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Buenos propósitos
Segundos. Mónica Ríos Sangría, Santiago, 2010, 208 páginas, Novela
Por José Promis
Revista de Libros. El Mercurio, Domingo 27 de Junio de 2010
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Denisse Vuskovic y Nicolás Owen habían formado la pareja más popular de un colegio del barrio alto de Santiago, pero sin mediar antecedentes que hubiesen anunciado una tragedia incomprensible, sus cadáveres son descubiertos en un dormitorio de la casa de Nicolás. Para la policía y sus compañeros de curso, el asunto no admite duda: todas las circunstancias apuntan a que se trata de un suicidio; pero Mariana, amiga de ambos y dueña de una de las voces responsables del relato, no manifiesta la misma certidumbre: "Cómo pueden estar tan seguros de lo que pasó entre esas cuatro paredes si sólo hubo dos personas allí". A partir de esta situación, que se acomoda a la forma del enigma de cuarto cerrado, Mónica Ríos desarrolla el argumento de su primera novela. Podríamos pensar entonces que Segundos nos enfrentará a un relato policial de corte más bien tradicional; sin embargo, pronto descubriremos que las intenciones del texto son más amplias y complejas que las de una narración de este tipo.
El acontecimiento inaugural de Segundos permitirá que las voces narrativas que alternan sus discursos en la novela traigan gradualmente a la luz circunstancias o antecedentes de los comportamientos que de una forma u otra constituyen el antes y el después del aciago desenlace de las vidas de Denisse y Nicolás. La novela adquiere así la estructura radial característica de numerosos relatos cinematográficos y literarios contemporáneos: varias secuencias narrativas convergen desde distintos tiempos y espacios hacia un punto de encuentro que significará tanto la resolución del problema central del relato como la de los desequilibrios o de los conflictos que a su vez cada historia particular pudiera traer consigo. Tres son las más destacadas en Segundos: una tiene como protagonista a Mariana, una adolescente introvertida; otra se enfoca sobre la pareja de amigos formada por Salvador Stäbler e Ignacio Donoso Walbach, y en la tercera nos enteramos de las experiencias vividas por un profesor del colegio donde estudiaron Denisse y Nicolás cuando, años antes, con el entusiasmo de sus ideales socialistas, comenzaba su carrera docente en un pueblo del sur de Chile en los meses inmediatamente anteriores al golpe militar de 1973.
Cada una de estas secuencias contribuye a desplegar un mundo de sombras y claroscuros donde las sólidas imágenes de la realidad a que nos había acostumbrado la literatura de corte tradicional se tornan difusas o contradictorias, o se desnudan de las atmósferas sentimentales que las rodeaban en los relatos románticos o realistas. Por el contrario, pienso que Segundos quiere trasmitir al lector tradicional una turbadora imagen de la realidad con cuyos valores y comportamientos le sería muy arduo, si no imposible, identificarse. Me parece entonces que pudiéramos situar a la novela de Mónica Ríos en la galería de textos que desde un punto de vista intelectual recelan de la asertividad y de la confianza, y que, consecuentemente, rechazan desde un punto de vista literario los modos narrativos con que se representan las aseveraciones y las certidumbres.
Escribir ficciones al servicio de tales programas rupturistas y desacralizadores no es tarea fácil. Exige una calidad de comunicación escrita y un manejo de modos narrativos muy difíciles de alcanzar en una primera novela, tal como sucede con esta de Mónica Ríos. Segundos encierra, en este sentido, un indudable desequilibrio entre la primera y la segunda mitad del relato. Sus capítulos iniciales consiguen interesarnos en la particular atmósfera surgida de comportamientos que percibimos como distantes o extraños, pero el resto de la novela mantiene con mucha dificultad el contacto inicial. Al final, quedamos con la impresión de haber leído un relato meritorio por sus propósitos, pero debilitado por su vacilante organización narrativa.