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Tres Cuentos de María Elena Gertner

Por Marino Muñoz Agüero



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A fines de la década de 1960 en esas primeras telenovelas chilenas conocimos a María Elena Gertner Honorato (Iquique, 1927), novelista, cuentista y dramaturga que se inscribe en la Generación del 50 o Generación del 57 (Donoso, Edwards, Lafourcade, Cassigoli, Laso y otros). Ella nos ilustra al respecto: “No se trata realmente de un movimiento generacional. Es, como lo llama Enrique Lafourcade (“inventor” del término), una línea divisoria. Pero, hay rasgos que pueden ser característicos de sus integrantes, como el sentido de la libertad en todo aspecto, la huida de los cánones establecidos, el escape del criollismo, el poseer una cultura similar” (Godoy 1994).

Hoy reseñamos sus cuentos “Niñita”, “Juegos de salón” y “El invencible sueño del coronel”. Los dos primeros, incluidos en las antologías de Lafourcade (1954 y 1959, respectivamente), con el tercero ganó el concurso de cuentos CRAV (Compañía Refinerías de Azúcar de Viña del Mar), certamen en que Antonio Skármeta alcanzó el segundo lugar. Considerando los logros de Skármeta y la notable superioridad de oficio que ostentaba la Gertner sobre él, es de imaginarse donde habría llegado si se hubiera dedicado exclusivamente a la literatura, y sin ninguna estrategia de marketing: “…por necesidades económicas, tuve que cortar bruscamente una profesión ascendente (a fines de los ´60). Tuve que dejar mi verdadera vocación, con el fin de buscar sustento para mi familia. Esto me lo dio la televisión y, en otra medida, el teatro.”, (Godoy 1994).

El entorno de estos cuentos es la clase acomodada chilena de los años ’50, “Niñita” es la historia de una niña que vive con sus padres, tías, abuela y servidumbre. Testigo de los escarceos amorosos entre el mozo y la cocinera, experimenta signos de un temprano despertar erótico, que al volcarlo en perversos juegos con sus muñecas adquiere un cariz violento y culposo.

“Juegos de salón” nos presenta la decadencia de la clase pudiente. A partir de una especie de “juego de la verdad” en una reunión social en casa de una acaudalada familia, en la que comparten artistas, parlamentarios y funcionarios diplomáticos, el dueño de casa, por medio del relato de un sueño inventado, deja al descubierto ante los asistentes que su esposa le es infiel con uno de ellos.

“El invencible sueño del coronel” expone la desesperanza de una costurera de provincia que mantiene un romance con un coronel, el cual se duerme después de cada encuentro amoroso, instantes en que la invaden las más oscuras dudas sobre el futuro con su enamorado que tiene una familia y una carrera que privilegiar.

Su narrativa es fluida y atrapa al lector, meramente descriptiva, ausente de metáforas u ornamentaciones poéticas combina el lenguaje directo con un profundo tratamiento de los personajes y una depurada estética. Sus libros eran bien recibidos por el público y sumaban ediciones, bien acogidos por la crítica, no obstante, los juicios de algunos comentaristas; cercanía con el folletín, banalidad, resolución de conflictos a través de lo erótico, superficialidad, melodrama, son algunos de los conceptos de esa crítica adversa; conceptos con los que frecuentemente se ataca la literatura femenina, en especial si ésta conlleva visos de transgresión.

Mujer profundamente católica, de misa, consideraba que su único matrimonio fue el que tuvo el sacramento, pero cumplió con el imperativo ético de llevar a su narrativa a la mujer, las ataduras impuestas por que una sociedad represiva y las culpas que se le deja caer por vivir libremente sus sentimientos, deseos o aspiraciones (reconoce la influencia de Simone de Beauvoir, a quien conoció en París junto con Sartre y Camus). Además, abordó la sexualidad en ámbitos que en ese momento estaban vedados, como la homosexualidad, la masturbación o la ninfomanía.

En 2004 señaló: “Creo que el feminismo era una necesidad urgente. Es una necesidad urgente. A nivel mundial, creo que es algo muy importante, pero en Chile funciona mal. Tal vez fui feminista antes de tiempo. Toqué temas que la gente no tocaba. Actué de una forma que la gente no actuaba. Hice muchas cosas que la gente no hacía. Entonces, ¿era yo feminista? Tal vez. No me di cuenta. Tal vez lo era...” (Cardone 2016).

María Elena Gertner fue una gran escritora, una mujer valiente y honesta que no aceptó mordazas ni compromisos y que cuestionó abiertamente la miseria, la hipocresía y el cinismo de una sociedad opresora. Ejerció el periodismo y fue actriz de cine, teatro y televisión, dramaturga, directora teatral, profesora universitaria y guionista de teleseries. Publicó un libro de poesía, siete novelas, tres cuentos y piezas dramáticas. Murió en 2013 en Isla Negra.



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Bibliografía: “Antología del nuevo cuento chileno”. Enrique Lafourcade. Zig-Zag, 1954. / “Cuentos de la generación del 50”. Enrique Lafourcade. Nuevo Extremo, 1959. / “Siete cuentistas premiados” Concurso CRAV 1963. Ediciones Concurso CRAV, 1964. / “La generación del 50 en Chile”. Eduardo Godoy Gallardo. La Noria 1994. / “María Elena Gertner: Conversación en torno a la literatura” (entrevista, 2004). Resha Cardone. Revista Chilena de Literatura No 92, 2016.



 

 

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