Presentación de Modulación de Mauricio Rosenmann Taub
Por Raúl Zurita
Transcripción literal
CENTRO CULTURAL GABRIELA MISTRAL- LIBRERÍA LEA MÁS
8 de enero de 2013
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Hola, buenas tardes. Les pido disculpas. Estaba absolutamente convencido de que era a las siete y media. Entonces pensé: Voy atrasado, pero atrasado con normalidad. No pensé que iba media hora atrasado.
Nos ha tocado con Felipe Cussen estar muchas veces juntos, precisamente en torno a los libros de Mauricio Rosenmann Taub y creo que gran parte de lo que yo podría decir se lo escuché ahora a Felipe en forma brillante. Todo lo que él dice lo comparto absolutamente. Voy a hacer solamente algunas reflexiones. Creo que un libro –y recién lo estaba experimentando– debe resistir muchos niveles de lectura. Muchos. Lo primero que tiene que resistir es lo que va a ser el 99% de sus miradas, lo que va a ser el hojeo. Ya un libro tiene que ser elocuente cuando se hace esto (hojea el libro). Nada más que esto. Aunque no se lleve el libro el que lo está leyendo en la librería, de pie. Ya a ese nivel tiene que decir algo. Depués, supongamos, se lo lleva. Lo lee. Lo lee un poco así, un poco asá. Y así puede luego hacer una lectura rigurosa, atenta, y llegar hasta los niveles más absolutamente exigentes, documentados, eruditos, hasta la lectura de Dios, por así decirlo, y debe resistir. Desde el hojeo hasta la lectura de Dios, un libro tiene que resistir todos los niveles. Y lo que primero me llama ahora la atención, porque hay muchas cosas que me han impresionado en la poesía de Mauricio, lo que me tiene absolutamente maravillado es cómo este libro ya es elocuente al simple hojeo. Desde que uno abre la página y se encuentra por casualidad con y Usted … Usted ya dice algo. Entonces creo que nos encontramos con un universo en el cual las artes canónicas, ecuménicas, rompen y borran sus fronteras.
En la obra de Mauricio creo que Modulación es una cúspide. Cumple un poco con la máxima de Rimbaud del desorden en todos los sentidos. Aquí las letras cantan; el espacio blanco es silencio; a la vez las letras son visuales; la visualidad es palabra; todo se funde prácticamente en una sola expresión, en un solo decir que es también —tal como recién afirmábamos, la lectura de Dios— es también la plenitud del creador que pone frente al que lee todos los elementos de los cuales un ser humano, incluso un ser humano común, dispone para hablarle a otro, para hablarle a los otros, para intercambiar palabras, gestos, signos, emociones, ademanes con los otros que tiene al frente. Este libro es probablemente lo más cercano a esa experiencia de la totalidad que significa el intercambio de unos con otros. Aquí todo es elocuente. Generalmente se dice que la vida, a diferencia del poema, tiene muchas cosas para expresarse: la vida tiene gestos, tiene lágrimas, tiene llanto, tiene risa, tiene sonrisa. En un poema de amor están solamente las palabras. No está ni la risa ni las lágrimas ni el tormento ni la angustia ni los equívoco.. Sin embargo, este libro en su sinfonía inicial, en su apertura, en su mera visualidad, o en el simple hojeo ya contiene, por así decirlo, una imagen y una metáfora de la totalidad de la expresión humana. (De una u otra forma, estos libros metaforizan o son imágenes de esa totalidad en el intercambio. El intercambio no hace diferencia entre palabra y silencio. Todo es parte de una misma expresión en la vida completa que llevamos los seres humanos. Esto es lo más parecido a eso.).
Ahora, dicho esto, esta especie de suerte en el hojeo, de desagrado o desorden, por así decirlo —aunque no tiene nada de desorden—, en principio recuerda un poco la frase de Mallarmé cuando decía que la página era el anverso del cielo estrellado (las páginas como un cielo blanco; las estrellas son negras: las estrellas son las letras). Pero sobre todo recuerda que a través de las palabras hay silencio, que a través de las sílabas hay silencio, que el silencio se cuela a través de los sonidos. Si pudiéramos hablar de una lengua sagrada, esa lengua tendría que ver con el silencio, con las partículas de silencio que median entre nota y nota, con las partículas de silencio que se tienden entre palabra y palabra, que median entre letra y letra, que median entre sílaba y sílaba. Entonces también es un diálogo que va de lo sagrado de la totalidad de la expresión a lo sagrado de la lectura; de lo sagrado de la emisión a lo sagrado de la recepción.
Lo otro es que esta poesía, con su carácter cosmopolita, por el hecho de relacionarse con las regiones más de frontera, más de punta de la experiencia poética, es, sin embargo, profundamente chilena y profundamente castellana, a pesar de… No, no a pesar de, sino con su poliglotismo y con soluciones de otras lenguas es, sin embargo, profundamente chilena. Pocas personas hay dentro de nuestra poesía que manejen con más propiedad los metros tradicionales que como lo hace Mauricio. Todas las citas y los juegos que tiene en esas formas; el soneto, la sextina, el endecasílabo, son admirables. Realmente leerlo es un paseo desde lo chileno hacia el cosmos y desde el cosmos hacia lo chileno. Es profundamente nacional. Es poesía chilena. Esta poesía no podía haber sido hecha en ninguna otra parte, sino en Chile. Los españoles son muy graves para hacerlo, incluso los poetas catalanes que son los más disparados: son muy graves para hacer estas cosas. Es impresionante como juega Mauricio, al mismo tiempo que es un juego terriblemente serio. Es un juego… Un juego. Por favor, tomémoslo en toda la dimensión de esta palabra. Pero es un juego en el cual a uno se le puede ir la vida.
Lo otro que no deja de impresionarme es la edición de este libro. Esto lo comentaba la primera vez que hablábamos de esto. Coparticipa, traduce esto de un programa desde el autor al impresor, al editor. Y debe ser impresionante porque en el poema a Chile, por ejemplo (pág. 32), donde en el „ p e r r r o “ se van las erres para arriba, si se corren medio milímetro el asunto sería, me imagino, como un naufragio. Está lleno de detalles que, como se dice, sólo el autor sabe. Sería algo humillante, y sucede mucho, que hay una tremenda errata y el único que se da cuenta es el autor. Nadie más. Es como un chiste y es un poco humillante. Pero aquí todo puede ser errata. Correr medio milímetro puede ser una errata. Curiosamente el libro no da esa sensación y felicito a los editores por la impresionante perfección. Es un libro muy bello, de una exactitud que es la exactitud de alguien que crea, pero también es la exactitud del que transcribe. En un libro como éste, el papel del copista, del transcriptor, del editor, es un papel super fundamental. Es muy importante.
¡Y cómo juega Mauricio Rosenmann Taub con los sonidos, con su propio nombre! Taúb, Laúl, lleno de infinitas claves. Yo creo que hay un infierno… …o un paraíso hebreo, hebraico, judío que sería como una gran biblioteca —un poco borgeano, pero Borges, eso lo toma él—, una gran biblioteca, y ese paraíso sería seguir aprendiendo, seguir aprendiendo eternamente. Entonces uno, probablemente, en ese paraíso seguiría aprendiendo este libro. Seguiría viendo los múltiples mensajes, datos, detalles, mensajes, citas, contra citas que contiene. Creo que es absolutamente inagotable. Aquí están desplegadas, como decía, miles de millones de cosas, miles de fuentes, cientos de citas encubiertas, manifiestas, explícitas, implícitas. Hace recordar —y creo que finalmente es su gran parentesco (si bien es una obra chilena que se entiende desde Chile)—, paradojalmente el que es quizás, el más universal y extraño de todos los libros: el Finnegans Wake de James Joyce. También uno podría pasar diez mil años descifrando ese juego de la palabra…
Entonces Modulación es la modulación del cosmos, de la cultura, de la emisión, de la recepción y es realmente, y finalmente también, un bellísimo libro para mirar leyendo, para leer mirando, para leer en silencio, para escuchar la elocuente y estridente voz de estas páginas en blanco.