y la economía...
Que los terroristas y las bombas
anidaban en el caos su próxima guerra
desde el exilio
o desde otra ciudad como ésta
o desde la casa de un vecino.
IX
Y crecimos con miedo...
a las ciudades y a los vecinos
Y los sueños de entonces no fueron ya los mismos
Y los sueños de entonces
nos dijeron que no abriéramos los ojos.
Que no levantaramos la venda.
Y que siguiéramos en orden,
en fila y en silencio la nueva ruta trazada
para la construcción de la nueva patria.
X
Desde entonces las palabras de los abuelos se repiten
como si sólo ellas bastaran para sanarnos
en una historia que no deja de sorprendernos
que sobrecoge en sus tratados incumplidos.
En un círculo de eterno retorno . . . . . . . . . . de figuras que no figuraron,
de protectores de indios que no protegieron,
de allanamientos y desalojos en el iris,
de perennes desaparecidos en la retina.
Huenante lo sabe.
Ningún crimen será juzgado.
Y se escribirán leyes sobre leyes . . . . . Y vendrán delitos sobre delitos. . . . . . Escritos en libros sobre libros
Y nosotros leeremos cansados,
ya sin ojos, de tanto llorar ausencias.
XI
¿Cómo puede uno sentirse parte
de un país humillado en sus orígenes?
Violentada nuestra tierra . . . . .y nuestra estirpe . . . . . . . . . pan para psiquiatras
Matar al padre, a la madre, a los tíos
a la patria . . . . . a los parias.
O mirar la historia a la cara
como triste fiera furiosa . . . . . . entre tanquetas y metrallas.
La infancia en peligro de extinción.
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Maribel Mora Curriao.
(Panguipulli, Chile). Es poeta, profesora e investigadora mapuche. Directora de la Oficina de Equidad e Inclusión en la Universidad de Chile. Ha obtenido reconocimientos como Mujer Mapuche destacada por sus aportes en la difusión de la cultura y la literatura de su pueblo. Ha publicado artículos de investigación sobre poesía mapuche en siglo XX y sobre la realidad de los pueblos indígenas en Chile. Ha sido jurado en diversos concursos literarios, como el de la Fundación Vicente Huidobro; revisora y/o jurado de proyectos de arte, cultura y educación y evaluadora de artículos en revistas académicas.
Es coautora de los libros El pozo negro y otros relatos mapuches (Pewma Ediciones, Chile, 2001) y de Kümedungun/Kümewirin, Antología poética de mujeres mapuche (siglos XX-XXI), (Lom Ediciones, Chile, 2010), editó la “Muestra de poesía mapuche. Trazas poéticas sobre una cartografía indígena incesante”, para la Revista Anales de la Universidad de Chile (2017).
En 2014 publicó su libro de poesía Perrimontun y actualmente se encuentra en edición su libro Koyag de las condenadas.
Actualmente participa como delegada de la nación mapuche en el World Poetry Movement.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com "Las ciudades innombrables O Müna wedakewarria mew"
Maribel Mora Curriao (Chile)
Andesgraund Ediciones, Colección El ombligo del origen, 130 págs. diciembre de 2023.
Por Alicia Salomone (Chile)
Doctora en literatura y Directora de Relaciones Internacionales UCH