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Poesía
de Marcelo Pellegrini
Ocasión
de la ceniza
Por
Jaime Pinos
Como un árbol
de ceniza despliega este libro su ramaje hacia fuera y hacia adentro.
Hacia
adentro, si consideramos que incluye la reedición de dos libros publicados
con anterioridad: Poemas y El árbol donde envejece la muerte.
Reedición que, en este caso, es ejercicio de reescritura, demostración
de un trabajo incesante sobre la propia letra, traducido en pequeños
cambios y desplazamientos casi imperceptibles que, sin embargo, dan cuenta del
tiempo y sus huellas sobre el texto. Esa luz, o esa oscuridad (el poema es
oscuro como el bosque y la memoria nos dice Pellegrini) que puede hacer de
la escritura pasada algo nuevo aún para su mismo autor. Como dice Pacheco:
Escribo unas palabras/y al minuto/ya dicen otra cosa/significan/una intención
distinta. El libre juego de la traducción y la cita dibuja otros tantos
brazos de esta arboleda interior a la manera de una extensa, a la vez que íntima,
genealogía literaria.
Esta arboladura de ceniza se despliega hacia
fuera en los poemas hasta ahora inéditos incluidos en sus páginas.
Poemas escritos en el transcurso de los viajes y las residencias del autor en
las costas del Pacífico. Experiencia del viaje y de la condición
inevitable de la extranjería: seguiremos siendo extranjeros/sin importar
nada más/Es algo que se lleva/en la sangre de la noche/que desde siempre
nos acompaña. Experiencia del viaje, deslumbramiento de la navegación
y secreto de sus cartografías, si, tal como dicen estos versos, viajar
es descubrir.
Desde otro punto de vista, su estilo privilegia la precisión
y la concentración del sentido, a la vez que puede circular tanto en torno
de la prosa como de cierta musicalidad métrica. En cuanto a su poética,
ella se ha fraguado en el rigor de una escritura dispuesta a reafirmar la paradoja
esencial de la poesía. La aparente inutilidad de una interrogación
que no tendrá respuesta. Porque como dice Pellegrini: dirá nada
el silencio/porque ése es su propio oficio: decir nada. Tal vez eso
sea la poesía. Esa confrontación, de antemano perdida, con el silencio.
La esperanza de que, como creía Juarroz, a veces, sin embargo, el silencio
renace/como un espacio que reemplaza al vuelo.