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OVIDIO EL SEDUCTOR
Por Matías Rivas
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio, 10 de junio de 2005
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Publio Ovidio Nasón es uno de los poetas principales de la Edad de Oro de la literatura latina, junto a Horacio y Virgilio. Su obra ha tenido una irradiación fundamental en la historia de la cultura de Occidente. Nació en una noble familia en el año 43 a.C. y murió a orillas del mar Negro, condenado al ostracismo, en lo que hoy conocemos como Rumania, entre los años 14 al 18 d.C. A diferencia de los poetas de su calidad, erudición y refinamiento, que disfrutaron de los favores de las cortes romanas, Ovidio fue condenado al destierro por el emperador Augusto debido a una razón aún no dilucidada del todo.
Lo que sí está claro es que la publicación de El arte de amar, que fue un éxito fulminante entre el reducido pero influyente público de la época, especialmente entre las mujeres, ayudó a agitar la ira del emperador hacia él. Incluso se cuenta que llamó furioso a Ovidio al palacio luego de leer el libro para reprenderlo porque consideró que la lectura de éste incitaba a conductas impropias. Es decir, contravenía sus afanes por apaciguar las costumbres libertinas que predominaban en el Imperio. También se especula que el castigo que le fue impuesto a Ovidio se debe a que en sus elegías aparece una tal Corina, que bien podría ser Julia, hija de Augusto, a quien éste consideraba poco recatada y expulsó del territorio, o la misma Livia, esposa del emperador.
Pero más allá o más acá de la anécdota, tan abundante y exquisita entre los historiadores romanos, lo cierto es que Ovidio es un autor ineludible, un clásico, tanto por sus libros de poesía erótica, como por su impresionante obra titulada Las metamorfosis, en la que les pide a los dioses que lo inspiren para cantar los cambios o transformaciones de los cuerpos en otras formas.
Sin embargo, Las metamorfosis, su cumbre poética, es un libro difícil, barroco y centrado en la mitología, por lo tanto, de compleja lectura. Sus obras menores, en cambio, son más accesibles, especialmente las de corte amoroso. Dentro de ellas, sin dudas. El arte de amar es la más célebre y no sin razón: es un breve tratado que enseña, en sus dos primeras partes, cómo seducir mujeres, dónde encontrarlas, qué decirles, como amarlas y cómo lograr el mayor placer carnal con ellas. El autor, siguiendo la tradición de la poesía didáctica griega y latina, no escatima en indicaciones y ejemplos de similar calibre que los del Kamasutra oriental. La última sección del libro está dedicada a las mujeres. Su intención es instruirlas en el arte de complacer y hacerse amar por largo tiempo.
El lenguaje de Ovidio en El arte de amar es figurado la mayoría de las veces, lo que según los críticos lo salva de la obscenidad. No obstante, describe y refiere lo que considera conveniente, aunque sea esto impúdico. Señala, entre otros asuntos, que a las mujeres les gusta ser violentadas: "Toda la que es forzada en un ataque imprevisto de Venus, lo disfruta, y tiene por regalo ese atropello. En cambio, la que pudo ser forzada e intacta, se retira; estará triste, aunque finja alegría en su semblante".
El arte de amar aún provoca y entretiene. Ovidio retrata con humor la sociedad romana. No juzga sus vicios ni sus costumbres lascivas. Como poeta, le canta al amor y se regocija exponiendo sus deleites en metáforas perennes. Su lectura hoy es igual de apasionante y acalorada que hace veinte siglos.
