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"Conversaciones con J. M. Ibáñez Langlois"
Braulio Fernández Biggs, Patricio Fernández Ugarte, Sebastián Urriticoechea Ríos
-1ª ed.- Santiago, Chile: Editorial Universitaria, 2015. 223 p.
Por Marino Muñoz Agüero
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José Miguel Ibáñez Langlois (1936, Santiago de Chile) es Sacerdote de la orden del Opus Dei (1960), poeta, crítico literario y académico. Fue alumno del Saint George College y de la Universidad Católica de Chile, donde estudió Ingeniería y Filosofía. Se recibió de Periodista en Universidad de Navarra. Es Doctor en Filosofía Eclesiástica y en Filosofía y Letras por las universidades de San Juan de Letrán en Roma y Complutense de Madrid respectivamente. Docente universitario desde 1962 en España, Italia y Chile (inicialmente Universidad Católica y en la actualidad Universidad de Los Andes). Es miembro de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales. En un plano más terrenal y menos académico, se confiesa hincha fanático de la Universidad de Chile (jugó futbol hasta los cuarenta y cinco años, ocupaba el puesto de arquero).
Los Ibañez Langlois fueron siete hermanos, cuatro hombres y tres mujeres. El padre fue un prestigioso abogado y la madre una intelectual con dotes artísticas, según indica José Miguel eran una familia no precisamente religiosa y con ciertas estrecheces económicas. El despertar a la vocación literaria se produce en la “Academia del joven laurel” del Colegio Saint George, dirigida por Roque Esteban Scarpa. En tanto, el primer año de universidad marca su encuentro con el Opus Dei (Obra de Dios), la Prelatura fundada en 1928 por Monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer, presente en Chile desde 1950 y cuya finalidad es contribuir a la misión evangelizadora de la Iglesia Católica, promoviendo entre fieles cristianos de toda condición, una vida coherente con la fe en las circunstancias ordinarias de la existencia y especialmente a través de la santificación del trabajo.
En estas conversaciones, Ibañez Langlois resalta que es ante todo un cura-cura, que diariamente celebra misa y ejerce labores confesionales: la poesía, la docencia o la crítica literaria son secundarias, subraya que en el ejercicio de cada una de ellas nunca ha dejado de ser sacerdote (“Soy cura y qué” proclama en su poema “Oficio”). Es un tipo de convicciones conservadoras y lo reconoce abiertamente, mostrando una absoluta correspondencia entre pensamiento y acción. Alude sin rodeos a los que considera los “años malos” (1965-1975), donde se produjeron, a su juicio, desvíos de los mensajes y prácticas de la Iglesia Católica. Su orientación ideológica trasunta también en numerosos textos que ha escrito sobre Marxismo, Teología de la Liberación o Doctrina Social de la Iglesia. A estas y otras publicaciones doctrinales, Ibañez agrega su abundante producción de libros de poesía y ensayística literaria.
Con el seudónimo de Ignacio Valente, desde 1966 y durante treinta y cinco años, fue crítico literario del Diario “El Mercurio” con una columna semanal, labor que actualmente se reduce a colaboraciones esporádicas. En este plano expresa una maciza declaración de principios: “Yo empecé con un lastre académico, pero me corregí pronto a favor de un estilo más periodístico: el lector dominical que ojea el diario tomando desayuno no está para proezas intelectuales”.
Valente (o Ibañez) es uno de los críticos literarios más sólidos de Chile en las últimas cinco décadas, no obstante, los cuestionamientos que ha enfrentado por haber sido uno de los pocos críticos con amplia cobertura durante la dictadura militar: Enrique Lihn le dedicó un poco amable opúsculo y Roberto Bolaño en su novela “Nocturno de Chile”, construye a partir de él un personaje. En esta materia, su condición de sacerdote también le ha jugado en contra; Neruda, luego de un artículo desfavorable, lo bautizó como el “curicrítico”. Pensamos que ninguno de estos cuestionamientos, tiene el suficiente peso como para relativizar su inmensa estatura intelectual y erudición.
“A tantos católicos los zurré, a tantos agnósticos los exalté”, señala Ibañez. En la práctica, él ha sido uno de los principales promotores de la obra de Nicanor Parra, fue quien descubrió a Raúl Zurita y alabó sin reservas la obra de José Miguel Varas, por citar algunos casos de nula cercanía con sus convicciones religiosas o ideológicas. Fue, además, quien levantó la voz en el mismo “Mercurio” en plena dictadura militar, luego de la muerte de María Luisa Bombal en 1980, publicando un artículo lamentando que se la haya privado del Premio Nacional de Literatura y reclamando que año tras año el gobierno militar se lo otorgaba a escritores insignificantes, cuyo único mérito era no ser de izquierda.
El último capítulo del libro está dedicado a sus grandes amistades, desde miembros del Opus Dei, hasta altos dignatarios de la Masonería, desde derechistas a izquierdistas, pasando por todas las gamas intermedias.
“Conversaciones con J. M. Ibañez Langlois” es un texto interesante que nos adentra en diversas facetas de este gran intelectual y nos permite tener una visión de su vida y su obra, más allá de los mitos levantados en torno a su figura. Los autores-entrevistadores, laicos todos, son académicos con grado de Doctor y ejercen en la Universidad de Los Andes.