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NOT IN OUR NAME
Against U.S. Aid to the Massacre in Gaza
Contra la ayuda de Estados Unidos a la masacre en Gaza


PRÓLOGO:
LO QUE ESCUCHAMOS

Por Mónica Ríos


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Por ahí escucho que el pasado nunca existe independientemente del presente. Por ahí leo que hay guerras en casi todos los países del mundo y que el gráfico por alguna razón muestra que Chile es un país en paz. Por ahí recuerdo los presos políticos y las huelgas de hambre de mapuches en el sur de ese país que ahora visito antes de volver a Estados Unidos. Por ahí entiendo que habría que darle otro sentido a la palabra guerra y por ahí pienso que siempre las palabras han significado algo muy distinto para cada quien. Entonces vuelvo a recordar que el pasado nunca existe independientemente del presente.

¿Por qué un grupo que integra a una colombiana, a un norteamericano descendiente de vietnamitas, a un chileno y a una chilena –todos los cuales vivimos en Estados Unidos– piensa una publicación sobre lo que está sucediendo en Gaza y no en otras partes del mundo, en otras épocas? Mi respuesta no puede más que ligar el pasado con el presente: los cuatro editores de este libro provenimos de países que han sido intervenidos por la política exterior de Estados Unidos. Las infancias de cada quien han sido traspuestas por distintos tipos de violencia financiadas por un imperio que buscaba erradicar ciertas ideologías, que eran también ciertas economías, ciertas clases, cierto tipo racial, ciertos lazos internacionales, ciertas costumbres locales. Por lo mismo nuestro presente se desenvuelve en tensión entre lo que se descubre cada día de las vinculaciones entre los imperios de Occidente con una serie de historias que tienen la violencia como eje central. Más tensión aun sentimos cuando dos personas de este grupo de editores estamos en una academia que mira a la población latina como un cómodo objeto de estudio, que se junta cada tanto en un confortable y caro hotel para conversar sobre la precariedad, los movimientos sociales y los pobres del sur.

Gaza, así, se transforma en una situación urgente; no urgente como cualquier otra, sino como la situación por la cual podemos hacer converger un sentimiento extendido: a través de Gaza hablamos de nosotros mismos. Nos sirve para hablar de un pasado y de un presente común de comunidades tan distantes en la historia y en la geografía. Pero debo aclarar –y esta vez lo hago por mí– que no estamos lejos en la situación cultural: crecí en Chile, un país con una de las más numerosas inmigraciones palestinas del mundo, un país con un alto número de población judía y que ha visto convivir a ambas comunidades en diálogo. Vivo ahora en una de las ciudades de Estados Unidos con mayor tolerancia –históricamente, al menos– a las personas inmigrantes; también donde convive la mayor cantidad de información de distintas fuentes, credos y creencias. Desde aquí podemos recordar cuando la posibilidad de decir lo que uno piensa era imposible: ahora lo que pasa en Gaza no nos permite quedar callados.

Hace años alguien cuestionó la capacidad de la palabra para hacer frente a los hechos sucedidos en la década de los treinta y los cuarenta del siglo XX en Europa. Alguien también dijo que lo que había sucedido en los infaustos campos de concentración era el modelo por el cual entender el nuevo modo en que opera el poder biopolítico. Pues bien, esa historia aún no se ha cerrado. Frente al contingente de información sobre la masacre que la población palestina vive en su territorio por los descendientes de un pueblo que vivió en carne propia la exterminación, se nos hace necesario volver a tomar la palabra para revitalizar un movimiento en contra de los imperios del exterminio, la masacre, la producción de masas de refugiados. Por sobre todo se nos hace necesario hablar sobre eso que el país del lugar donde residimos considera que es una política viable y financiable, eso que es una oportunidad económica y diplomática, eso que es ocasión de un nuevo ejercicio de poder. No, no es con nuestro consentimiento que vemos lo que sucede en Gaza: escuchamos a los amigos que allá viven y que hemos conocido en los pasillos de la universidad, reactivamos las lecturas anticoloniales que nos convierten en comunidad junto a quienes han lidiado con fuerzas militares inmensas bajo el rótulo de una guerra. Esto no es una guerra, queridos lectores: es una masacre. Y cada vez más son las voces que se juntan para decir que no es en nuestro nombre que se revientan niños, mujeres, hombres, animales, y sus casas, y su bienestar, con bombas proporcionadas por Estados Unidos y sus aliados. Aquí transcribimos aquellos murmullos que, sumados, pueden convertirse en grito para decir que estamos en contra de la política exterior de Estados Unidos en Gaza, en Irak, en Puerto Rico, en las Islas Vírgenes y podríamos seguir con todas las colonias, protectorados y agentes en países autónomos.

[2014]

 

 

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Mientras el número de muertos en Gaza sigue aumentando –aun durante los alto al fuego–, por todo Estados Unidos miles de personas están saliendo a las calles para apoyar a la gente de Palestina con pancartas que dicen Not in Our Name.

Sin embargo, hasta la fecha Estados Unidos ha financiado a Israel con 121.000 millones de dólares, haciéndolo el mayor receptor de ayuda estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial. Sólo durante este año el Congreso de Estados Unidos otorgó a Israel 3.100 millones de dólares solicitados por el presidente Barack Obama, así como otros 504 millones para el financiamiento del programa anti-bombas israelí “Iron Drone”, y para el sistema anti-misiles desarrollado conjuntamente por Israel y Estados Unidos. Más aun, siguiendo su larga tradición de oponerse a las resoluciones de la ONU contra la ocupación de tierras palestinas, Estados Unidos fue el único país que votó en contra de la resolución de Naciones Unidas del pasado 22 de julio, que llamó a detener el actual asedio en Gaza.

Los palestinos están siendo masacrados con el dinero de nuestros impuestos y con nuestro apoyo político. Esto ocurre, por lo tanto, en nuestro nombre. Como respuesta a esta situación, durante julio y agosto de 2014 lanzamos un llamado abierto por medio de correo electrónico y redes sociales invitando a alzar la voz contra la política internacional de los Estados Unidos y a enviarnos una página o menos en forma de un ensayo corto, un libelo, una crónica, un cuento, un poema, un cómic, o cualquier otro tipo de texto o forma artística. Además, recolectamos declaraciones, escritos y discursos de artistas e intelectuales que se han opuesto a la ocupación israelí apoyada por Estados Unidos, sumando las respectivas traducciones cuando estuvieran disponibles. Esta es la publicación colectiva de todo ese material.


http://www.sangriaeditora.com/wp-content/uploads/2014/09/Not-in-Our-Name-PDF-ebook-Sangr%C3%ADa2.pdf

 

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