El pasado lunes 29 de julio en la ciudad de Santiago de Chile, a la edad de 91 años, falleció el escritor Enrique Lafourcade; cuya importancia en las letras nacionales podemos abordarla desde distintos frentes: su rol en la “Generación del ´50”, su obra (centrada principalmente en la novela), su faceta de crítico, cronista (y difusor) literario, su afición por la gastronomía y su participación en programas televisivos de entretención.
El poeta Jorge Teillier preguntaba: “¿Quién inventa los nombres de las generaciones literarias? Entre nosotros, me parece que la del 50 fue Enrique Lafourcade, a la vez, su promotor y empresario”. (Teillier, ”Prosas”, 1999, pag. 336). Efectivamente, fue él quien acuñó la denominación siendo su principal difusor a partir de sus textos recopilatorios “Antología del nuevo cuento chileno” (1954) y “Cuentos de la generación del 50” (1959). No obstante, a dicha generación de corte existencialista se la recuerda principalmente por sus narradores (Giaconi, Donoso, Edwards, Laso, Gertner y otros) incluye también poetas, dramaturgos, críticos y ensayistas.
En cuanto a la producción de Lafourcade (inicialmente poeta) de sus 45 obras publicadas (entre novela, cuento, crónica, ensayo y antologías) destacaremos cuatro de ellas (todas novelas) por los motivos que señalaremos en cada caso. En primer término: “Palomita Blanca” (1971), la novela más vendida en la historia de la literatura chilena (sobre un millón de ejemplares, en más de 40 ediciones) y llevada al cine por Raúl Ruiz con música de “Los Jaivas”. A continuación, “Para subir al cielo” (1958) -la obra más identificada con su generación literaria-. Posteriormente, en 1973 publica “Salvador Allende”, que le valió el veto de la izquierda chilena. En tanto, “El gran taimado” (1984) escrita en clara alusión a Augusto Pinochet, le significó la requisición de los libros y tener que trasladarse a Buenos Aires a raíz de las amenazas de muerte recibidas. Las publicaciones referidas tuvieron variada recepción de la crítica nacional y una gran repercusión pública -entre otros factores- por su temática contingente. Por el conjunto de su obra fue postulado en más de una ocasión al Premio Nacional de Literatura.
Lafourcade fue también un ácido y certero crítico literario, amén de documentado ensayista, principalmente a través de sus columnas semanales en el Diario “El Mercurio”, donde hacía gala de su amplia y variada cultura. Fue también un gran difusor de la literatura y recorrió el país dictando charlas y talleres, estuvo más de una vez en Punta Arenas. Aquí tuvimos la oportunidad de compartir con él en la desaparecida Librería “Phoenix”, propiedad de nuestro recordado amigo Dinko Obilinovic, ocasión a la cual corresponde la fotografía que ilustra esta crónica. Lafourcade, al igual que Obilinovic fue librero, tuvo un local en la Plaza del Mulato Gil, pleno Barrio Lastarria de la capital.
Con el seudónimo de “Conde Henri de Lafourchette”, nuestro autor publicó una gran cantidad de crónicas y dos libros sobre gastronomía. En este rubro, a inicios de la década de 1980 fue editor del suplemento de “Gastronomía y Turismo” de “El Mercurio”, para el cual reclutó a Braulio Arenas y Jorge Teillier como columnistas habituales, incluyendo también los trabajos de Sara Vial, Francisco Coloane o Pablo de Rokha, entre otros, aparte de críticos gastronómicos profesionales.
Por último, debemos mencionar su participación como jurado del programa televisivo “¿Cuánto vale el show?”. Se lo recuerda especialmente por regalar sus libros a los concursantes que destacaban en la competencia.
Desde Punta Arenas decimos adiós a Enrique Lafourcade, un intelectual que consagró su existencia a la literatura, un imprescindible en la historia de las letras en Chile.
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Enrique Lafourcade Valdenegro nació en Santiago de Chile el 14 de octubre de 1927. Estudió filosofía en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile.
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Adiós a Enrique Lafourcade
Por Marino Muñoz Agüero
5 de agosto de 2019