Tuwin malen
Porque yo desciendo del alba
instinto soy y delirio,
impulso de sueños
perdidos en la materia,
silencio dormido
en el mar del inicio.
Yo la luz de la noche
que inunda tu sangre
Ven, atraviesa
los siglos de la luz
y acércame la dulzura de tu lengua,
estallido de pétalos y llamaradas
mariposas huyendo de la niebla
y el eco,
oscuridad de selvas
aguardando la estrella del presagio.
Acércate,
pero no profanes.
Ni una nota de susurro
en mis abismos has de tocar.
Allá en el fondo ocultaré mis temores.
Cada horizonte guarda una alborada.
Cada enigma las venas del origen
Porque viento soy y peñasco
y ola blanca y fría que roe las certezas
y perfume de miel y manzano soy,
florido y fecundo cielo de luna
y estrellas desperdigadas
en la tierra de los sueños
Ven, mira la oscuridad
en mis ojos
y bebe con lentitud
el misterio en mis cabellos
Desnudo el saber de mis labios
mira el sello de mi cuerpo,
pero no levantes el velo
de mi soledad
sin memoria
Sueños en el valle
Heme aquí, apartada de mis muertos,
perdida en el Valle del Águila,
olvidada del pehuén y la montaña.
En sueños he visto
que brota sangre en mi costado
y nacen aves rapaces de mis sienes
que devoran mis manos y mi lengua.
Mas, me nacen otras manos
y otra lengua
que son devoradas nuevamente
y luego nacen otras
que oculto cuidadosa
entre metawes.
Pero también son alcanzados
los metawes
y sus restos dispersados
por el valle.
Entonces me levanto y me rehago,
la misma cara, el mismo cuerpo
y el mismo corazón acongojado.
No es la muerte
quien me espanta a esta hora,
sino la distancia con las montañas.
No son los rapaces centinelas,
sino el inútil deseo
del retorno a las quebradas.
Mas, heme aquí, cuerpo y sueño
sobre este suelo baldío.
Canto a mi madre
¿Qué extrañas raíces
te engendraron madre,
qué prodigio en el cielo
dio origen a tus días?
Todo fue grandes cantos,
aves en el horizonte,
flores blancas en los cerros
y en los valles interminables
surcos escribiendo tu futuro.
Entonces en el bosque
habitaron las lechuzas,
agoreras del Wenu Mapu
ocultando, indescifrables,
los amorosos designios.
Mañana serás del mundo,
ahora vuela con nosotros
danos tu impulso de cielo.
Nada nos detiene,
en tus brazos no caemos,
el universo es nuestro
colchón de estrellas.
Más arriba iremos,
más arriba.
Chao Gnechén
nos espera.
El Perrimontun
no es más que eso,
una breve estadía
en el cielo.
Madre, estamos lejos ahora,
hagamos aquí nuestras tiendas
¡Este es el valle elegido!
Aquí pasaremos la noche
como cada vez que partimos,
¡Cuánta sangre disgregada madre!
Habrá quién vendrá a recibimos.
¿Cómo vivirán las nubes
-te pregunto-
cuando agobiados
cierres tus ojos?
¿Cómo abrirá el cielo
sin tus cantos?
¿Quién soñará nuestros días?
Nada vive Madre
si no vives,
la flor roja te reclama,
la blanca flor del canelo,
mariposas en la hierba
oteando en el horizonte.
¡Vuelve en ti, madre, vuelve en ti!
Alza tus dos manos hacia Oriente
que no te encadenen temores,
fuera del tiempo la muerte
no tiene ningún sentido.