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15 MINUTOS CON MANUEL ROJAS
Por Salvador Reyes
Publicado en revista Letras, N°5, Santiago, septiembre de 1928
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Alto, moreno, con un gesto de cordialidad desmadejada que parece escurrirse a lo largo de su cuerpo; a grandes pasos avanza por la calle nocturna y habla poniendo en las palabras el mismo desgano de su gesto. Tal es Manuel Rojas. Su aspecto no revela lo que en realidad es: parece frío, perezoso, indiferente; sin embargo es dinámico, aventurero y entusiasta. Ha viajado en diversas formas pintorescas: ha cruzado la cordillera a pie y ha recorrido Chile y la Argentina como apuntador de una compañía de comedias. Ha aventurado en los archipiélagos del sur, y en las pampas del norte. Ha vivido, sin tiempo casi para escribir. Ahora comienza su labor literaria organizada y activa. ¡Y qué comienzo! "Hombres del Sur", cuentos; "La Tonada del Transeúnte", poemas y "La Ciudad de los Césares", novela.
Tal es Manuel Rojas. Mientras va por la calle, habla. Al referirse a su concepto de la novela, dice:
—"La concibo como una exteriorización, — real o ideal, — de las emociones, sentimientos, imágenes y reflexiones que produce el espectáculo de la vida en el espíritu del escritor, y que varia según el temperamento artístico y el sentido humano de cada uno. Es una concepción ecléctica la mía, pero yo lo siento así. Las ideas sobre el arte dependen de las preferencias artísticas del que las expresa. Es imposible deshacerse de esta influencia, so pena de decir tonterías y extravagancias. Yo no puedo decirle que concibo la novela tal como la hizo Dostoyewski, puesto que también admiro la forma en que la hicieron Kipling, Balzac, Dickens, Andreiev y Proust, y usted sabe cuán distintos son todos ellos. Conclusión: No tengo un concepto personal único sobre la novela.
¿Tendencias en la novela actual? Ignoro cuáles sean, puesto
que, según veo, en cada país hay tantas tendencias como escritores hay. En América, las que más se conocen son las tendencias de ciertos escritores franceses; pero, ¿cómo olvidar a los ingleses, a los españoles, a los nórdicos, a los italianos? Es costumbre opinar sobre literatura, tomando como ejemplo o base únicamente la literatura francesa; pero Francia no es toda la Tierra. En ese sentido, yo no podría opinar, porque, fuera de Marcel Proust, hace muchos años que no leo a los franceses. Los ingleses, los rusos, los yanquis, los españoles, los suecos, los noruegos, han eliminado a Francia de mis lecturas. James Joyce me parece muy bien; Proust, me parece muy bien; Selma Lagerlof, me parece muy bien; Jean Bojer, me parece muy bien. Todos ellos, por separado y en conjunto, me parecen muy bien. Un irlandés, un francés, una sueca y un noruego, modernísimos, cada uno con una tendencia distinta, que yo estimo y saboreo. Siendo así, ¿cómo quiere usted que le diga cuáles son las tendencias de la novela actual? Si con su pregunta se refería usted a Paul Morand, a Giradoux, a Gide, a los modernos franceses, debo contestarle que no tengo opinión sobre ellos, porque los desconozco. Literariamente, Francia es hoy Proust, y Proust tiene un alma demasiado personal para tomarla como generalizadora de una tendencia.
—¿Por qué ha evolucionado totalmente en la forma poética? —preguntamos.
—No he pensado en ello.
—¿Qué tipo de cuento prefiere usted?
—Mis gustos son muy amplios. No tengo preferencia por ninguno especialmente. Me gusta tanto Maupassant, como Gorki. O. Henry como Maluenda y Baldomero Lillo como Chéjov.
—¿Qué importancia atribuye usted a su obra literaria?
—Hasta ahora, ninguna. No
puedo atribuir importancia a una obra que recién empieza. He escrito, hasta el día de hoy, treinta poemas y diecinueve cuentos. ¿Cómo dar importancia a una labor tan pequeña? Lo que he hecho no tiene mayor interés, aunque he procurado que lo tenga. Y sobre lo que no he hecho, no puedo opinar, puesto que aún no lo he hecho. Después hablaremos.
—¿Lee usted libros de aventuras? ¿Qué piensa de ellos?
—Leo muy pocos libros de aventuras y no pienso nada de ellos. Dostoyewski es mi novelista predilecto. Me parece el más grande genio literario. En él encuentro junto todo lo que los demás tienen por separado. Dickens, Proust, Gorki, Cervantes, Poe, caben todos juntos en Dostoyewski. Tiene la piedad y la ironía de Dickens, la minuciosidad y delicadeza, — aunque utilizada y realizada de modo distinto, — de Proust, la amplitud y la tristeza de Gorki, la gracia y la picardía de Cervantes y su gran sentido humano, el horror y la fantasía de Poe, todo. El amor, la locura, la piedad, la ironía, el sadismo, la alegría, el dolor. Es una fuerza inmensa.
Mi poeta es Baudelaire. Tiene cierto parecido con Dostoyewski, dentro de su esfera.
—¿Qué obras tiene para pronta publicación?
—Dos libros de cuentos y una novela.
—¿Y?...
—Y nada más. ¡Allí viene mi carro!
Y aquella gran sombra cogida al tranvía, en la noche, es Manuel Rojas, que se marcha a su casa.