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Poesía
de Marcelo Pellegrini
A
LA ESPERA DE LA BELLEZA
Cristián
Gómez O.
Tal vez el lema que pueda definir la escritura
de Marcelo Pellegrini (Valparaíso, 1971) sea el que él mismo
nos entrega en el que es, hasta ahora, el más sustancioso -en tamaño
y cronología cubierta, por lo menos- de los libros que hasta ahora haya
publicado, Ocasión de la ceniza (2003):
............
"El poema es oscuro como el bosque y la memoria"
No se trata
con Pellegrini de una lectura fácil, pero sí gozosa. Los hallazgos
no son de aquellos que se encuentran simplemente al caminar por las páginas
del libro, sino que estamos ante una especie más bien dada al escabullimiento
y, como se dice hoy en día, a la necesidad de aplazar el sentido.
Todo
lo anterior es para contextualizar la reciente aparición del último
libro de poesía de Pellegrini, El sol entre dos islas, poemario
publicado durante el año 2005 por Manulibris, una "subsidiaria"
de la ya pequeña y casi unipersonal Beuvedráis Editores, a pesar
del plural.
Empiezo por una confesión: no partí con el pie
derecho al leer este libro. Acostumbrado, para bien o para mal, a cierta poesía
que se ha destacado por su identificación con una historia reciente de
Chile, quiero decir: por una poesía de marcado tono referencial, la primera
lectura del libro de Pellegrini puede resultar sino derechamente errónea,
por lo menos equívoca: y es que, tal como lo dicen el epígrafe de
Celan que abre el libro y la nota preliminar del autor, la belleza de la que trata
este libro es una que se cierne sobre nosotros, pero no llega a una concreción
palpable ni inmediata(1). Cito los tres
últimos versos del epígrafe: "(…) la tiza se paseaba escribiendo;/
abierto estaba y saludó:/ el libro que se hizo agua". Aquí
no sólo quiero hacer
hincapié en la imagen de ese libro que se diluye, que no alcanza la otra
orilla, sino señalar el que desde un principio símbolos tan preciados
para el autor como el agua -y la luz, el cristal, el árbol, el cielo, todos
ellos sancionados por la tradición, según el decir de Andrés
Anwandter(2) - ocupan un lugar central de
este poemario. Conformado por Partitura de la eternidad y Las dos islas,
El sol entre dos islas creo que puede ser leído perfectamente
como un tránsito, casi como un libro de viajes sin estaciones pre-establecidas,
pero en el que todo es pasajero, o al menos susceptible de convertirse en algo
más. Así, y concordante con el tono establecido por el epígrafe
inicial, uno de los textos que me parece central para entender este libro -¿será
éste el verbo que corresponda?-, es uno que al principio pareciera pasar
desapercibido, pero luego nos llama la atención en la misma medida que
nos rehúye: "Waa", voz de procedencia guayaqui, de la desaparecida
tribu del mismo nombre que habitara en lo que hoy en día es Paraguay(3),
que significa tanto "nacer" como "caer", lo que para efectos
de este libro no deja de ser elocuente.
El nacimiento como caída,
la Historia como condena: cierta negatividad que podría leerse en este
texto -un tono innegablemente reaccionario, en tanto el acontecer se entiende
como punto de partida de la "caída", casi un sinónimo
de la "pérdida de la gracia-, esta negatividad, decíamos, se
ve inmediatamente puesta en duda, o en suspenso, cuando vemos el apego de la mirada
del hablante por compartir el espacio de los objetos y los seres en su propio
contexto: así por ejemplo "Robert Duncan por la playa", así
por ejemplo "Un supermercado en California", así también
un notable texto titulado "Extraña fruta", escrito a partir de
la letra de una conocida canción de Billie Holliday, Strange Fruit,
oscura parábola sobre los linchamientos de negros en el deep south norteamericano
y su racismo consuetudinario(4): en este
caso no sólo el mundo representado adquiere una irónica extrañeza
-el ahorcado como un fruto atípico de los árboles del sur y de las
costumbres de esa gente que quemaba una enorme cruz y se vestía por completo
de blanco-, sino que también el observador se sabe un extraño: un
extranjero en ese lugar.
Mención aparte merece el poema "Mapache",
que no sólo se entronca con la veta de traductor de Pellegrini, parte esencial,
por lo demás, de su poética(5),
sino que también se condice con este ir y venir -esa extrañeza,
ese nacer y caer, ese fruto que no es un fruto sino una targedia- que pareciera
regir de punta a cabo este libro. La dualidad lingüística del mapache
-raccoon en inglés- encuentra un paralelo en su "máscara blanca
y negra también" (54), en esas "dos profundas esponjas de luz/
en los ojos" (54). Para el hablante ambos nombres -como si la cosa difiriera
de su nominación- le producen y/o son producto de una extrañeza.
No es gratuito: en un libro que titula otro de sus poemas "Gegenwort",
i.e., la contra-palabra, podemos ver las trazas de un espíritu o una técnica
celaniana. Las dos estrofas centrales de este poema rezan:
"No hay lugar en este lugar:
experiencia en el perihelio
o en la
penumbra del verano.
En la isla otra isla,
llave cerrada en el corazón
abierto".
Ni son meros juegos de palabras
las contradicciones aquí establecidas. Por el contrario, la palabra y su
contradicción, ese doble fantasmático que es también su traducción,
no son necesariamente su negación, sino parte inextricable de ella. No
es que la fotografía sea el positivo y el negativo su desecho, su sombra:
ambas son no un complemento, sino ese signo saussieriano en el que el significante
-aun cuando su relación sea arbitraria- no es independiente del significado,
como las dos caras de una hoja: páginas que intrínsecamente se necesitan.
Ahora bien, no podemos obviar una condición de la escritura misma de este
poemario, que nos parece guarda directa relación con el imaginario del
mismo. Bajo el título del libro, en las páginas interiores, leemos
una inscripción que nos da cierto marco de lectura: "Berkeley, California
o 2003/2005".
Pero, para seguir con el análisis de "Mapache",
permítanme primero traer de nuevo a colación el iluminador ensayo
de Miguel Gomes antes mencionado. La tesis esgrimida por el ensayista venezolano
considera lúcidamente este libro como una reacción simbólica
ante los avatares de la transición democrática chilena, con posterioridad
a la dictadura pinochetista, y la necesidad de dar cuenta de ella a través
de un lenguaje que se juega antes por la ambigüedad que por un tono tajante
y pontificial, en la misma medida que tal proceso político ha abundado
en zigzagueos, prórrogas y tentativas que -de acuerdo a Gomes-, ha llevado
a buen puerto las expectativas democráticas abrigadas durante los tiempos
del oscurantismo militar(6). Cito in extenso:
"Uno
de los aspectos más memorables de El sol entre dos islas es su captación
de la experiencia colectiva del Chile de los últimos años sin recaer
en formas usuales, cansinas, fácilmente mercadeables y consumibles de testimonio.
Estos poemas, de hecho, traducen una estructura de sentimiento colectiva al lenguaje
de la lírica sin tener que arrastrar a ésta a dominios expresivos
que le son ajenos. Si la transición a la democracia ha sido un camino lleno
de incertidumbres, vacilaciones y ajustes de cuenta prorrogados, pero no por ello
ha dejado de hacer realidad ciertos cambios u ofrecer un giro esperanzador para
quienes anhelan un mínimo de justicia, igualmente la visión del
mundo que construye esta poesía refleja vivencias en suspenso a través
de las cuales el deseo intenta orientarse e insinúa su acción sobre
el entorno. El desplazamiento luminoso por un espacio impreciso sintetiza ese
patrón de conocimientos e intuiciones que no puede, por el momento, concretarse
o verbalizarse de otra manera".
Y aun cuando no estoy
en desacuerdo con lo que expone Gomes, creo que ciertas precisiones merecen hacerse
aquí. Lo primero es referente a la inscripción temporal por parte
del autor, que me parece que hasta cierto punto desautoriza la anterior cita,
ya que el período de escritura de El sol entre dos islas (2003-2005),
no corresponde a cabalidad con la descripción hecha aquí. No por
nada la publicación del Informe Valech(7),
durante el período presidencial de Ricardo Lagos, es entendida por muchos
como el fin de la transición, i.e., como el asentamiento ¿definitivo?
de un modelo que combina dosis atendibles de participación cívica
ciudadana -a pesar de que permanecen sin resolver problemáticas como la
de los derechos humanos-, junto a un sistema económico neoliberal que sobrevive
gracias al esquema libidinal que transversalmente se impone sobre (y seduce a)
los chilenos. Lo que quiero decir, entonces, es que el Chile actual, aun sin esconder
la suma de contradicciones que son parte de su rostro más visible, parece
estar buscando -desesperadamente- la consolidación de un modelo representacional
disociado, para bien o para mal, de la memoria inmediata del trauma(8).
En este punto quisiéramos, por lo tanto, señalar que a nuestro
parecer una lectura distinta de este libro pasaría por relacionarlo con
ciertas circunstancias vitales que podrían darnos algunas luces para seguirle
la pista a este libro. Por una parte, su traslado a tierras norteamericanas, desde
hace ya largos diez años o más, convierte al autor real de estos
poemas en un expatriado: este dato por sí mismo sería irrelevante,
de no ser porque dentro de la producción de Pellegrini este tema, aunque
no explícito, es recurrente. Si revisamos, por ejemplo, su libro anterior,
Ocasión de la ceniza (2003), nos encontramos con ese poema superlativo
titulado "Las aguas de este océano", mitad profesión de
fe, mitad versión al castellano de un poema de Milosz que es lema y epígrafe:
Nos ha traído los ojos y el origen,
corazón
repartido en el cielo,
furor de relámpago,
cabellera vecina de
toda heredad.
En ella habitamos sin demora
como en el brillo del entendimiento,
entre lo real y lo irreal,
entre el irse y el volver,
entre rincones de
aire y soledad.
Sería difícil,
creo, ser más explícito al respecto. No abogo por leer este poema
y, por extensión, El sol entre dos islas, sólo como un trasunto
simbólico y escritural de la experiencia en el extranjero del autor, sino
que, teniendo en cuenta esto, considerar el conjunto de este texto como una metáfora
de la escritura, a saber: alguna vez, nos cuenta Pellegrini en su Confróntese
con la sospecha (2006), que en una conversación con el poeta Enoc Muñoz,
le preguntó a este por qué escribía. Vale la pena citar la
respuesta de este último: "No sé. Tal vez la respuesta está
en ese espacio en blanco que hay entre el 'por' y el 'qué'". No creemos
forzar los términos de la comparación si contemplamos a la luz de
estas palabras el libro que ahora reseñamos. Esa luz a medio camino entre
dos islas, ese puente tendido con palabras del que tenemos noticia en la "Nota
preliminar" (Pellegrini, 2005), son, en consecuencia, el espacio o el lugar
de la escritura y la razón de ella, esas "vivencias en suspenso",
de las que hablara Miguel Gomes. Así como la traducción ha sido
definida como lo que está in between -la frase, afortunada, es de
Judith Butler-, de esta manera nosotros podemos comprender la obra toda de Marcelo
Pellegrini como una escritura que o no puede o no se decide a estar aquí
o allá, ya sean sus traducciones, sus ensayos o sus propios poemas, sino
que se juega por ocupar una zona de difícil asidero y comprensión
pero que no por eso la hace menos prístina, una especie de exilio de la
palabra en la palabra, o para usar una expresión de nuestro poeta que viene
ahora al calce, "un vacío lleno de sí" (Pellegrini, 2006).
Volviendo, ahora, a "Mapache" y su vaivén entre Raccoon y su
contraparte castellana, por todo lo indicado anteriormente es que pensamos en
el carácter de crisol de este poema, en el rol definitorio para contemplar
a ese hablante que va de una a otra palabra como quien va de umbral en umbral
haciendo un elogio de esa misma distancia que habita con una mezcla de melancolía
y resignación. Raccoon y mapache "encarnan una extrañeza en
el aire,/y su articulación es tan difícil/como cuando intentas verlo/entre
los arbustos, escondido/del mundo, casi temblando/mirando fijamente" (Pellegrini,
2005). Y, sin embargo, aun ante esa alternativa que se abre frente el hablante,
el poema termina titulándose "Mapache", incluso si la última
línea del poema deja abierta la duda.
La versión del exilio
que nos entrega Pellegrini tiene poco que ver, por cierto, con el exilio político
al que nos acostumbramos los chilenos a partir de mil novecientos setenta y tres.
Es, a todas luces, un exilio voluntario que, a diferencia de lo que ocurriera
en un principio con los exiliados por la dictadura, no vive con las maletas listas
para volver. Pero también es, por decirlo así, más duradero,
irrenunciable, en cuanto actitud plenamente asumida ante la palabra. El mundo
que el autor intenta representar tiene, en consecuencia, no tanto que ver con
una situación coyuntural como es la transición democrática
en Chile (aun cuando distamos mucho de negar las relaciones existentes), sino
que se imbrica con una necesidad expresiva fermentada al alero de, precisamente,
una falta de certidumbres, en un país donde aún pena la incertidumbre
por su pasado reciente. Dicho en castellano, la poética de este autor hace
del desierto de lo real su veta más fértil y genuina. La dificultad
de nombrar no radica en una incapacidad del hablante, sino en lo inasible de su
objeto. Carente de referentes -sean estos previos o no a la escritura, ese es
otro tema en el que siempre hay mucho paño que cortar-, la palabra se interroga
por su ejercicio con la lucidez que le permite y le exige la distancia: de la
lengua, de lo que algunos llamen patria, de lo que otros entiendan por hogar.
Así se explican muchos poemas de El sol entre dos islas, así,
también, que el referido "Las aguas de este océano" concluya
con estos versos:
No sé si todo pasó,
pero, después de mucho tiempo,
aprendí por fin a decir:
El
mar es la única casa.
REFERENCIAS
- Pellegrini, Marcelo. (2005). El sol entre dos
islas. Santiago de Chile. Manulibris.
--- (2006). Confróntese
con la sospecha. Santiago de Chile. Editorial Universitaria, col. El saber
y la cultura.
--- (2003). Ocasión de la ceniza. Santiago de
Chile. Calabaza del Diablo.
- Gomes, Miguel. (2005). Los
umbrales del sentido en la poesía de Marcelo Pellegrini.
Consultado desde Proyecto Patrimonio, <http://www.letras.mysite.com>
- Shakespeare, William. (2005). Constancia y claridad. Traducción
de Marcelo Pellegrini. Santiago de Chile. Manulibris.
- Rexroth, Kenneth.
(2004). La señal de todas las cosas. Selección, traducción,
notas y comentarios de Marcelo Pellegrini y Armando Roa V. Santiago de Chile.
Editorial Universitaria, col. Literatura.
- Zizek, Slavoj. (2002). Welcome
to the desert of the real.
- Navia, Patricio y Eduardo Engel. (2006).
Que gane "el más mejor". Santiago de Chile. Editorial
Debate.
- Moulian, Tomás. (1997). Chile actual, anatomía
de un mito. Santiago de Chile. Lom ediciones, serie Punto de Fuga, col. Sin
norte.